CRISIS HUMANITARIA EN EUROPA
La llegada de refugiados cae en picado en Alemania en el 2016
Carles Planas Bou
Periodista
Periodista tecnológico entre el mundo digital y la política internacional. Centrado en capitalismo de plataformas, IA, vigilancia y derechos digitales. Excorresponsal en Berlín durante más de cuatro años, cubrió los gobiernos de Merkel, la crisis de los refugiados y el auge de la extrema derecha. También ha trabajado en Europa Central y en Canadá. Graduado en Periodismo por la URL y máster en Relaciones Internacionales por la UAB. Ha colaborado con TV3, TVE, Deutsche Welle, Catalunya Ràdio, El Orden Mundial o El Salto.
CARLES PLANAS BOU / BERLÍN
Después de un año particularmente ajetreado en el que su liderazgo se ha visto comprometido, la cancillera alemana Angela Merkel tiene algunos datos para empezar a sonreír. Según las estadísticas federales presentadas este miércoles por el ministro del Interior, Thomas de Maizière, hasta 280.000 refugiados llegaron a Alemania durante el 2016, lo que supone menos de un tercio de los 890.000 que llegaron en el 2015, cuando la crisis humanitaria que azota Oriente Próximo y África empezó a llegar a las costas europeas.
Los datos de la Oficina Federal para la Inmigración y los Refugiados (BAMF) también muestran que a pesar de la reducción de llegadas se ha incrementado el número de peticiones de asilo. Así, durante el 2016 la Administración alemana recibió 745.545 solicitudes, lo que supone un aumento de 268.869. Esta diferencia se explica porque las dificultades de gestión y la lentitud burocrática hicieron que muchas de estas peticiones efectuadas en el 2015 tuviesen que esperar hasta el año siguiente.
Así, en el 2016 se han resuelto 695.000 solicitudes de asilo, un máximo histórico en Alemania. La mayoría de las solicitudes presentadas son por parte de sirios que huyen de un país descompuesto por la guerra y el sectarismo que encara su sexto año de conflicto. Otros de los principales países de donde provienen los refugiados son Afganistán, Irak, Albania y Eritrea.
Por otro lado, hasta 55.000 refugiados volvieron voluntariamente a sus países mientras que otros 25.000 fueron expulsados y deportados tras rechazarse su solicitud. El caso más polémico es el acuerdo que incluye Afganistán dentro de la lista de “países seguros”.
ÉXITO DEL GOBIERNO ANTES DE LAS ELECCIONES
Los datos aportados por el ministerio suponen una buena noticia electoral para una Merkel que en tan solo ocho meses afronta unos comicios trascendentales que pueden lanzarla a su cuarto mandato consecutivo al frente de la primera potencia económica del continente. La reducción de refugiados certifica que más allá de las críticas por posibles violaciones de los derechos humanos el controvertido acuerdo europeo con Turquía, impulsado por la cancillera, ha dado sus frutos. “Esto demuestra que las medidas tomadas por el Gobierno y la Unión Europea están teniendo efecto”, ha celebrado De Maizière. Así, la Unión Demócrata Cristiana (CDU) de la cancillera puede sacar pecho tímidamente y probar los resultados de sus decisiones ante la feroz crítica de los populistas xenófobos de Alternativa por Alemania (AfD).
A pesar de que estas cifras pueden leerse como una pequeña victoria para Merkel y el Gobierno federal, la difícil gestión de la llegada de refugiados y su integración en la sociedad sigue siendo problemática para las autoridades. Durante los dos últimos años Alemania ha recibido y acogido a 1.170.000 exiliados. La lentitud burocrática con la que se gestionan sus peticiones de asilo, la controvertida incorporación social del islam y la radicalización terrorista de jóvenes siguen siendo factores muy complejos a los que hay que encontrar solución. De momento, ya se ha aprobado un sistema de registros en los que se tomarán las huellas dactilares de los recién llegados y el martes Alemania amenazó con recortar ayudas a aquellos países que no admitan a los deportados.
El alcalde de Hamburgo, el socialdemócrata Olaf Scholz, ha pedido que cuando no se pueda deportar a un refugiado a su país natal se le expulse a un país vecino en el que esté seguro. Asimismo Scholz, uno de los hombres fuertes del Partido Socialdemócrata, se ha mostrado partidario de la mano dura para “utilizar más rápida y fácilmente” la deportación de los inmigrantes a los que se rechace.
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