CAMBIOS EN POLÍTICA EXTERIOR

Alemania ampliará el Ejército por primera vez desde el final de la guerra fría

La ministra de Defensa alemana, Ursula von der Leyen, pasa revista a las tropas en unos ejercicios militares en el sur de Alemania.

La ministra de Defensa alemana, Ursula von der Leyen, pasa revista a las tropas en unos ejercicios militares en el sur de Alemania. / periodico

CARLES PLANAS BOU / BERLÍN

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Algo está cambiando en Alemania. La potencia europea ampliará su Ejército por primera vez desde el final de la guerra fría con la incorporaración de 14.300 soldados hasta el 2023. “Lo que ha pasado en los últimos meses ha requerido una presencia del Ejército casi sin precedentes”, explicó recientemente la ministra de Defensa Ursula von der Leyen. La respuesta de Berlín responde a la inestabilidad en Oriente Próximo, al impacto de los grupos yihadistas como el Daesh en territorio europeo, a los constantes flujos de refugiados producidos por la guerra y a la creciente tensión entre la OTAN y Rusia.

El plan impulsado por la política democristiana también pretende modernizar el Bundeswehr, el Ejército alemán, dotarlo de más recursos económicos y militares y de contratar a especialistas en campos más olvidados como los ciberataques. Así, se estima que en los próximos siete años hasta 4.400 civiles entrarán a formar parte de este cuerpo. Aún así, esas cifras deberán revisarse anualmente.

El Ejército alemán está sometido al control del Parlamento. El Ministerio presentará en junio un libro blanco para que se aprueben unas reformas que la oposición ya ha criticado por “no ser realistas” con los problemas demográficos del país. Alemania tiende al envejecimiento de la población y a la falta de jóvenes, algo que se traduce en un campo militar en el que hay problemas de personal.

REACCIÓN AL TERRORISMO

El gesto evidencia la intención de Alemania de cambiar parcialmente su rumbo en un tablero internacional con diversos focos. Los atentados en París y Bruselas hicieron reaccionar a Berlín en la lucha contra el terrorismo. A pesar de que en un principio sus posiciones apuntaban más al apoyo diplomático, la cancillería ha tomado la decisión de tener un papel más activo en puntos calientes como Siria, Irak, Libia o Mali, una decisión que rompe con la lógica militar seguida en las últimas décadas.

Los ataques también modificaron la actitud de la tradicionalmente pacifista opinión pública alemana, ahora más abierta a destinar más recursos al Ejército y a la defensa. Los populistas xenófobos de Alternativa por Alemania (AfD) no tardaron en explotar ese cambio para sacar réditos electorales.

El gesto de Berlín también puede servir para neutralizar ese discurso. “Para Merkel el Ejército puede ser un instrumento para llevar a cabo su agenda política de los refugiados y perfilarse como la gran estadista de Europa”, remarca el experto en relaciones internacionales Marcos Suárez Sipmann.

Los problemas de Francia, tradicional potencia militar del continente ahora enjaulada entre una economía que no arranca y el ascenso de la ultraderecha, llevan a Berlín a dar un paso al frente.

La decisión también se entiende como una concesión a las peticiones de Washington. En su visita a Hannover, el presidente Barack Obama criticó la dependencia militar europea y llamó al continente a “asumir parte de la carga” en seguridad. “Alemania jugará un papel fundamental en los problemas con Rusia. Merkel es la más preparada para negociar con el Kremlin y jugará al palo y a la zanahoria, manteniendo la diplomacia pero también haciendo un gesto de fuerza”, apunta Suárez Sipmann.

La mala sintonía entre Obama y Putin, alimentada por la expansión oriental de la OTAN y la de Moscú en Crimea, hace de la cancillers la “mejor aliada internacional” de Estados Unidos. La OTAN se reunirá el julio en Varsovia para exhibir músculo y Berlín ha querido estar preparada.

CAPACIDAD NEGOCIADOR

Con el final de la guerra Fría y la reunificación, Alemania se encontró con dos ejércitos. El país se preparaba para los años de paz y eso supuso una reducción drástica de sus efectivos. En 26 años, el Ejército ha pasado de tener 585.000 soldados a 177.000.

Marcados por un pasado profundamente belicista, la política exterior alemana de las últimas décadas se ha basado en la la diplomacia. No fue hasta 1998, en la crisis de Kosovo y con el Gobierno rojiverde de Gerhard Schröder, que Alemania volvió participar en operaciones al exterior.

En el 2001 el pacifismo de la opinión pública forzó a la cancillera a dar la espalda a George Bush y a la guerra de Irak, lo que dañó severamente la proyección internacional del país y su relación con Estados Unidos.

En sus 10 años al frente de la principal potencia europea, Angela Merkel también ha optado por la llamada guerra de los despachos y ha hecho valer su capacidad negociadora. El avance del yihadismo en África y Asia y el impacto que ha tenido en la Unión Europea, tanto con los atentados como con la llegada de los refugiados, ha forzado a Berlín a mover ficha.