LA POLÍTICA EXTERIOR DE WASHINGTON

La agenda inútil

Bush quiso imponer la democracia al mundo árabe y fracasó. Los pueblos de la región están levantando ahora el nuevo Oriente Próximo

Los matrimonios Obama y Bush, ayer en el World Trade Center.

Los matrimonios Obama y Bush, ayer en el World Trade Center.

RICARDO MIR DE FRANCIA
WASHINGTON

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Mientras la diplomacia de EE UU trataba de retrasar el alto fuego en El Líbano para dar tiempo a Israel a restaurar su poder de disuasión frente a Hizbulá sembrando de destrucción el sur del país y los barrios chiís de Beirut, la secretaria de Estado, Condoleezza Rice, definió aquellas atrocidades como«los dolores del parto de un nuevo Oriente Próximo». Era julio del 2006, un año y medio después de que George Bush abriera su segundo mandato declarando que EE UU«no tolerará la opresión en nombre de la estabilidad». Nacía la llamada agenda de la libertad, supuestamente para llevar la democracia al mundo árabe.

No fue más que otro espejismo tras el 11-S. Muchos conservadores consideran las revueltas árabes la consecuencia de laFreedom Agendade Bush, pero su Administración demostraría una vez más que EE UU solo exporta la democracia para proteger sus intereses estratégicos. Y, en el caso de Oriente Próximo, son los de Israel.

Tras enfurecer a Mubarak pidiéndole elecciones libres en el 2005, Bush descubrió que lo único que conseguiría presionando a sus aliados déspotas era que dejarán de apoyar la«guerra contra el terror».El entierro solemne de laFreedom Agenda, en la práctica, llegaría con la victoria de los islamistas de Hamás en las elecciones palestinas del 2006.

Las revueltas árabes

Barack Obama quiso dar la espalda al intervencionismo militar como vía para exportar los valores de EEUU, aunque no tardó en sumarse a la intervención en Libia. Obama se encontró con unas revueltas árabes espontáneas que han puesto a prueba la relación que prometió con el mundo árabe. Pero se ha limitado a ir a remolque sin variar más que en las formas la política de Bush.

Claudicó a la mínima ante Israel, apostó por Mubarak hasta que su caída fue inevitable y su diplomacia sostuvo hasta hace unos meses que el presidente sirio, Bashar al Asad, era«un reformista». Si en Libia se intervino para frenar la represión, en Bahrein o Arabia Saudí primó el silencio. El nuevo Oriente Próximo lo están levantando los árabes, muy a pesar del apoyo occidental a los sátrapas amigos de la región.