¿Adónde vas Europa?

David Cameron, el portugués Antonio Costa y Angela Merkel, en la pasada cumbre.

David Cameron, el portugués Antonio Costa y Angela Merkel, en la pasada cumbre. / periodico

ELISEO OLIVERAS / BARCELONA

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La nueva Unión Europea (UE) a veintisiete será "mejor", han prometido los líderes europeos tras su primera cumbre sin Gran Bretaña. Pero ese calificativo es un eslogan hueco para ocultar su división sobre las lecciones que deben extraerse del voto británico a favor del 'brexit' y sobre la reorientación que debe adoptar la UE para recuperar el respaldo ciudadano perdido.

Los líderes aplazaron a otra cumbre en septiembre la definición de las prioridades de la nueva UE. En su declaración, excluyeron reformas de calado y abogaron por continuar en la línea prevista hasta ahora. Ninguna mención a la abandonada dimensión social europea o al déficit democrático de la UE. La cancillera alemana, Angela Merkel, además descartó en público cualquier modificación de la política económica y de las exigencias presupuestarias del pacto de estabilidad con la vista puesta en las elecciones legislativas alemanas del 2017.

Alemania, que quiere mantener el 'statu quo', impuso una vez más su 'diktat' en la cumbre europea, demostrando el carácter desequilibrado de un eje franco-alemán donde Berlín decide y París cede para mantener la ficción de que Francia es aún uno de los motores políticos de la UE. Merkel impuso que no se presionara a Londres para activar de inmediato la negociación de salida de la UE, en contra de lo reclamado previamente por los presidentes de la UE, Donald Tusk, del Parlamento Europeo, Martin Schulz, y de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, y el propio presidente francés, François Hollande.

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Incertidumbre durante meses 

Esto permitirá a Londres retrasar el inicio de la negociación durante meses, prolongando innecesariamente las incertidumbres y facilitando la labor de los conservadores y lobbies británicos para preparar el terreno para lograr nuevas concesiones. El candidato a primer ministro Michael Gove ya ha anunciado que no piensa comunicar oficialmente la decisión de abandonar la UE este año para forzar la mano a los Veintisiete, siguiendo la estrategia marcada por Boris Johnson.

Gran Bretaña ha sido el principal aliado de Merkel y sus satélites en la defensa a ultranza de la política económica neoliberal y de austeridad en la UE y para acallar las reivindicaciones de Francia e Italia de una política europea a favor del crecimiento y el empleo. Gran Bretaña es también el tercer mercado mundial para las exportaciones alemanas, por delante de China, Italia y Holanda.

Hollande y el primer ministro italiano, Matteo Renzi, han planteado que con la salida de la UE la City financiera deberá quedar excluida al menos de las operaciones en euros, mientras Merkel guarda silencio sobre esta cuestión esencial. La City londinense aporta alrededor del 10% del producto interior bruto (PIB) británico. La Deutsche Börse (Bolsa de Frankfurt) y la Bolsa de Londres alcanzaron en marzo un acuerdo para fusionarse y aspiran a seguir adelante con el proyecto pese al brexit.

Recetas dispares

Las recetas para superar la actual crisis de confianza ciudadana en la UE son dispares: Alemania y Holanda defienden perseverar en la política actual, sin

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cambios significativos. Bélgica y Francia abogan por una "Europa a distintas velocidades" flexible, con la eurozona como núcleo de vanguardia. Polonia, Hungría, la República Checa y Eslovaquia (que acaba de asumir la gestión semestral de la UE) reclaman la renacionalización de algunas políticas europeas y la limitación de los poderes de la Comisión Europea. Sin un compromiso para reorientar la política económica en favor del crecimiento no se producirá la revitalización de la UE y se agravará la desconfianza ciudadana hacia las élites, avisa el exministro alemán de Asuntos Exteriores, Joschka Fischer.

La autocrítica de los líderes europeos no ha ido más allá de admitir que "numerosos ciudadanos europeos están expresando su insatisfacción ante el actual estado de cosas". La cumbre soslayó cualquier referencia al malestar por la política económica impuesta por Berlín y Bruselas, por la enorme desigualdad que genera y por los recortes en los servicios públicos de sanidad, educación, protección social y vivienda, que revelan los sondeos, como el del Pew Research Center.

"La UE se ha convertido en un monstruo burocrático", dirigido por "talibanes" en la Comisión Europea y desde donde "se organiza la desaparición progresiva de cualquier intervención política en la economía", ha criticado esta semana el exministro francés de Economía, Arnaud Montebourg. "La UE se está construyendo contra la población, alrededor de un proyecto neoliberal,  con una política aplicada de forma autoritaria, en base a decisiones ideológicas y no económicas", ha subrayado Montebourg.

Pese al referéndum, Juncker ha mostrado que la Comisión Europea sigue ajena al malestar ciudadano sobre cómo se toman las decisiones y ha defendido adoptar el polémico tratado comercial entre la UE y Canadá (CETA) sin que tenga que ratificarse por los parlamentos nacionales. Todo sigue igual.