ORIENTE PRÓXIMO

Obama concede a Israel el mayor paquete de ayuda militar de la historia

El Estado judío pierde el derecho a gastar parte de los 3.800 millones de dólares anuales en su industria

Obama y Netanyahu, en una comparecencia ante la prensa tras reunirse en la Casa Blanca, el 1 de septiembre del 2010.

Obama y Netanyahu, en una comparecencia ante la prensa tras reunirse en la Casa Blanca, el 1 de septiembre del 2010.

RICARDO MIR DE FRANCIA / WASHINGTON

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La relación entre Barack Obama y Binyamin NetanyahuBinyamin Netanyahu ha estado marcada por los desacuerdos, los desplantes y el desprecio mutuo, pero cuando se escriba la historia, el primero pasará a los anales como el más generoso de los presidentes de EEUU con el Estado judío. Ambos países han llegado a un acuerdo para aumentar la ayuda militar que Washington concede a su principal aliado en Oriente Próximo. Durante la próxima década, Israel recibirá 3.800 millones de dólares anuales (unos 3.380 millones de euros) de los contribuyentes estadounidenses, un incremento sustancial respecto de los 3.100 que recibía hasta ahora. Ese montante no tiene precedentes en la historia, como ha reconocido el Departamento de Estado, y le permitirá al Ejército israelí mantener su ventaja incontestable sobre los vecinos de la región.

El nuevo memorando de entendimiento se ha negociado durante los últimos 10 meses y está previsto que se firme en la noche de este miércoles en Washington entre los asesores de seguridad nacional de ambos países. Para comprender su importancia, basta un dato: Israel recibe actualmente cerca del 53% de la financiación militar que EEUU concede a todos sus aliados en el mundo, según el Servicio de Investigación del Congreso, una ayuda que supone el 20% del presupuesto israelí en Defensa. Lo que demuestra que Israel sigue siendo sagrado para EEUU, por más que Netanyahu tratara de sabotear el acuerdo nuclear con Irán o que la Casa Blanca nunca haya reconocido formalmente la ocupación de los territorios palestinos, reniegue de la expansión de los asentamientos o condene ocasionalmente sus reiterados abusos de los derechos humanos.  

CHEQUE EN BLANCO

El apoyo que tiene en el Congreso y los medios generalistas, siempre vigilados por el poderoso lobi proisraelí, sigue siendo prácticamente unánime. Un cheque en blanco. Y ni siquiera el cambio de tendencia entre la juventud estadounidense, que según los sondeos está dejando de percibir a Israel como la víctima sempiterna de los conflictos en la región, se ha traducido en un respaldo más condicional a Israel. “Incluso en esta época de apretarse el cinturón, estamos preparados para firmar el mayor paquete de asistencia militar en la historia con un solo país”, dijo en junio la asesora de seguridad nacional, Susan Rice.

Neyanyahu, sin embargo, no ha obtenido todo lo que pedía. Quería 4.500 millones anuales y ha obtenido 3.800. Esa cifra es ligeramente superior a lo que ya percibía porque a los 3.100 millones hay que sumarle algo más de 600 adjudicados por el Congreso para financiar los programas antimisiles conjuntos como el Iron Dome, que opera en las fronteras de Gaza. Washington desembolsa ese dinero en los primeros 30 días del año fiscal, algo que no hace con ningún otro país, e Israel lo deposita en cuenta con intereses de la Reserva Federal, lo que le permite multiplicar el monto final.

FIN DEL SUBSIDIO

Con el nuevo acuerdo, que comenzará a aplicarse en el 2018, el Estado judío ha perdido sin embargo la prerrogativa de gastar el 26.3% de la ayuda militar estadounidense en su propia industria armamentística. Esa cláusula, vigente desde 1980, un año después de la firma de la paz con Egipto, y exclusiva para Israel, le ha servido para desarrollar una de las industrias público-privadas más punteras del mundo, hasta convertirse en uno de los mayores exportadores de armas del planeta. Pero algunas voces en Washington la consideraban contraproducente porque ha permitido a Israel competir en el mundo con la industria armamentística estadounidense.

“¿Cómo se puede explicar que estemos compitiendo con los israelíes en el mercado de la Defensa indio al mismo tiempo que subsidiamos su industria?”, decía hace unos meses Mary Beth Long, quien fuera secretaria adjunta de Defensa para Asuntos Internacionales durante los dos últimos años de la Administración de Bush. El Gobierno hebreo tampoco podrá presionar al Congreso durante la década de vigencia del acuerdo para que aumente la financiación. No podrá hacerlo salvo en caso de guerra, un escenario, sin embargo, relativamente probable teniendo en cuenta que, desde finales del 2008, se ha embarcado en tres conflictos armados en Gaza y otro en el Líbano.

Tanto la prensa estadounidense como la israelí sostienen que ambas partes querían rubricar el acuerdo antes del final de la presidencia de Obama. Pero no todo el mundo está de acuerdo. El exembajador israelí en Washington Michael Oren pidió a Netanyahu que esperara, al igual que el neoconservador Elliot Abrams, uno de los asesores de seguridad nacional de Bush. “Si lo haces este año, le darás a Obama un argumento para decir por qué ha protegido a Israel mejor que nadie en la historia”, le ha dicho Abrams al 'Washington Post'. “Y Obama hará mal uso de ello para desplegar sus parámetros en una negociación de paz”. Y ya se sabe que ni Netanyahu ni sus aliados en la capital quieren saber nada de una paz medianamente justa.