Décimo aniversario del golpe de Al Qaeda

11-S: ¿una generación?

Unos trabajadores ajustan los haces de luz del Tribute in Lights, en memoria del 11-S, el pasado miércoles.

Unos trabajadores ajustan los haces de luz del Tribute in Lights, en memoria del 11-S, el pasado miércoles.

IDOYA NOAIN / NUEVA YORK
R. MIR DE FRANCIA / WASHINGTON

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Más de un niño en Nueva York, en una expresión absoluta de inocencia, mostraba el 11 de septiembre del 2001 el miedo a que «los turistas» siguieran creando escenas de terror incomprensibles como las que estaban viendo en vivo algunos de ellos. Equivocaban la palabra con «terroristas», un concepto que entonces no entraba en sus imaginaciones o en sus vocabularios.

Ahora son ya adolescentes y lo que ocurrió aquel día y sus consecuencias son aspectos que, como a los entonces adolescentes que hoy son jóvenes adultos, los marca como la generación 11-S según la etiqueta de algunos sociólogos, psicólogos y medios de comunicación que rechazan otros expertos y observadores.

Cuando el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, usó recientemente la expresión, por ejemplo, lo hizo para hablar de los más de cinco millones de miembros de las Fuerzas Armadas que han servido en Afganistán, Irak y otros países desde el día de los atentados. Pero aunque en los primeros meses tras los atentados subió modestamente el número de alistamientos en el Ejército, en los años siguientes no se lograron los objetivos de reclutamiento, ni siquiera relajando las normas para aceptar a potenciales soldados. Solo el golpe de la crisis económica volvió a incrementar el interés por el Ejército. Quienes anticipaban una nueva versión de la conocida como Generación Pearl Harbour perdían uno de los puntos básicos para establecer la comparación.

LA EVOLUCIÓN DE LOS EFECTOS / No hay duda de que el 11-S marcó inmediatamente a niños y jóvenes -como a los adultos- y hace 10 años hubo un aluvión de estudios como uno de la Universidad de Míchigan que recogió un aumento del 100% en las visitas a a centros psicológicos en la semana tras los atentados. Pero los efectos han evolucionado y algunos optan por hablar de la generación pos-11-S, marcada también por la evolución política de EEUU, la irrupción de Obama o la crisis.

Es una generación «extremadamente conectada globalmente», hábil en el uso de los medios y más involucrada en acontecimientos globales que ninguna antes, según Chris Caruso, responsable de juventud de la fundación Puntos de Luz.

Incluso para Pat Somers, que dirigió para la Universidad de Tejas uno de los estudios más destacados en busca de la generación 11-S, la definición no está clara. Sus entrevistas a lo largo de varios años a 50 universitarios demuestran que el 20% alteró sus planes académicos por los atentados, el 47% mostró más interés en la comunidad global y que un tercio se implicó más en actividades cívicas, pero Somers llegó a la conclusión de que «solo el tiempo dirá si el 11-S fue un momento definitorio para toda una generación y el principio de una nueva era en la historia de EEUU o una terrible tragedia nacional que ocupó nuestras mentes y desgarró emociones durante un breve periodo antes de diluirse en la memoria».