COn mucho gusto . CUADERNO DE GASTRONOMÍA Y VINOS

Bocados de culpa

Durante los banquetes navideños que se cierran con el roscón de Reyes, no faltan aquellos que pretenden arruinarnos el placer que proporciona comer sin culpa.

Roscón de Reyes de Escribà, un placer no exento de sentimiento de culpa.

Roscón de Reyes de Escribà, un placer no exento de sentimiento de culpa.

MIQUEL SEN

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El pesebre no estará completo hasta que en él se integre la figura del amargador, un personaje caracterizado por su habilidad para amargarnos los banquetes navideños recordándonos todo lo negativo que encierran, desde los excesos calóricos a la hecatombe que producen en el reino animal.

Este torracollons tiene una dimensión mucho mayor que su pariente próximo el caganer. Utiliza a su favor los modernos medios de comunicación e incluso nos asalta desde Estados Unidos, bloqueándonos a media garganta el más delicado fuagrás. Porque este ser puede disfrazarse de cualquier cosa, desde tía nutricionista a ecologista ferviente.

Un caso paradigmático se lo proporcionan el pato y la oca, opuestos al pavo. Mientras en muchos estados de la unión se establecen duras campañas contra los elaboradores de fuagrás, el pavo pasa de puntillas tras el indulto, en 1963, de John Kennedy a un pavo que debía acabar en la mesa presidencial.

Desde entonces, el mundo asiste emocionado y atontado a la suerte de los dos pavos que, procedentes de las mejores granjas, pasan una noche en hotel Willard, al lado de la Casa Blanca. Disponen de una habitación de 350 dólares con la moqueta debidamente recubierta para la ocasión. Uno se salva, mientras el otro se dora. Con esta fórmula se diluyen todas las culpas de nuestros pecados proteínicos, por lo que podemos descargar comentarios contra todo tipo de cochinillo caramelizado, en el que es fácil descubrir una agradabilísima y sabrosa proporción de colesterol.

En lo que tiene razón el amargador es en la forma con la que se consiguen la gran mayoría de alimentos que estos días llevamos a la mesa. El respeto por lo que comemos es tan indispensable como lo ha sido resituar los restos de estos festines en un recetario que nos lleva a platos tan interesantes como la escudella en tarrina. Impedir que se pierdan esas barras de turrón a medio cortar, dándoles nueva vida como postres, no es cocina de recurso, sino recurso de inteligencia culinaria. Algo así como volver a los patos y ocas criados en libertad, sabiendo que, según el amargador Josep Pla, comer pavo es un ejercicio prehistórico y mandibular.