26 AÑOS emulando un juguete

La vida 'esclava' de la Barbie humana

La rusa Angelica Kenova ha consagrado su vida a imitar a la muñeca

La vida 'esclava' de  la Barbie humana_MEDIA_1

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MIREYA ROCA / BARCELONA

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Tras la triste noticia de la muerte de Celso Santebane, el joven brasileño que a golpe de bisturí intentaba parecerse al muñeco Ken, algunos medios se han hecho eco de la situación en que se encuentra Angelica Kenova, de 26 años, conocida como la Barbie rusa. Desde que nació la joven se ha convertido en un juguete para sus padres, que la han criado con el objetivo de convertirla en una reproducción a tamaño natural de la muñeca de Mattel. «Me han criado como una princesa, nunca me han dejado salir ni tener novio. Así que no estoy preparada para la vida real. Solo soy una muñeca», reconoce.

A diferencia del malogrado Santebane, que confesó que había gastado más de 40.000 euros en operaciones estéticas para convertirse en el Ken humano, Kenova y su familia  aseguran que jamás  ha pasado por el quirófano y que puede presumir de cuerpo moldeado y con curvas porque desde niña sus padres la han obligado a pasar diariamente muchas horas en el gimnasio con su entrenador personal.

LENTILLAS ESPECIALES / Y es que Natalia y Evgeni, los padres de Angelica, siempre han estado obsesionados en que su hija fuera igual que Barbie, con las mismas facciones y con un cuerpo casi imposible de tener por tratarse de unas medidas pensadas para la muñeca más famosa del planeta. Desde sus primeros meses de vida la han preparado para ello: le pautan la alimentación, su actividad física, le compran y le visten con la misma ropa y accesorios y le peinan la misma larga melena rubia... A ello hay que sumar un suave maquillaje que acentúa sus rasgos aniñados, unos enormes ojos azules conseguidos con unas lentillas especiales y unas pestañas XXL; un pecho sospechosamente voluminoso para su físico; una cintura de solo 53,5 centímetros, unas largas piernas y una cadera afinada y trabajada a base de abdominales.

«Barbie es ídolo y modelo a seguir por muchas niñas, así que estoy agradecida de que para mí sea algo natural», declaró la joven recientemente a la prensa rusa. Kenova, que cuenta con más de 15.000 seguidores en Instagram, vive como en una burbuja, aislada del mundo bajo las estrictas órdenes de sus padres. Las pocas veces que sale a la calle o al cine lo hace acompañada de su madre.

«Siempre tengo que hacer reserva para tres para que mi madre pueda sentarse con nosotros, así que en realidad apenas tengo amigo, ni mucho menos novio», confiesa. En pocas palabras no tiene vida propia. «Debería ser independiente, pero mis padres insisten en que viva con ellos. Quiero a mi familia, es todo lo que tengo y no quiero decepcionarlos», concluye.