LA SUPERVIVIENTE DE RAVENSBRÜCK recuerda su pasado en su pueblo natal, els guiamets

Una vida de novela

Carme Martí narra la epopeya de Neus Català en 'Cenizas en el cielo'

ERNEST ALÓS / Els Guiamets

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A Neus Català le «mataron el sueño» en los campos nazis de Ravensbrück y Holleischein. Desde entonces, dice, no puede dormir sin la ayuda de una pastilla. Incluso hoy, a sus 96 años, en la residencia de Els Guiamets, el pequeño pueblo del Priorat donde nació y donde ha elegido pasar sus últimos años. El sueño se fue porque en su lugar se quedaron los recuerdos, que durante el último año y medio ha ido contando a Carme Martí para que los reconstruya en forma de novela (Un cel de plomen catalán,Cenizas en el cieloen castellano). «Es un libro para la memoria», explicaba ayer la protagonista de la historia.

«En el geriátrico me abuuurro», explica Català a los periodistas que han venido a visitarla para que les hable del libro. La ganadora del premio Català de l'Any del 2006 ya no puede visitar escuelas para hablar de lo que pasó, ni participar en las asociaciones de supervivientes del horror nazi, ni militar activamente como comunista. Pero sigue siendo la Neus Català de siempre. Persistencia, tenacidad y memoria. Una y otra vez, tozudamente, insiste en que se debe recordar a las mujeres que participaron en la resistencia y la deportación, cuyo papel fue minusvalorado por sus compañeros de militancia, y que lo importante de su libro no es su experiencia particular, sino recoger el testimonio de sus compañeras.

Neus Català recuerda cómo descubrió la realidad de las deportadas a la escritora Montserrat Roig: «Si los españoles fueron los olvidados de la resistencia, las españolas y catalanas fuimos las olvidadas de los olvidados. Los hombres no habrían podido hacer nada sin la fuerza de sus mujeres, sus hijas y sus madres: llevábamos comida, los escondíamos, transportábamos los partes... yo llevaba los papelitos escondidos en aquel peinado que le llamabanArriba España»

Sin embargo, opina Carme Martí, que conoció a Català cuando la entrevistó para el boletín del Museu de la Vida Rural, la novedad de su biografía-novela (explica que de ficción solo hay diálogos o pequeños pasajes de transición, y absolutamente nada sobre la experiencia concentracionaria) respecto a anteriores trabajos es haberse aproximado mucho más a la «dimensión humana» de su protagonista, incluyendo episodios que hasta ahora no había explicado o por los que no le habían preguntado. Y no solo del campo de concentración, sino también de sus orígenes, su trabajo en una colonia infantil durante la guerra civil y la difícil reintegración a la vida normal en 1945, y en 1975 al regresar a España. Aunque, eso sí, el título recuerda la tétrica imagen que marcó la llegada a Ravensbrück.