Emily Ratajkowski

El triunfo toma cuerpo

Su irrupción en el videoclip de 'Blurred Lines' ha sido el trampolín de esta modelo de veraneos mallorquines que acaba de ser elegida Mujer del Año por 'Esquire'

ELOY CARRASCO

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Dios escribe recto con renglones torcidos, pero el Diablo también tiene sus poderes y traza destinos cristalinos gracias a líneas borrosas. Eso es lo que parece haberle ocurrido a esta joven de 22 años de linaje polaco, nacida en Inglaterra y criada en California. Cuesta un poco quedarse con su nombre, no tanto con la cara y el chasis: Emily Ratajkowski.

Es una de las tres muchachas que bailotean y hacen el ganso desnudas junto a Robin Thicke en Blurred Lines, canción pegajosa como el bochorno y cuyo vídeo ha sido visto, desde que se publicó en marzo, más de 230 millones de veces en YouTube, juntando la versión no censurada con la que tiene tela. Para muchos, Emily es la muchacha, la belleza deslumbrante que se come todos los planos y eclipsa no solo a las otras dos chicas (Jessi Mbengue y Elle Evans) sino al propio cantante y a sus compinches en escena, Pharrell Williams y TI. Desde luego, ha sacado partido de su desacomplejada desnudez, que afronta sin atisbo de vergüenza. «El desnudo no debería ofender a nadie, no entiendo la polémica», ha declarado. «Crecí viendo cómo mi madre hacía toples en la playa cada verano en Mallorca, es algo natural», añade para terminar de limpiar miradas y acallar crujires de dientes feministas, que los ha habido en abundancia por el uso «gratuito» del cuerpo femenino. (También han circulado vengativas parodias cargadas de sentido del humor, en las que mancebos atléticos, dóciles y en calzoncillos se someten a las ocurrencias de tres mujeres).

Ahora Emily está muy orgullosa y recoge una cosecha impresionante, pero ha reconocido que al principio tuvo sus dudas, cuando supo que el videoclip consistía en revolotear, cubierta solo con un tanga de color carne, alrededor de un chulo que canta cosas como «te daré algo lo bastante grande para romperte el culo». Al final, explica, detectó el punto de ironía al hecho de grabar en bolas y pensó que la desnudez, tan simple, tan vieja y tan efectiva, sería un buen atajo hacia la fama.

Modelo poco convencional

En esas está, seleccionando entre la catarata de ofertas que le ha reportado Líneas Borrosas más allá de lo que había hecho hasta ahora: muchas fotos bastante desabrigada y un par de episodios de la serie juvenil iCarly (que aquí emitía Clan). La revista Esquire acaba de proclamarla Mujer del Año (con el 64% de los votos) y tiene a tiro el debut en el cine con un pequeño papel en Gone girl, que no es cualquier cosa: dirige David Fincher y protagoniza Ben Affleck.

Y ciertas firmas de la moda se la rifan. «No soy una modelo convencional», aclara ella en alusión a que mide 1,70 (no mucho para la pasarela) y tiene los pechos notablemente más voluminosos que los que desfilan por ahí. Hace unos meses, acalló a algunos maledicentes que hicieron correr que se había operado: colgó en su Twitter una foto en biquini de cuando tenía 14 años y, sin peritajes notariales más concretos, a ojo puede decirse que gastaba la misma talla que hoy.

Hasta esa edad, su madre, Kathleen, profesora de inglés, había logrado su propósito de mantenerla alejada de los moscones cazatalentos, pero tuvo que sucumbir al magnetismo que su hija desprendía y la adolescente Emily entró al fin en la agencia Ford. Su padre, John Ratajkowski, es un pintor de cierto prestigio en California y también da clases de Arte. Le gusta reconstruir casas a punto del desplome, y eso hizo en Sant Joan, en el interior de la isla de Mallorca, y en Bantry (Irlanda), donde transcurrían sus veranos. Si en el Mediterráneo se familiarizó con la desnudez playera, en la verde isla atlántica, dice Emily, adquirió el gusto por frecuentar los pubs, sus pintas de cerveza y los brindis transgeneracionales. No tiene novio, que se sepa. Su triunfo toma cuerpo.