ENTREVISTA

Mario Vaquerizo: «La frivolidad bien entendida te salva la vida»

Se licenció en Periodismo en la Complutense, pero en 1999 entró a trabajar en la discográfica Subterfuge, de promocionero de grupos como el de Alaska. A los seis meses se casó con ella en Las Vegas, y 'revalidó el título' en España, en el 2011. Ha representado a bandas como Dover y a actrices como Elsa Pataky y Leonor Watling. También formó, en el 2004, el grupo Nancys Rubias, en el que es vocalista y en el que está enrolada su hermana Marta.  Su popularidad creció en el 2011 gracias al 'reality' de la MTV 'Alaska y Mario', y ha ganado enteros con sus apariciones en 'El Hormiguero' de Pablo Motos. También es autor de la biografía autorizada de Alaska y del libro 'Haciendo majaradas, diciendo tonterías'. Puede montar un sindiós en un plató, hablar inglés peor que Aznar, ponerse serio al negociar un contrato de Fangoria y escribir un libro como 'Fabiografía'.

Mario Vaquerizo, en un sofá del Hotel Presidente de Barcelona, el pasado viernes.

Mario Vaquerizo, en un sofá del Hotel Presidente de Barcelona, el pasado viernes.

NÚRIA NAVARRO

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No decepciona. Llega dando zancadas embutido en esos pantalones negros de pitillo que un día descubrió en la tienda Trash and Vodevil de Manhattan, unas botas Lou-

boutin con taconazo y una simpatía en permanente modalidad de aspersión. Está de gira, en plan superstar, presentando su libro Fabiografía (Espasa), una biografía muy suelta de Fabio McNamara, figura principal en el pantocrátor de la movida madrileña.

-¿Es usted una divina, como calificaba Fabio McNamara a los admirables?

-Para mí ser divina es ser una persona libre, que hace lo que quiere en todo momento, con la cabeza en su sitio, pero con capacidad para reírse de sí mismo. Un ser aristotélico, que sabe que la virtud está en el medio.

-¡Caray! Si hasta cita a Aristóteles.

-Incluso hay quien se sorprende de que haya escrito un libro. Pero ¡coño, soy periodista! Saqué un 9 en la selectividad y me metí en la carrera para entrevistar a todos mis ídolos.

-Pues pasa por no saber de ríos, ni por progresar adecuadamente en inglés.

-Es que lo de sacar buenas notas, cariño… Yo vi la facultad como un trámite burocrático. Si sacaba sobresalientes -que los sacaba- era para dar gusto a mis padres, pero en segundo de carrera ya me buscaba la vida como freelance en revistas y diarios. Lo que soy es un tío como muy despierto y muy intuitivo.

-¿Cómo es que ha salido así?

 

-¿Cómo he salido?

 

-Todo un personaje.

-La gente dice que me he montado un personaje, pero sería incapaz de aguantar un papel las 24 horas. Me muestro tal y como soy, para bien y para mal. Y creo que eso refleja una seguridad en mí mismo apabullante. Es algo que está en mi ADN. Cuando tenía cuatro años y medio mi tía me llevó a ver Grease, y yo dije: «Quiero ser John Travolta». Y compraba el Súper Pop para tener las pegatinas de Travolta, cosa que no compartía con el resto de mis compañeros.

-Ya era el rarito.

-Siempre he sido muy simpático y cordial, muy desinhibido, pero tenía mi propio mundo.

-¿Lo que dice es lo que piensa?

-Yo no me invento nada. Acaso el cerebro me funciona demasiado rápido y la boca no tiene ni tiempo de vocalizar e invento palabras. Y a veces suelto alguna perla para epatar, sí.

-«Soy un bisexual teórico». ¿Una perla?

-No. Hay chicos que me parecen guapísimos, pero a la hora de follar prefiero un par de tetas, ¿comprende?

-Así, así. 

-Como tengo pluma desde pequeño y me muevo en un ambiente tan de maricones, también a mí me entró la duda. Se lo consulté a Olvi: «Me gusta Joe Dallesandro -el actor de la trilogía Flesh, Trash y Heat de Andy Warhol-, ¿me gustarán también los chicos?». Y ella me dijo: «Tú haz un ejercicio mental, imagínate follando con Dallesandro; si te excitas, es que quizá te gusten». Y yo me puse a imaginar y no me excitaba nada.

-Entonces, ¿por qué está tan cómodo en ese ambiente de boas y charoles?

-No me gusta generalizar, porque cada mariquita es un mundo. A mí lo que me va es la buena gente, y se da el caso de que el 95% de mi buena gente son homosexuales. Creo que a eso se le llama selección natural. Formamos una familia extensa, que comparto con la familia natural. Soy muy aglutinador yo, muy patriarca, y Olvido se ha tenido que adaptar. Ella solo tenía a su abuela y a la madre, y se ha encontrado con un mogollón de Vaquerizos y de Caros. Y le ha costado lo suyo estar en el baño y que yo entre de repente, cosa que en mi familia era normal. Pero cuando mi hermano Ángel murió [atropellado por una ambulancia en el 2004], mi suegra le dijo a mi madre algo muy bonito: «¡Qué pena hija mía, para una vez que tenemos una familia de verdad!». Mi hermana Marta vive en el cuarto y nosotros, en el segundo. Cuando quiero a alguien, lo quiero las 24 horas.

-¿Absorbente?

-Sí, pero doy mucho. A veces, si estoy flojo, digo: «Dadme un poquito a mí que estoy hasta el coño de dar». Pero, por lo general, prefiero llevar las riendas y que todo el mundo esté bien.

-Curioso. Era fácil imaginar a Alaska como la líder de la manada.

-¡Huy no! Nos complementamos. Y tenemos nuestros espacios. Olvido se va ahora a Grecia con unos amigos al oráculo de Delfos y a mí eso no me interesa nada. Prefiero ir a la sierra madrileña con mis amigos a ver películas o a emborracharme si me apetece. Si fuerzas mucho la relación, el amor se convierte en reproche.

-Otro arranque de profundidad.

 

-La gente me ve como un intrascendente, pero yo soy muy profesional. Hasta ser famoso exige serlo. Si no quieres que te paren por la calle, hazte cajera del Dia. Los famosos que se quejan me parecen unos insensatos. Yo he venido a Barcelona con cagaleras, pero me tomo una cerveza, que tiene vitamina B, y no fastidio ningún plan de promoción.

-La fama cuesta y se paga con sudor, decían en la serie.

-Sí, pero yo tengo una visión muy warholiana de la fama. Todo esto lo veo como un extra. Mi base laboral no está ahí, y si he hecho un reality con Alaska no ha sido para ganar dinero, sino porque me apetecía, porque todos mis mitos lo han hecho: Ozzy Osbourne, Gene Simmons, de Kiss; Pamela Anderson...

-Ya, pero el pastizal le cae igual.

 

-Yo económicamente estoy fenomenal. Tengo dinero porque trabajo mucho. Llevo cuatro semanas, de lunes a lunes, con la promoción del libro, la grabación del nuevo disco de las Nancys Rubias, la planificación de la gira de Fangoria por México y EEUU y El Hormiguero, al que voy porque me lo paso de miedo y porque aprendo un montón de Pablo Motos, que es un genio del directo. Para ser mainstream  tienes que llevar una vida disciplinada.

-¿Está donde y como quiere estar?

-Ahora mismo me encuentro en un momento de plenitud máxima. De pequeño era un despropositado. Salía de clase, me iba directo al Vip's a hincharme de grasas y tenía el colesterol por las nubes. Me puse a dieta hasta llegar a esta delgadez. Me gusto. Y no echo de menos nada del pasado ni ansío nada para el futuro.

-¿Nada?

-Bueno, me gustaría dirigir una revista como el Interview de Andy Warhol en la que Pitita Ridruejo entrevistara a las Nancys Rubias. Aun así,  estoy en estado de autorreafirmación constante. Suena rimbombante, pero es que estoy muy feliz conmigo, con Olvi, con mi familia. Mi cotidianidad me parece lo más.

-¿Le interesa lo que pasa ahí fuera, en la sociedad estrangulada? 

-Yo soy muy egoísta, ¿eh? Lo reconozco. Soy solidario con el que tengo delante y conozco bien. Me preocupa la situación de los mayores de 50 que están sin trabajo, pero no la de los jóvenes, que tienen energía. No por tener una carrera tienes que tener un puestecito de trabajo. Yo con 16 años me sacaba una pasta para pagarme los estudios llevando los marcadores informativos de la Liga de baloncesto en el Palacio de los Deportes. La gente se ha vuelto muy comodona y estamos todos en un momento muy paternalista, como echándole la culpa a los demás. Ante una mala situación, hay que buscarse la vida.

-¿Del PP?

-¡Cómo voy a ser el PP! A muchos del partido les caigo bien y a otros del PSOE, también. Otros me detestan y me lo demuestran girándome la cara, que es lo más feo. Dicho esto, siempre he reivindicado a Esperanza Aguirre, porque es una profesional. Hay cosas que propone, como la eliminación del impuesto de transmisión patrimonial, que jode a muchos.

-Después del atropello, ¿sigue apoyándola con tanto ardor?

-Es que yo a Esperanza la veo como un personaje de cómic, para bien ¿eh? Pero también digo, ¿qué pasa con el señor agente de movilidad que ahora se ha cogido la baja por depresión y acoso mediático? ¿Tanto le ha impactado? ¿Qué coño quería, convertirse en defensor de los de movilidad, que a menudo fastidian a los pobres taxistas? Porque si no me lleva mi chófer, Robertini, yo cojo mucho taxi y lo veo cada día.

-Un lujo lo del chófer, por cierto.

-A todos nos gusta el lujo, ¿no? Yo fui una vez a un cámping y salí corriendo. ¡Qué frío hacía allí!  Pero también le diré que soy más de Burger King que de uno de esos restaurantes de cinco michelines que no entiendo. Yo soy transversal. En todo. Me gusta ir a Qué tiempo tan feliz y al Sónar, escuchar a los Ramones y a la Carrà. Estar entre dos mundos es una maravilla.

-Y una frivolidad, dirían otros.

-La frivolidad bien entendida te salva la vida, cariño. Pero hay que ser un poquito inteligente para llevar las situaciones más serias al lado hedonista. Mire, al día siguiente de firmar la hipoteca del primer piso con Alaska, me echaron del trabajo. ¿Qué hice? Pensar: «Los cambios siempre son para mejor y ya está». Y el paro me duró un mes.

-¿Es vengativo? Desde esa fama suya  ¿le mete un secreto zasca a alguno?

-A alguna walpurgis.

 

-¿Walpurgis?

 

-Hay malas envidiosas que se esconden en el anonimato de las redes sociales para decir barbaridades de mí.

-Una barbaridad de esas, para acabar.

-Que me había peleado con Nacho Canut -mi mejor amigo- porque él me había descubierto en un baño público chupándosela a un político canario. Yo lo leo y me descojono, pero lo lee mi madre y le afecta. ¿Por qué no me llamas a la cara «maricón»? Pero como ahora la gente me conoce más ya no traga según qué.