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Luces solitarias alumbrando habitaciones

ALBERT Espinosa

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Artículo 185. Me gusta tanto el número 185 que debo hablaros de una de las personas más fantásticas que conocí cuando yo era pequeño. Se llamabaSr. Benitoy compartí con él dos meses de habitación de hospital. La 185. Yo tenía la cama A y él, la B. Y eso une tanto que se acaba convirtiendo en tu hermano de hospital.

Él tenía entonces 92 años y una fuerza que no he encontrado jamás en otro ser humano. Recuerdo que muchas tardes nos poníamos a mirar por la ventana y me hacía fijarme en la gente de la calle y me enseñaba que a todos les mueve algo, una pasión que les obliga a andar a distintas velocidades para llegar a un destino que solo ellos conocen. Y jugábamos a pensar adónde iría uno y otro por el caminar, la sonrisa y la pasión. Pero también me enseñó otra cosa que no olvidaré. Fue que... Bueno, casi os lo cuento después de lo mejor de mi semana.

Tercer lugar:Acuérdate de vivir.Ismael Serrano vuelve como siempre en verano y te lleva lentamente verso a verso a los amores imposibles y la tristeza contenida de una manera deliciosa.

Segunda posición:Noche y día. Entretenida y con un ritmo trepidante.Cameron DiazyTom Cruisedisfrutan de lo lindo y consiguen que una película de verano no defraude y te haga feliz.

Primer puesto:La Presbytère,en el marco del Festival Castell de Peralada. El Ballet Béjart consigue un espectáculo tan supremo que mi esófago casi explota al ritmo deThe show must go on.

Sensacional la pasión deArthur Louartiy la fabulosa frase: «Me recomendásteis: haced el amor y no la guerra. Hicimos el amor, ¿por qué el amor nos hace la guerra?»

Y volviendo a mi hermano de hospital, él también me enseñó a mirar por la ventana a los edificios a altas horas de la madrugada. Y me obligaba a centrarme en aquellos en los que solo había una única luz encendida y me explicaba que aquello significa que alguien ya no caminaba pero hacía algo más importante: «Pensar por la noche e intentar cambiar su vida a través de una conversación solitaria o conjunta».

Y aún ahora miro edificios por las noches y busco luces solitarias alumbrando habitaciones, y pienso que en el hospital nosotros siempre éramos la última luz en apagarse. Te echo de menos...