Berzosa & Forcades & Caram

Por el amor de Dios

Sor Verónica, imán de vocaciones, ha sido protagonista (involuntaria) del estreno del 'reality' 'Quiero ser monja'. Su historia es especial, pero ella no es la única que ha logrado atraer la atención rompiendo los estereotipos de la clausura.

Sor Verónica de Lerma, antes María José Berzosa, atrae vocaciones con su carisma.

Sor Verónica de Lerma, antes María José Berzosa, atrae vocaciones con su carisma.

POR juan fernández

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Es poco probable que María José Berzosa hubiera necesitado la mediación de un programa como 'Quiero ser monja' -el 'reality' de aspirantes a novicias recién estrenado en Cuatro- para convencerse de la autenticidad de la llamada de Dios. Ella lo tuvo claro. En 1984, al poco de cumplir los 18, abandonó sus estudios universitarios de Medicina, sus ensayos de teatro, sus partidos de baloncesto y sus noviazgos de adolescente para convertirse en sor Verónica María, monja de clausura de las clarisas de Lerma (Burgos). La leyenda que rodea a su figura desde entonces explica la fascinación con la que el domingo pasado hablaban de ella Juleysi, Paloma, Janet, Jaqui y María Fernanda, las jóvenes que han de dilucidar ante las cámaras la dimensión de su vocación religiosa.

LA FLAUTISTA DE HAMELÍN

Las cinco se referían a sor Verónica como un faro en sus horizontes y una fuente de inspiración. El aislamiento de la clausura suele condenar a las religiosas a una invisibilidad social solo rota a través de raras excepciones que atraen la atención mediática por la peculiaridad de sus personalidades. Pero la actual abadesa del convento burgalés no es noticia por participar en tertulias de la tele, ni por ser activa en las redes sociales, ni por tener un 'hobby' fuera de lo común, sino por haberse convertido en una suerte de flautista de Hamelín que consigue atraer hasta Jesucristo a una riada de jóvenes impropia de estos tiempos tan poco dados a las advocaciones religiosas.

A la vista de su historial, no parece que exageren los que la ven como una nueva Teresa de Ávila y elevan a la categoría de milagro la revolución que supuso su llegada al convento. Cuando tomó los hábitos, en el centro religioso de Lerma llevaban un cuarto de siglo sin recibir una solicitud de ingreso y la más joven de las 24 monjas que habitaban sus estancias superaba los 40 años de edad. En 1994, convertida ya en sor Verónica, fue nombrada maestra de novicias y el claustro empezó a llenarse de savia nueva. Cinco años más tarde, gracias al empuje de su entusiasmo y su capacidad de convencimiento, el centro religioso había doblado su personal. Un lustro más tarde eran más de un centenar.

Entre ambientes parroquiales y grupos religiosos de toda España empezó a correr la buena nueva: en Burgos había una monja que agitaba los corazones de las jóvenes hasta llevarlas a desear fervientemente convertirse en monjas de clausura. Su habilidad para encender vocaciones no tardó en llegar a oídos de la Conferencia Episcopal. El cardenal Rouco Varela, por entonces máximo representante de la Iglesia Católica en España, le propuso erigir a las afueras de Madrid un convento a la medida, con diseño del arquitecto Calatrava, para alojar a tanta beata como ella lograba atraer.

UNA REFORMA DE 5 MILLONES

Sor Verónica se resistió y prefirió seguir obrando el milagro en su tierra, instalando a parte de su congregación en un monasterio medio abandonado de La Aguilera, a 10 kilómetros de Aranda de Duero, localidad donde nació en 1965. El centro precisaba de una gran obra de remodelación, pero ahí estaba de nuevo el poder de seducción de la monja carismática para acumular donaciones. Instituciones y figuras tan ilustres como el banco Popular, el Santander, Endesa, el político popular valenciano Juan Cotino, las hermanas Koplowitz y la familia Ruiz Mateos, entre otras, aportaron los cinco millones de euros que costó la obra.

Los que conocen a sor Verónica dicen que no ha perdido un ápice de la fuerza arrolladora de sus inicios. Ahora ya no es solo la abadesa de las clarisas de Lerma; también es la fundadora de Iesu Communio, la congregación formada por las 200 religiosas que ha logrado casar con Cristo. La mayoría son universitarias que llenaron sus vacíos existenciales con la convincente voz de la hermana Berzosa. No están solas: otro centenar de mujeres guarda turno para unirse a este fenómeno de fervor religioso único en Europa.

OTROS HÁBITOS CON TALENTO

XISKYA. LA TUITERA

Periodista, filóloga, fotógrafa, tuitera, bloguera, directora de una revista, fundadora de una red social... Parece la tarjeta de presentación de una ‘crack’ de los ‘mass media’, pero su titular es una monja nacida en Nicaragua hace 46 años, residente en España desde hace tres décadas –estudió en Barcelona y actualmente vive en Palma de Mallorca–-, que se ha propuesto difundir la fe por todas las plataformas de comunicación habidas y por haber. "Dios también está en las redes", dice esta dicharachera religiosa de la congregación Pureza de María, quien lo mismo comparte con sus 4.300 seguidores de Instagram un ‘selfie’ junto a un emoticono de la caca, que reúne en un libro –#arezaryadormir– los 99 mensajes más piadosos de su cuenta de Twitter, donde suma 30.000 ‘followers’.

LUCÍA CARAM. LA CULÉ

Se mueve por los platós de televisión –colabora en Cuatro y tiene un programa de recetas en el Canal Cocina– como por los pasillos del convento de las Dominicas de Manresa, donde vive desde hace casi 30 años. No hay micrófono que le acerquen ni debate que le propongan que la hagan ponerse de perfil, lo que la ha llevado a enfrentarse públicamente a sectores ultras de la Iglesia y la derecha política española. Polemista, descarada y directa, la Catalana del Any del 2015, nacida en Argentina hace 50 años, confiesa que lo único que le hace perder la cabeza es el Barça.

TERESA FORCADES. LA POLÍTICA

Nacida en 1966 en el barrio de Gràcia, Teresa Forcades Vila ha protagonizado un particular viaje desde la vocación médica a la advocación religiosa y desde esta al activismo político. Tras licenciarse en Medicina en Barcelona y especializarse como internista en EEUU, ingresó en el monasterio de Montserrat. Cuando se desencadenó la gripe A, alzó la voz contra la industria farmacéutica en la gestión de la epidemia, pero su mayor dimensión pública ha estado relacionada con la política. En el 2013 fundó junto a Arcadi Oliveras Procés Constituent a Catalunya, formación independentista de izquierdas. Con motivo del 27-S, en el 2015, solicitó una excedencia temporal al Vaticano.

NÚRIA MIRÓ. LA EDUCADORA

Los colegios de monjas suelen asociarse a las escuelas del pasado y a sistemas educativos rudimentarios y poco estimulantes para los alumnos. Contradiciendo ese cliché, la hermana Núria Miró, misionera de Nazareth, ha logrado que el Col.legi Montserrat de Barcelona, que actualmente dirige, sea reconocido como uno de los centros educativos más innovadores de la ciudad. Su apuesta por el fomento de las inteligencias múltiples y el aprendizaje por competencias recuerda más a la enseñanza del futuro que a las viejas escuelas pobladas de crucifijos.

Tampoco su currículum es el de la monja-maestra al uso. Tras licenciarse en Administración de Empresas y diplomarse como profesora de música con la especialidad de piano, hizo diversos cursos de enseñanza avanzada y liderazgo en Harvard, Indianápolis, la Universidad de Massachusetts y San Diego, en EEUU. Ha defendido en multitud de foros su modelo educativo innovador, que lleva 20 años poniendo en práctica en varios centros de enseñanza.

SOR CRISTINA. LA CANTANTE

La hermana Cristina Scuccia dio el campanazo en 2014 al ganar la edición italiana del ‘talent show’ ‘La voz’. El jurado y la audiencia cayeron rendidos ante las dotes como cantante de la monja ursulina, cuyas actuaciones acumulan visitas millonarias en Youtube. Nacida en la localidad siciliana de Comiso en 1988 y convertida en novicia a los 21 años, Cristina sirvió como voluntaria con niños pobres de Brasil y a su regreso a Italia compaginó sus horas de oración con las clases de entonación junto al cantautor Franco Simone. El éxito, dice, le sirve para propagar el mensaje de Dios. No en vano, agradeció su premio en la tele poniendo a la audiencia a rezar un padrenuestro.

ISABEL GUERRA. LA PINTORA.

Que una monja pinte cuadros no es noticia. Que su obra se equipare a la de los artistas más cotizados del momento y sus exposiciones formen largas colas de admiradores a la puerta, ya no es tan usual. Isabel Guerra ha hecho de sus dos grandes vocaciones –la pintura y la fe- los ejes de su vida. Primero la llamaron los óleos, y a los 15 años ya exponía en Madrid, donde nació en 1947. Tenía 23 años cuando ingresó en el convento cisterciense de Santa Lucía de Zaragoza, pero abrazar a Dios no le impidió seguir agarrando los pinceles. Al contrario: el recogimiento le ayudó a perfeccionar el hiperrealismo que pone en práctica en sus lienzos. El papa Francisco le ha pedido un retrato, aunque su obra más famosa, al menos de momento, es el cuadro de la beata Petra que está en el santuario de la Montaña de Barcelona.