Tom Hardy
Tom Hardy, algo más que un 'chico malo'
Es una auténtica bomba explosiva cuando se coloca frente a una cámara . Su fuerza expresiva y su personalidad arrolladora lo han convertido ya en uno de los grandes de su generación. Ahora estrena 'Legend'.
Es una de esas presencias brutales y contundentes, un actor capaz de hacer con su físico casi cualquier cosa, que sabe cómo mutar de piel y transformarse de forma radical para cada uno de sus personajes. Tom Hardy (1977) ha ido escalando poco a poco los peldaños de la fama y reafirmando su estatus de actor de prestigio, pero este año que ahora empieza, quizás sea el definitivo para su consolidación. Después de triunfar con la apoteósica nueva entrega de 'Mad Max: Fury road', tiene pendiente de estreno dos películas en las que vuelve a demostrar su poliédrico estilo interpretativo.
En la primera de ellas, 'Legend', está dispuesto a lucirse por partida doble. En ella interpreta a dos gemelos, los Kray, verdaderas instituciones del hampa durante la época del Swinging London. Por una parte, propietarios de un local de moda dentro de la tumultuosa capital británica en los sesenta, y por otro, gángsteres que sembraban el terror en los bajos fondos a golpe de fechorías. Uno de ellos era el cerebro, la mente analítica y organizadora; el otro, un polvorín de violencia. La película está dirigida por Brian Helgeland, guionista de clásicos modernos como 'Mystic River' y 'L. A, Confidential', y en ella Hardy toma el relevo del que fuera el actor fetiche del realizador, el malogrado Heath Ledger, con el que comparte espíritu camaleónico.
CON LEONARDO DI CAPRIO
Su segundo 'grand round' de la temporada es enfrentarse a Leonardo Di Caprio a las órdenes de Alejandro González Iñárritu en 'El renacido', en la que tiene que desatar su lado más salvaje y primitivo en una película de pura supervivencia, barro, sudor y sangre. Ambientada en los tiempos de la conquista americana durante el siglo XIX, veremos al actor caracterizado y casi irreconocible, rudo y sucio, embrutecido y prácticamente sin ningún resquicio de moral o escrúpulos en su interior.
Y es que a Hardy le sientan muy bien los personajes violentos, bárbaros, con un punto desmedido. La primera vez que consiguió verdadera repercusión con uno de sus trabajos fue gracias a 'Bronson', de Nicolas Widing Refn, en la que interpretaba a un presidiario con problemas psiquiátricos que era una auténtica bestia humana y que le obligó a aumentar de peso casi 20 kilos. Algo que tuvo que repetir para encarnar al antagonista de Batman en la tercera parte de 'El caballero oscuro', Bane, todo un dechado de fuerza bruta con espíritu y conciencia revolucionaria que le permitió repetir de nuevo con Christopher Nolan después de que apareciera mucho más elegante y refinado en 'Oringen', su primera película en Hollywood y la que le permitió acceder a papeles más interesantes dentro de la industria.
EL LADO OSCURO
Pero a él, como buen chico malo que fue en sus inicios (tuvo problemas con la bebida y con el 'crack'), le seguía gustando situarse en el lado oscuro y peligroso de la vida, en el menos obvio y amable. Lo vimos dejándose la piel y demostrando poderío físico y energético en 'Warrior', donde interpretaba a una mezcla de boxeador y experto en artes marciales al que entrenaba con ahínco un padre exmilitar y alcohólico al que daba vida un siempre castigado Nick Nolte.
También ha tenido papeles más introspectivos. En 'Locke' se enfrentó al reto de ser el único actor en pantalla a lo largo de un metraje lleno de tensión en el que además, atrapado en un coche durante un trayecto nocturno a casa, tenía que enfrentarse a sus miedos e inseguridades y purgar sus demonios y faltas. En 'La entrega' ('The Drop'), nos mostraba su cara más hierática y al mismo tiempo más perturbadora y equívoca, mientras que en 'El niño 44', de nuevo junto a Noomi Rapace como compañera de reparto, volvía a introducirse en el terreno de la ambigüedad moral gracias a un personaje que después de haber sido un verdugo dentro del régimen soviético, terminaba redimiéndose de su condición por su empeño en resolver una oscura trama de asesinatos infantiles.
Hardy lleva parte de su vida tatuada en su cuerpo. El nacimiento de su hijo, las mujeres que ha amado, un recuerdo a su abuela. Es un hombre y un actor hecho de carne y vísceras. Con esa materia prima compone sus personajes. A veces es macarra, otras ultra 'cool', pero tiene un componente impredecible que lo aleja de la formalidad de otras estrellas de Hollywood y lo acerca a esa nómina de chicos malos que exudan magnetismo a golpe de garra y carisma.
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