Michael Jackson y sus juguetes rotos

Tras la muerte del cantante, hace cuatro años, sus hijos tratan de adaptarse a su nueva vida. No es fácil. Juicios y acusaciones de pederastia copan los titulares, y la única hija del cantante ha intentado suicidarse

La hija de Michael Jackson, ingresada en un hospital

La hija de Michael Jackson, ingresada en un hospital / PM/JK

RICARDO MIR DE FRANCIA

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Cuando Michael Jackson murió hace ahora cuatro años por un fallo cardiaco por una sobredosis de anestésico quirúrgico, la noticia conmocionó a millones de personas alrededor del mundo. Quien fuera la mayor estrella del pop de su generación, una máquina de vender discos y de generar titulares desde que tenía 10 años, daba carpetazo a una vida tan prolífica como atormentada, regada con una discografía de oro y un sinfín de excentricidades y escándalos. El Peter Pan del pop vivió sus últimos días roto físicamente, preso de la ansiedad y las adicciones, por lo que su muerte tuvo mucho de liberación. Al fin iba a poder descansar en paz.

Pero esa paz no llegó a extenderse sobre su familia. Especialmente sobre sus hijos, Prince Michael (16 años), Paris (15) y Prince Michael II (11), al que todos conocen como Blanket (sábana), aquel bebé al que asomó al vacío amordazado con una sábana desde el balcón de un hotel de Berlín ante la mirada horrorizada de sus fans. Jackson había tenido una infancia torturada y, desde el principio, se propuso que la de sus hijos fuera medianamente normal. O todo lo normal que podría ser cuando papá tiene en casa un zoo y una montaña rusa, duerme con niños porque es "dulce y enternecedor" o viaja a todos lados con un chimpancé llamado Bubbles.

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