CRÓNICA SENTIMENTAL

El valor de los famosos que confiesan su paso por el diván

Lluís Homar, Edurne Pasaban, Lady Gaga y, en el pasado, Juan Luis Galiardo y Benet i Jornet abren una ventana para el cuidado de la salud mental

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IOSU DE LA TORRE / BARCELONA

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El día en que Lluís Homar explicó en las páginas de este diario que la envidia y los celos le llevaron a terapia abrió una ventana muy interesante en la vida de muchas personas que renuncian a ponerse en manos de un psicólogo o de un psiquiatra, aunque intuyan que necesitan ayuda. Que un personaje de relevancia como el intérprete de 'Ricardo III' comparta su dolor es muy valioso. Ayuda al que lo lee y a quien lo cuenta. 

Igual que hizo recientemente el hijo pequeño de Lady Di, Enrique, al explicar en un diario londinense sus años de diván hasta digerir la traumática orfandad en la casa de Gales. Su hermano mayor le dio un abrazo desde un chat con Lady Gaga con el que lanzaban un mensaje global sobre la importancia de cuidar la salud mental. La propia y la de los tuyos

La depresión, la ansiedad, los trastornos de personalidad y, desde hace poco, las crisis conyugales construyen un ránking de los sufrimientos por los que pasan los pacientes que acuden a una consulta psiquiátrica. Así lo expuso en una entrevista reciente de Juan Fernández con el doctor Enrique Rojas

TRATAR LA DEPRESIÓN

La depresión debe ser tratada y compartirla da beneficios. Cuando un personaje relevante o incluso uno de aquellos a los que llamamos famosos desvela lo bien que le vinieron aquellos años de diván, hay un espectador que decide buscar curación gracias al crédito que le merece el dueño de esas palabras.

Hay que ser un valiente, o haber pasado por unas buenas manos para decidirse a explicar traumas, grandes, medianos o pequeños. Hacerlo debe significar que el paciente ha superado, o que ha aprendido a vivir con  aquel dolor que le condujo al gabinete psicosocial y la farmacopea. Se pueden exorcizar los más tremendos, como la diva Lady Gaga al explicar que fue víctima de abusos sexuales en la niñez.

La muerte de los padres, la de un hijo, son esos accidentes que acompañan mientras estás vivo. La terapia construye vías de salida. Los testimonios son señales de ánimo para que las víctimas anónimas den pasos en defensa propia.

En la hemeroteca de este diario se conservan dos entrevistas fundamentales para valorar aquellos mensajes que invitan a mejorar, mimar la salud mental. Una, tremenda, la que realizó Olga Merino en el 2000 al actor Juan Luis Galiardo. Otra, la de Pau Arenós diez años después a la alpinista Edurne Pasaban.

INTENTOS DE SUICIDIO

En el verano del año 2000, el 'Dominical' brindó a los lectores un encuentro con el galán, fallecido ahora hace cinco años, donde abrió las carnes. El enorme hombre del cine explicó la traumática relación que mantuvo con su progenitor a raíz del fallecimiento de su madre cuando Juan Luis tenía 15 años. 

«Yo he tenido la suerte de hacer un tratamiento profundo en el Hospital Psiquiátrico de Nueva York, que me ayudó a colocar mi subconsciente en un plano consciente en un proceso que se llama cirugía del dolor», aireó el actor. Y añadió: «No creo que en la vida nada importante se haga sin dolor, es la maldición del ser humano».

«He terminado los 14 ochomiles y he cortado con los antidepresivos», se sinceró la alpinista Edurne Pasaban después de estar en lo más alto del planeta y aplicarse el mantra «asume lo que hay» durante muchos años.  Aquí un extracto del relato:

«Me emociono rápido. Pienso en todo lo que cuesta que la gente te valore. Haber estado en un hospital dos meses o querer quitarte la vida como he querido quitármela yo dos veces, esto hace que cuando sales y has conseguido un reto, lo valores mucho más.

–¿Se quiso quitar la vida?

–Sí.

–¿Durante la depresión?

–Sí.

–Ya era alguien de éxito.

–Bueno, pero personalmente… Podía tener éxito deportivo. Eso no vale nada. Al final, el día a día te lo da la gente que te admira y que te pide autógrafos. Eso te puede poner mejor el ego. Pero con el ego no se vive. La realidad está en la tierra, cuando te vas a casa y te estás haciendo la comida y estás sola y te tiras en el sofá… Esto es la realidad. Lo otro es fantasía».

Que los ricos también lloran lo teníamos claro mucho antes de que triunfase aquel culebrón latinoamericano en los tiempos en que Diana Spencer se convirtió en esposa del heredero de la corona. Casi cuatro décadas después, Carlos de Inglaterra sigue esperando. La biografía emocional de los dos hijos que tuvo con Lady Di, Guillermo y Enrique, da para varios tomos. Bodas, nacimientos, divorcios, infidelidades, muertes trágicas… El pasado 18 de abril, el benjamín explicó en una entrevista con el 'Daily Telegraph' que superó la hecatombe en la que estuvo sumergido con ayuda de un psicólogo. «Durante 20 años no pensé en su muerte y luego caí en un caos total. No sé cómo seguimos cuerdos».

Le respaldó su hermano Guillermo con aquel mensaje con Lady Gaga animando a la gente al cuidado de la salud mental y a no estigmatizar a los enfermos. «No debería sentirse vergüenza por hablar de emociones y sentimientos».

EL LEGADO DE BENET I JORNET

Lluís Homar regaló una lección de sensatez al explicar a la periodista Marta Cervera lo bien que le sentó ir a terapia. «Al revisar mi vida me he dado cuenta de que quizá las cosas no fueron como yo pensaba».

Las reflexiones del actor conducen al dramaturgo Josep Maria Benet i Jornet. Hoy, probablemente no se reconozca en aquella entrevista con este diario, en el verano de 1999. «No soy especialmente feliz. Soy muy depresivo, según dicen los médicos. Esas depresiones me vienen de niño, lo que ocurre es que no lo sabía. El médico me alertó ‘estás a punto del suicidio’», explicó delante de un espejo mientras lo retrataba Julio Carbó en la conversación con Arenós. Benet i Jornet tiene alzheimer y 77 años.

El eco de estas voces invitan a tomar nota. Y dar el paso.