Análisis

Todo es verdad, salvo algunas cosas

ANTÓN LOSADA

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La abstención es como el papel: lo aguanta casi todo, pero no todo. Nos preparábamos para una noche en la que dar vueltas a la abstención pero acabamos valorando una participación que ha roto los pronósticos y la tendencia, aunque sea por poco.

El PP puede afirmar que ha logrado un resultado apañado y que los votantes han refrendado sus políticas. Es cierto. Pero también que el partido del Gobierno esperaba más, que su mejor arma ha sido el desgaste socialista y que esta suerte no le durará siempre.

El PSOE pedía un voto de rechazo de las políticas populares y no lo ha conseguido. Puede culpar a la abstención y la fragmentación. Es cierto. Pero también que si esto es lo mejor que saben hacer los socialistas ante un rival tan desgastado, a poco que el Gobierno se apunte un par de buenas noticias las elecciones generales del 2015 se antojan una misión suicida. Les toca mover a Rubalcaba.

IU puede sostener que ha triplicado sus resultados respecto de las anteriores europeas y que cada vez más gente demanda un giro a la izquierda. Es cierto. Pero también que no ha llegado a igualar los números de Julio Anguita durante los años 90. Y ya sabemos lo que pasó después con aquel sorpasso  a poco que los socialistas tomaron aire.

UPD puede proclamar que ha cuadruplicado sus escaños. Es cierto. Pero también que Podemos le ha pasado por encima y que el grupo de Rosa Díez parece haber tocado techo, incluso en unos comicios donde la ley electoral juega a su favor.

Los nacionalistas catalanes, gallegos y vascos pueden explicar que su espacio se mantiene firme a pesar de la presión del discurso contranacionalista. Es cierto. Pero también que en las tres comunidades el voto nacionalista se ha partido en dos y casi por la mitad.  Y la división no hace la fuerza.

Podemos, Ciudadanos y otras formaciones emergentes pueden celebrar sus notables porcentajes de voto como éxitos. Es cierto. Pero también que estas eran sus elecciones más favorables. Ahora viene lo difícil. Se acabó el espectáculo. Empieza la política.