Rusia perpetúa la maldición inglesa del debut

Glushakov frustra en el tiempo añadido la que iba a ser su primera victoria en el estreno

Los jugadores rusos celebran el gol del empate, obra de Vasily Berezutskiy, ante el inglés Delle Alli.

Los jugadores rusos celebran el gol del empate, obra de Vasily Berezutskiy, ante el inglés Delle Alli. / periodico

JOAN DOMÈNECH / MARSELLA (Enviado especial)

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Un gol en el tiempo añadido que frustra la primera victoria en un debut. Inglaterra seguirá hoy lamiéndose las heridas, como lleva haciendo desde 1968, y en su octava participación en la Eurocopa sumará otro estreno sin ganar. Parece más una maldición que una tradición, porque el once inglés se trabajó un triunfo amplio y cómodo, y acabó retirándose a los vestuarios destruido en su ánimo, cabizbajo. Como tantas y tantas veces.

Tenía toda la pinta de que iba a terminar la negra racha inglesa cuando Eric Dier estampó un violento disparo de falta en la red de Akinfeev, un coloso hasta entonces que estaba amargando la noche a la muchachada de Hodgson con sus paradas. Fue un espejimo. Frágil y breve, todo lo contrario que la eterna desgracia de los británicos, que cuentan sus estrenos por decepciones: perdieron la semifinal de 1968, empataron en los debuts de 1980 (ante Bégica), 1992 (Dinamarca), 1996 (Suiza) y el 2012 (Francia), y sucumbieron en 1988 (Irlanda) y el 2004 (Francia). Ni siquiera Dier, uno de esos jóvenes descarados que pretenden cambiar el sino de Inglaterra, pudo derribar esa pesada losa.

SUPERIORIDAD INGLESA

Ni con ese trallazo del centrocampista del Tottenham ni con la excelente actuación de los demás terminó el mito de Inglaterra, famosa también por su debilidad en las tandas de penaltis. Mereció la victoria. Y holgada debió ser, por el excelente primer tiempo en el que acogotó al cuadro ruso, que asestó el golpe en el último momento. Glushakov remachó sobre la línea un cabezazo del capitán Berezutski en una desesperada subida con el tiempo acabado.

Mucho fútbol exhibió Inglaterra, el suficiente para sumar los tres puntos y no tener que mirar ahora desde abajo a sus vecinos de Gales. Walker y Lallana se cansaron de combinar por la derecha. Camuflaron la cojera del equipo, que por el otro costado solo atacó cuando Rose doblaba a Sterling. Teóricamente el interior izquierdo era Rooney, pero ya no está para muchas carreras por la banda y ejerce de organizador. Como si fuera Xavi, repartiendo juego y apareciendo de vez en cuando. Suyo fue el remate que merecía la gloria antes que Dier, pero Akinfeev otro veterano ilustre, se la negó. El meta tuvo suficiente fuerza para sacar el tiro de Rooney, pero Dier le dobló las manos tres minutos después.

Ningún centro encontró a Kane. Vardy, el otro goleador, fue suplente, y todos los remates procedieron de la segunda línea. Debía bastar con eso. En realidad, bastaba. Inglaterra tenía el control y creaba ocasiones. El acoso a Rusia, por momentos, fue parecido al tristemente ejercido por sus aficionados en las calles. Ni en el campo ni fuera acabó dando una alegría. A nadie.

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