EL PARTIDO DE SEMIFINALES

Éxtasis de España

'La Roja' alcanza su tercera gran final consecutiva tras un épica batalla ante Portugal decidida en los penaltis

Los penaltis.

Los penaltis. / periodico

RAÚL PANIAGUA / Donetz (enviado especial)

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España jugará el domingo en Kiev su tercerafinal consecutiva en cuatro años. En el Estadio Olímpico de la capital ucraniana, la campeona del mundo tendrá la oportunidad de conseguir un hito histórico, un éxito que no ha alcanzado nadie en la historia del fútbol.La Roja perseguirá untriplete inédito que encumbraría un ciclo inigualable, una hegemonía que pasó un momento crítico ante una Portugal férrea y dignísima, que solo dobló la rodilla en la tanda depenaltis tras una épica batalla.

La fortuna de los penaltis se alió con España, que no exhibió su clásica superioridad en una semifinal inolvidable. No pudo España desplegar ese juego que tanto recuerda al Barça, pero supo competir. Jamás dudó de sí misma. El equipo se ha hecho fuerte a base de sufrimiento y de aguantar críticas injustificadas que la han reforzado hasta el infinito. AnteItalia oAlemania tendrá la oportunidad de sellar una maravillosa trilogía.Cristiano Ronaldolo verá por televisión. El astro volvió a fracasar. Tuvo en sus botas el triunfo y se quedó sin lanzar en la tanda decisiva, un nuevo tortazo para el ego de una estrella que volvió a quedar retratada.

Un momento histórico

Difícilmente volverá a vivir un momento así el fútbol español. Con el paso de los años, seguramente, se reconocerá el verdadero mérito de este equipo, que ayer se fortificó para siempre. El abrazo dePiqué yRamos después del penalti transformado por el sevillano fue la mejor muestra de lo que representa esta selección.

Esa fortaleza para sobreponerse a los malos momentos, esa unión que desprende un vestuario magnífico, empujó ayer al conjunto de Vicente del Bosque hacia la final, cuatro años después del triunfo en Viena, la ciudad donde Cesc inició el camino triunfal de España con un penalti decisivo en la tanda de cuartos ante Italia. Ayer se repitió la historia. El jugador de Arenys volvió a ser talismán.

Las grandes selecciones se distinguen por su capacidad cameleónica para adaptarse a las circunstancias. España se plantó en Donetz después de pasear su exquisito fútbol por el mundo con maestría. El respeto ganado en cuatro años gracias a un juego admirado y unos resultados extraordinarios había llevado a todos los rivales a adaptar sus condiciones a las excelencias de España. Así había ocurrido con equipos de la talla de Italia o Francia, antiguos campeones del mundo rendidos al control de una España temida. No fue el caso de Portugal, una selección sin la grandeza ni el palmarés de las anteriores pero con un corazón envidiable. Jamás puso la alfombra roja el bloque de Cristiano, que se multiplicó para minimizar a la campeona.

Paulo Bento había aludido al coraje y a la lucha como conceptos claves para competir contra España. A eso añadió una dosis de agresividad y valentía fuera de la común. Portugal logró combatir el estilo de la Roja. Y lo hizo con tres delanteros y un espíritu insuperable. El toque, el juego combinativo, el fútbol armonioso y encantador de España se paralizó ante el extraordinario despliegue de los lusos. Esa realidad tampoco desquició a la Roja, que supo aguantar el ardor de su rival, consciente de las trampas que siempre aparecen en los grandes torneos. En otros tiempos, no tan lejanos, el partido de ayer hubiese acabado en derrota y en llanto. Ahora no.

El sello azulgrana

No conectaron las mejores piezas de España como en sus mejores días, pero con Cesc y Pedro todo mejoró. El jugador de Arenys no se arruga ante nada. Hasta Pepe, que había parecido un santito durante la Eurocopa, volvió a ser Pepe. Ese sello azulgrana que provoca más de un sarpullido en los aficionados más rancios tuvo su momento álgido en la prórroga, con las acciones de Iniesta y Pedro. Ahí sí se vio a la España del toque admirada por todos.

Después de salir victoriosa de una batalla inolvidable, la selección intentará culminar en Kiev su maravillosa trayectoria tras los éxitos de Viena (2008) y Johannesburgo (2010). Sería el justo premio para un grupo que ya se ha ganado la gloria pase lo que pase en la cita del domingo.