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«No se busca perfección, sino que la foto diga algo»

Vicenç Rovira hace 15 años que llena el claustro del Hospital de Malalts i Pobres de Torroella de Montgrí de sugerentes fotografías

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lpedragosa38020183 vicens vicenc rovira contra contraportada170415162108 / Joan Castro ICONNA

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Carme Escales
Carme Escales

Periodista

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Decía Paulo Coelho en su libro El alquimista que cuando algo se desea de verdad, el universo conspira para que se realice. Pues bien, andaba Vicenç Rovira (Barcelona, 1952) buscando un lugar en el que exponer una serie de fotografías de árboles cuando se lesionó un ligamento. Y para llegar a la consulta del fisioterapeuta había que entrar en el claustro del antiguo Hospital de Malalts i Pobres de Torroella de Montgrí, un precioso lugar de paredes vacías. Rovira consultó al patronato del hospital, hoy un centro sociosanitario, y recibió la aprobación para vestir con fotografías los muros de aquel claustro. 

–De eso hace ya 15 años...

–Sí, y todos los meses hemos expuesto fotos. Es un lugar de libre entrada, y no hay ningún control. Por lo tanto, tampoco sabemos la gente que puede llegar a pasar. Es un sitio muy silencioso, y con mucha luz; depende del momento del día, incluso demasiada.

–¿Quién tiene opción a exponer ahí?

–Cualquier persona puede presentarnos su propuesta. Muchas asociaciones de fotografía organizan premios y exposiciones para elegir la foto perfecta. Nosotros no. Aquí no se busca perfección, sino que la foto diga algo, que nos explique una historia. 

–¿Es ese el sentido de la fotografía para usted, que sirva para explicar historias?

–La fotografía es un medio de expresión artístico, es la hermana pequeña de las artes. Expresa vivencias y conocimiento, es cultura. Como quien se apasiona escribiendo o leyendo, la fotografía es, para mí, una afición. Bueno, llegó a ser una obsesión mostrar y explicar con imágenes. Cada fotógrafo tiene su mirada del mundo.

–¿Qué historias ha explicado usted?

–Quise mostrar la alegría de diez parejas de largo recorrido, con 30 años como mínimo de convivencia. Y hace seis años plasmé los cambios en el pueblo de Gualta a través de la gente. Fui de casa en casa haciendo fotos de grupo. Hice a magrebís, sudamericanos, gente de Barcelona y también familias de Gualta de toda la vida.

–Y consideró útil crear la Associació d’Amics de la Fotografia de Torroella de Montgrí en 1999. ¿Cómo lo hizo?

–La fundé porque sabía que encontraría a más personas tocadas por la cultura fotográfica, para poder hablar de fotografía y ayudarnos mutuamente. Fui a decirlo a las tiendas de fotos. Yo vivo en Gualta, pero hay más gente en Torroella, y fui allí, ellos conocían a la gente que les llevaba carretes a revelar. En el momento de la fundación fuimos una quincena, y hoy somos 50.

–¿Qué hacen?

–Organizamos cursos de fotografía, las exposiciones en el claustro, todo gratis, y cada dos años damos tres becas. Damos 400 euros para desarrollar un proyecto de fotografía, con el que luego editamos un libro y lo exponemos. Y, para potenciar más trabajos creamos el Festival Mirades, cuya quinta edición está ahora en marcha. Empezó el 1 de abril y termina el 24. Hay 25 exposiciones entre Torroella, L’Estartit, La Bisbal y Ullà. Veintitrés de ellas las ha seleccionado un jurado y dos son de fotógrafos invitados, este año uno de Perú y otro de Colombia.

–Por si alguien, de aquí al día 24, quiere participar del festival, ¿qué hay estos días?

–Hay charlas, un ciclo de cine y fotografía, el sábado 22 haremos la feria de la fotografía, con editoriales dedicadas a la fotografía, autores que se han autoeditado sus libros y fotógrafos que podrán vender sus fotos (www.fototorroella.cat).

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–¿Usted pensó alguna vez en la fotografía como una profesión para ganarse la vida?

–No, yo era maestro, pero sentía latente la fotografía en mí. Y a los 40 años empecé a hacer cursillos para lograr la fotografía que tenía en mente. Hasta hace poco tuve un laboratorio de blanco y negro en casa.