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"Nuestro gran enemigo y aliado es el tiempo"

Toni Cabero Negra fundó la compañía La Traca hace 35 años, que lleva a artistas a festivales y fiestas mayores y vela para que todo funcione

Toni Cabero, propietario de estucturas y escenarios para fiestas mayores y festivales.

Toni Cabero, propietario de estucturas y escenarios para fiestas mayores y festivales. / JOAN REVILLAS

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Carme Escales
Carme Escales

Periodista

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Espectáculos de cualquier arte y conciertos de música en plazas de tantísimos pueblos y ciudades que ahora en verano viven su punto álgido, tienen detrás, en su programación y montaje, a personas como Toni Cabero (Lleida, 1957). Hace 35 años que fundó, junto a un socio –Juan Arnedo– la compañía de espectáculos La Traca (www.espectacleslatraca.es). Mecano, Lola Flores, Sara Montiel, el no va más en su momento, llegaron de su mano a actuar en localidades catalanas.

- ¿A cuánta gente ocupa la realización de un festival como el de música internacional de Salou de este mes de agosto –foto–? En el Salou Festival debemos haber trabajado entre 100 y 125 personas. El montaje de un espectáculo así es peor que un circo, hay 50.000 elementos. Desde las 9 o 10 de la mañana, hasta las ocho de la tarde, no se para. Muchas veces pienso que lograr que todo funcione es un pequeño milagro diario.

- El incendio en el Tomorrowland en Can Zam, el pasado julio, nos hizo ser conscientes de que es necesario cruzar los dedos... Para poder dedicarte a este oficio, debes saber gestionar muy bien los nervios que se producen, has de ser un sufridor nato. Puede pasar que, un equipo, una vez montado, no funcione, y no tiene sustitución posible, hasta que al final cambias una conexión y se produce ese milagro: funciona. 

- ¿A qué le teme más en su trabajo? Nuestro gran enemigo, y a la vez, nuestro gran aliado, es el tiempo. El 50 o 60% del éxito de una fiesta es el tiempo que haga.

- Entiende bien, entonces, que sus paisanos de Lleida agricultores miren al cielo. Y tanto, por eso yo siempre recomiendo a todo el mundo que asegure. Igual que los payeses, ante posibles granizadas, también los organizadores de las fiestas –sus clientes sobre todo son ayuntamientos– es mejor que aseguren su fiesta. Sé que es un coste, pero si el concierto no puede hacerse, al menos que no cueste dinero.

- Ni daños personales. Ante un peligro, mejor buscar alternativas, o anular, ¿no? Claro. Eso fue lo que hicimos en las fiestas de Balaguer, en el 82. Lo teníamos todo montado, al lado del río, junto al agua. En aquella época no había toda la normativa que hay ahora, ni planes de evacuación, nada, porque nunca había pasado nada. Pero, ante los avisos de fuertes lluvias aquella tarde, nuestra reacción fue rápida. Desalojamos y todo quedó anulado. Empezó a llover fuerte y el agua levantó la carpa que ya estaba montada y se la llevó río abajo, que llegaron a Lleida y prácticamente hasta su desembocadura del Segre en el Ebro.

- Además de normativas de seguridad, ¿Qué más cambios ha visto en sus más de tres décadas de montar espectáculos? El primer gran cambio lo introdujo la tele, que ofrecía actuaciones con las que no podías competir. Los espectáculos de varietés fueron los primeros en desaparecer. Aquel pequeño destape entre humo siempre se hacía, junto al ballet, los cantantes y los magos. De todo ello, solo el mago persiste. De hecho, la magia es lo que ahora se está haciendo más, sigue despertando sorpresa o afán de averiguar cómo está hechoun truco. Otro gran cambio llegó con el DJ, la música enlatada ha revolucionado a la juventud del pueblo.

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- Pero la orquestra de siempre persiste. Sí, conviven. En poblaciones con varios espacios, cada público tiene su oferta en cada lugar. En las más modestas, como podría ser Arbeca, por ejemplo, en un mismo sitio actúan Els amics de les arts, y se llena de jóvenes, pero la gente mayor también asiste. Estos últimos se sitúan cómodamente en el entorno del mogollón, pero no se meten en él, solo miran y escuchan. Luego, cuando toca la orquesta Meravella, son los mayores quienes bailan y los jóvenes, o descansan o bailan. Y en la comisión de fiestas hay mayores y jóvenes, todo se comparte. Ese para mí es el mejor modelo.

- ¿Y el baile el farolillo sobrevive? En muchos pueblos sí. Pero, aunque no se haga, las fiestas mayores siguen siendo un motivo de muchísima interrelación, y de citas especiales para muchos.