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Tita Llorens: "Miles de mujeres hacen mis brazadas a diario"

Es la cuarta mujer del mundo que nada una mayor distancia en el mar sin neopreno: 101,600 km en 36 horas y 16 minutos

Tita Llorens, durante un entrenamiento.

Tita Llorens, durante un entrenamiento. / SISCU PONS

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Carme Escales
Carme Escales

Periodista

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Tita Llorens tenía casi 29 años cuando inauguraron la primera piscina municipal en Ciutadella, la población donde nació. Allí aprendió a nadar con técnica, pues en el mar lo hacía desde niña pero con libertad total y estilo propio. Desde que estrenó aquella piscina sus brazadas han cruzado más kilómetros que los caminados por sus pies en tierra. El agua es el medio de esta deportista que a punto de cumplir 50 años ha logrado este verano nadar 101,600 kilómetros entre la población alicantina de Jávea y la isla de Ibiza. 36 horas y 16 minutos y mucha sal en la boca. Las medusas le abrieron paso.

-Una ventaja tenerlas de su parte...

-Sí, además de la sal que después de tantas horas acabas con la lengua inflada, lo peor son las medusas que suben de noche. Y, hacia las 21.30 horas lo intentaron, pero como por arte de magia no acabaron de llegar. Tal vez por la luz de la luna, que al día siguiente, el 27 dejulio, hacía su pleno.

-¿Cómo gestiona su mente los momentos más difíciles en medio del mar?

-Yo tengo mis estrategias. Cuerpo y mente deben estar bien conectados, y coordinados. No puedo estar luchando físicamente y dejar que mi mente piense en algo negativo. Y la preparación mental empiezas ya a trabajarla durante los entrenos.

-¿Cómo los organizó los suyos?

Seguí nueve meses de preparación en tres bloques. En el primer trimestre nadaba de 25 a 30 kilómetros semanales. En el segundo, de 30 a 45, y en el tercero, de 65 a 70. Por la mañana nadaba dos horas y por la noche una y media, y un día a la semana en el mar. Cuando me levantaba cada mañana me decía: te estás preparando para una travesía de más de 30 horas, y así he preparado mi cuerpo y mi mente para dosificar ritmo y desgaste. Cuando me tiré al agua el 26 de julio sabía que estaba preparada para lograrlo, que había hecho los deberes.

-Pero 101 kilómetros y 600 metros de lucha contra viento y marea sin parar ni tocar la embarcación de apoyo son muchos.

-Yo nadé esa distancia pero la Marathon Swimmers Federation solo contabiliza 90 kilómetros, que es en línea recta de la península a la isla. Yo nadé más para esquivar corrientes adversas, favorables no hay allí. Las primeras horas fue como nadar en una balsa de aceite, increíble, tras una primera hora y media comí un ‘mosset’ de plátano, una hora más tarde, barrita energética y a la siguiente hora, bebida isotónica.

-¿Y si llegaba mala mar?

-Me decía: ‘he tenido seis horas buenísimas que han sido un regalo y ahora esta dificultad pasará, llegará la calma’. Si me venía a la mente el temor de que apareciera un tiburón blanco o una carabela portuguesa empezaba a contar series numéricas hasta que ya no pensara más en ello. Y me interesaba por la gente en el barco, preocuparme por ellos me distraía. Y no sé creerás que se me ponían los pies de punta y se me escapaba alguna lágrima solo imaginando mi llegada.

-Y cuando lo hizo, entre lágrimas dedicó su proeza a Montserrat Tresserras y a todas las mujeres que luchan por un sueño.

-Sí, a ella por ser pionera en las travesías cuando no había ni GPS ni toda la tecnología que tenemos hoy. La natación en aguas abiertas está donde está hoy gracias en gran parte a personas como ella. En toda mi travesía pensé en Tresserras. Pero también pienso que mis brazadas y mi esfuerzo miles de mujeres los hacen a diario, y esas tienen más mérito porque no lo hacen por placer, son mujeres cuyos sueños a veces consisten en liberarse de un maltrato, en cambio yo me esfuerzo haciendo lo que me gusta.

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-Preside la Menorca Channel Swimming Association, desde la que organizan travesías. ¿Le motiva nadar sin un reto concreto?

-Yo no había competido hasta que hace nueve años, pero siempre tenía como reto superarme, además que cualquier deporte o actividad fuera del trabajo nos despeja la mente. No me he retirado nunca por problemas físicos. Una compañera del trabajo me dijo: ya sé por qué te gusta nadar, es porque es el momento que tienes para estar contigo. Su comentario me hizo ver que es verdad.