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«La filosofía del Barça inspira a cualquier equipo»

En el campo de fútbol, Samuel Ekoé Galé es un pez en el agua. Eso lo vieron los ojeadores que repararon en él en Togo

Samuel Ekoe, en la grada del Camp Nou.

Samuel Ekoe, en la grada del Camp Nou. / JORDI COTRINA

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Carme Escales
Carme Escales

Periodista

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Mientras tantos sueños en África embarcan cada noche rumbo a Europa, muchas otras ilusiones crecen sobre la tierra africana en la mente de pequeños héroes con un balón a sus pies. Esta es la historia de una de ellas, el viaje al sueño de Samuel Ekoé Galé (Togo, 1976). El 1 de noviembre de 1990 llegaba a Europa como fichaje del Metz, el club francés que entrenaba Albert Cartier. Hoy Ekoé entrena al U15 N del Royal Excelsior de Mouscron (primera división nacional belga). Estos días, en su tour por el Camp Nou, con su esposa y sus tres hijos, entre multitud de turistas Ekoé paseaba su sueño: volver un día a ese estadio como entrenador del rival. 

 

–¿Dónde nació su sueño de futbolista?

–Como el de tantos otros niños de mi país, jugando en la calle. El fútbol en África es más que una religión, es la droga más barata y un deporte que todos los niños pueden practicar. Lo llevamos en los genes.

 

–¿Quién se fijó primero en su juego?

–Un amigo con el que jugaba en mi barrio, Kodjoviakope, en la capital, Lomé. Allí lo hizo también Emmanuel Adebayor, actual delantero del Istanbul Basaksehir, apodado la serpiente de Lomé. Mi amigo entrenaba en el CDS (Centre de Développement des Sports) con Camelio Akoussah, y me animó a inscribirme. Yo no era mal estudiante. Soy el cuarto de ocho hermanos y mi padre quería que fuese médico o abogado. Pero yo amaba el fútbol. Y, siguiéndome en varios partidos, los ojeadores se fijaron en cómo jugaba.

–¿Usted tenía algún ídolo entonces?

–Era muy fan de Frank Rijkaard. Miraba la tele y soñaba jugar algún día como él. 

 

–¿Qué pasa cuando Europa llama con una oferta a una puerta particular en África?

–En África es muy difícil vivir del fútbol. Europa ofrece la oportunidad de poder hacerlo y alimentar a toda una familia allí, a una tribu. La tarde que fui seleccionado  sentí una alegría indescriptible, no podía soñar nada mejor que lo que estaba viviendo. Corrí a decírselo a mi madre, porque en ese momento mi padre ya había fallecido en un accidente. Ella se alegró de mi fichaje, sería una carga menos, pero sabía que venía a Europa, un mundo desconocido, donde no teníamos a nadie de familia. 

 

–¿Qué pasaba por su mente?

–Sentía tanta fuerza que no pensaba en nada malo. Me sentí libre y lanzado a realizar mi sueño como futbolista profesional.

                      

–Tras su paso por el Metz, usted vivió 13 años en Alemania. Jugó en el Borussia Wuppertal y el Düsseldorf, hasta que lo fichó el Al-Sailiya de Qatar. Pero allí una lesión en los aductores detuvo su sueño.

–Parte de él sí se frenó. Mi mente decía que no, pero mi cuerpo se había colapsado. Podría haber sido operado por el médico de Anvers que operó a Gattuso de lo mismo, pero en ese momento esperábamos a nuestro primer hijo y puse en la balanza el fútbol y la paternidad, y pesó más la familia.

  –¿Cómo reconectó con su sueño?

–Intenté jugar en un club de Dottignies, donde vivimos, pero sentía molestias. Y me propusieron entrenar al equipo infantil. Hoy entreno a los menores de 15 años del Excelsior de Mouscron, en primera nacional belga [siete años lo ha hecho en regional], y a los séniors del Union Sportive Portugaise Roubaix Tourcoing  (USPRT) de Francia, en promoción de honor. 

 

–¿Hacia dónde apunta ahora su ilusión?

–Con mi titulación como entrenador profesional UEFA-A, y convencido de lo que he aprendido en equipos de Alemania, Francia y Bélgica, ahora mi sueño es devolverle al fútbol lo que me ha dado. Entrenar en La Masia sería el gran reto, pero también entrar un día en el mítico estadio del Barça como entrenador de un equipo rival. La filosofía del Barça inspira a cualquier equipo, en todo el mundo.

 

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–¿Quién es ahora su ídolo?

–Mi referente hoy es esa filosofía del Barça y La Masia. El Barça podrá encontrar a otro Neymar, pero no al revés. Messi es diferente, sin el Barça tal vez le hubiera costado más ser el mejor del mundo, pero hay algo en él natural, es Maradona en turbo. Él está hecho para el Barça, y viceversa.