ENCUENTRO CON EL PRESIDENTE DEL PARLAMENTO EUROPEO

"Los jóvenes no pueden pensar en mañana"

Schulz dice a diez lectores menores de 30 años que combatir el paro juvenil debe ser prioritario en Europa

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El presidente del Parlamento Europeo, Martin Schulz, se reúne con 10 lectores de EL PERIÓDICO y atiende a sus preguntas. / MÒNICA TUDELA

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Joan Cañete Bayle
Joan Cañete Bayle

Subdirector de EL PERIÓDICO.

Especialista en Internacional, Transformación Digital, Política, Sociedad, Información Local, Análisis de Audiencias

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Un político y diez jóvenes residentes en Catalunya. Cinco chicas y cinco chicos de diferentes orígenes, diferentes formaciones, diferentes trabajos (o sin empleo), diferentes aspiraciones y mucha, mucha, preocupación por su presente e incertidumbre por su futuro. Esta es la tesitura en la que se encontró ayer el presidente del Parlamento Europeo, Martin Schulz: un debate de dos horas con diez jóvenes lectores de EL PERIÓDICO. No es habitual que un político quede a comer cara a cara con diez miembros de la denominada generación perdida: el paro, la obligación de dejar el país para labrarse un porvenir, la desafección política, el déficit democrático europeo, los recelos del sur de Europa hacia un norte lleno de prejuicios… Estos temas, en tiempos de crisis, no son sencillos de afrontar para la clase política. De hecho, muchos de ellos, muchos políticos, los rehúyen. A los temas y a los jóvenes. «Desconfiad del poder pero dad una oportunidad a los políticos honrados», dijo, pidió, casi imploró Schulz a los diez jóvenes en un momento del encuentro.

UN HIJO Y UNA HIJA «En unas semanas cumpliré 58 años. Soy un hombre viejo. Intento entender a los jóvenes, aunque a veces es terriblemente difícil entender a vuestra generación –disertó en un momento de la comida Schulz–. Tengo un hijo de 26 años y una hija de 23. Entiendo a las jóvenes parejas que no acaban de decidirse a tener niños, a los que no quieren comprar un apartamento o abrir un negocio, o hacer una inversión a largo plazo a causa de la incertidumbre, porque hoy no saben lo que les traerá el mañana. ¿Cómo podemos esperar que los jóvenes inviertan en el futuro de nuestra sociedad? Si no tienes un empleo estable y un salario decente, ¿cómo puedes invertir?»

Y, sin que sirva de precedente, en este tema los diez jóvenes estuvieron de acuerdo con el político. Cómo no estarlo. Paola Lloret (23 años), licenciada en Periodismo y máster en Relaciones Internacionales por la UAB, es becaria; Azahara Cavanillas (27 años), licenciada en Comunicación Audiovisual y máster en Gestión de Empresas (UPF), trabaja de azafata de protocolo; Míriam López (26 años), grado en Traducció e Interpretació de la UAB, es autónoma; Laura Berbel (21 años) se licenciará en Química en la UB este año y planea hacer un máster en el extranjero; Dimitry Zetrenne (24 años), es de Haití, vino a Barcelona tras el terremoto y estudia Derecho en la UPF; Nil Bertran (20 años), estudia Relaciones Públicas en la Rovira i Virgili

y este año trabajó en el almacén de un Zara de Londres; Jordi Tello (26 años) es dependiente de una tienda en Gavà y estudia un grado de Turismo on line; Ayrin Islam (20 años) estudia márketing y Relaciones Públicas en la ESERP Bussiness School y trabaja en un restaurante familiar; Daniel Pérez Rodríguez (26 años) es licenciado en Derecho por la Universidad Autónoma de Madrid y doctorando en la UPF, y Manuel Souto (24 años), doble titulado en Química e Ingeniería Química por la Universidad de Valencia y la de Estrasburgo y doctorando en el Institut de Ciències de Materials de Barcelona. A ellos Schulz les dijo: «Si un país expulsa a su gente más preparada nunca logrará lo que necesita. La movilidad de la gente en Europa es absolutamente necesaria, pero la movilidad debería ser un privilegio, no una obligación por la crisis».

DESEMPLEO Invertir en educación y la economía real

«Yo abrí mi librería cuando tenía 27 años. En mi generación no había dudas: uno era abogado, otro se dedicaba al servicio público y yo, librero. No había discusión sobre el futuro, porque a principios de los 80 sabíamos que siempre había una posibilidad de tener un trabajo». No es el caso, por supuesto, de los jóvenes de principios de la segunda década del siglo XXI en España. Según cifras del Eurostat hechas públicas ayer, la tasa de paro juvenil en septiembre se situó en España en el 56,5%, una décima por encima del dato de agosto, con más de 3,5 millones de jóvenes desempleados, mientras que en el conjunto de la UE la tasa de paro juvenil se mantuvo en el 23,5%.

No es de extrañar, pues, que la primera intervención en el debate fuera sobre el paro que arrasa entre los jóvenes españoles. «El paro juvenil debería estar en lo más alto de las prioridades», dijo el presidente del Parlamento Europeo, que propuso tres medidas a corto plazo: ayudas económicas a la creación de empleo desde Bruselas («es inútil gastar en el 2020 el dinero para luchar contra el paro juvenil en el 2014»); facilitar que el crédito vuelva a fluir hacia las pymes y acabar con lo que calificó de «espiral muy peligrosa»: la deuda de los bancos llevó a la deuda de los países; la deuda de los países aumenta porque tienen que salvar a los bancos; los países salvan a los bancos pero entonces el banco central da crédito a los países al 5%.

A largo plazo, las recetas de Schulz son educación e I+D. «Necesitamos educación para crear empleo. Que los jóvenes salgan fuera del país puede ser una solución para ellos, pero no lo es para España». «¿Qué le parecen las políticas de austeridad que propugna el Gobierno español?», le preguntó Azahara Cavanillas. Y ahí, pese a que el presidente del Parlamento evitó en todo momento valorar las decisiones del Gobierno de un país miembro, se le entendió casi todo: «La política de solo recortes a cambio de que los inversores regresaran no ha funcionado. Necesitamos combinar la disciplina presupuestaria con decisiones estratégicas en inversión y en ingresos para crecer». Y añadió: «La educación y la investigación no son déficit, son una inversión».

RECORTES Y RESCATES Solidaridad intergeneracional

«Yo soy considerado un político de izquierdas, pero hay una cosa que no le suele gustar a la izquierda cuando la digo: es necesaria esta combinación [entre disciplina presupuestaria y medidas que impulsen el crecimiento y mejoren los ingresos] por una cuestión de solidaridad intergeneracional. No quiero contribuir a que vosotros, vuestros hijos y quizá sus hijos tengan que pagar por mi deuda soberana, la de mi generación», explicó Schulz, que añadió: «Somos una sociedad que envejece, nos hacemos más viejos, tenemos menos hijos, cada vez menos gente tiene que pagar para sostener un sistema en el que cada vez más gente es más vieja. Esto no es sostenible ni es moral. Yo soy un alemán de posguerra, y la deuda que recibí de la generación de mi padre es más baja que la que os dejaremos a vosotros».

La explicación fue pedagógica, pero la generación de los jóvenes que le escuchaban al otro lado de la mesa es mayoritariamente la generación indignada, la de la desconfianza hacia el sistema político y económico. Se citó a Islandia, claro, y se denunció el sueldo de los gestores de la banca nacionalizada, y la dificultad de hacer justicia por una crisis que miles de jóvenes en España consideran que es una estafa. «Se han invertido muchos millones en rescatar a los bancos, y parte de estos recursos se han destinado a sueldos y pensiones de los directivos de estas entidades. Mientras, muchas familias han sido desahuciadas, recordó a Schulz Nil Bertran. «En muchos casos hemos tenido a los más efectivos especuladores pero no a los mejores banqueros», admitió el político. 

DESAFECCIÓN POLÍTICA Los demonios del siglo XX europeo

«Un mensaje para todos los ciudadanos españoles y europeos que se sienten engañados, estafados por políticos y empresarios corruptos e incompetentes», incidió en la misma línea Míriam López, quien añadió, entre risas: «Y no va por usted». Ante la crítica, Schulz hizo una defensa del «político honrado» –«desconfiad del poder, pero dad una oportunidad a los políticos honrados»– y de la profesión política –«es un trabajo con mucha responsabilidad»–. Pero no rehuyó el presidente del Parlamento Europeo la autocrítica. «Allí donde voy, en Berlín, en Madrid, la gente me dice lo mismo: los políticos hablamos en una jerga que nadie entiende, y todos decimos lo mismo. Y no puede ser: en una democracia se necesitan opiniones diferentes para elegir. Nuestros votantes son más inteligentes de lo que muchos políticos creen», dijo. Y, en esto, los jóvenes miembros de la generación de la desafección también estuvieron de acuerdo con él, claro.

La desafección y sus consecuencias es un tema que preocupa a Schulz. En el debate abierto en toda Europa, con fenómenos como el de Beppe Grillo en Italia, sobre los riesgos que se esconde tras un fenómeno que también tiene derivaciones muy sanas democráticamente, Schulz optó por alertar de los peligros. «Cuando los políticos fallan a la gente a la que se deben al no garantizar unos mínimos de justicia social, dignidad e igualdad, entre ciudadanos y entre naciones, entonces, los demonios del siglo XX, el racismo, el odio, la xenofobia, el antisemitismo, están de regreso», reflexionó el político alemán, que puso ejemplos: «Hoy puedes despertar malos sentimientos diciendo: ‘Este es alemán, o este español, o este es griego’. Es algo terrible». Y añadió este político procedente del norte geográfico, económico y político de Europa: «Tenemos que combatir los prejuicios, por ejemplo con los países mediterráneos: si un alto desempleo, un bajo crecimiento, una extrema deuda soberana y profundos problemas con bancos es la descripción de países mediterráneos, entonces el Reino Unido está en el mare nostrum» ironizó, para sentenciar: «Por favor, evitemos los prejuicios».

EUROPA Democracia contra el euroescepticismo

En Europa, esos prejuicios son los que dan gran parte de su fuerza al movimiento euroescéptico. «El principal riesgo que tenemos en la UE es permitir a los euroescépticos monopolizar el debate de una forma equivocada, sí no a la UE. Intentan aprovecharse de la desconfianza y la decepción de la gente por la situación económica en la UE y en sus propios países con el argumento de que Europa, u otros países, son los responsables», diagnosticó Schulz. Por eso, añadió, «es importante que los ciudadanos vean que su voto importa, que tiene una influencia directa en el proceso de decisión».

Por ese motivo, Schulz considera un «importante cambio democrático» las elecciones europeas de mayo del 2014, ya que a partir de los resultados el próximo presidente de la Comisión Europea –cargo al que aspira como representante de los socialdemócratas europeos– saldrá de un compromiso entre los estados miembros y el Parlamento resultante de las elecciones. «Se trata de una nueva dimensión de la democracia en Europa», sentenció.

CATALUNYA Respetar el papel institucional

Y, claro, si se habla de democracia en Catalunya es inevitable que salga a relucir el tema de la consulta y el derecho a decidir. La respuesta de Schulz ante la pregunta fue la prevista: «Este es un tema que deben resolver aquí. Es lo único que puedo decir como representante de una institución europea. Sé que puede ser decepcionante esta respuesta».

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Sí, lo fue para algunos de los jóvenes presentes. «Esta respuesta no es aceptable, no es suficiente» –replicó Nil Bertran–. Catalunya tiene siete millones de ciudadanos que también son ciudadanos europeos. Es importante para nosotros saber si en caso de independencia estaríamos dentro o fuera de Europa. Queremos votar. Europa es un ejemplo de democracia. ¿Por qué Europa nos dice: ‘Es vuestro problema’? Somos ciudadanos europeos».

Un intercambio de pareceres que fue un vivo ejemplo, como lo fue todo el debate, de lo que el propio presidente del Parlamento Europeo había dicho poco antes: «La educación es la clave para entender el mundo, y este es un mundo muy complicado. Si la gente tiene que decidir en una sociedad tiene que entender esa sociedad». Los diez jóvenes que participaron en el debate son brillantes representantes de esta sociedad.