Gente corriente

Neus Vidales: "Estoy orgullosa de ser basurera"

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Núria Navarro

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Cada barcelonés produce 1,3 kilos de basura al día. La ciudad entera, más de 760 toneladas, el equivalente al peso de siete Boeing 757. Si no hubiera quien se ocupara de ella, tendríamos que ir con máscaras de carbón activado y una petaca con penicilina para brindar con las ratas. Es obvio, ¿verdad? Pues aún hay quien mira a las brigadas de limpieza por encima del hombro. Neus Vidales (Barcelona, 1980), una de las primeras mujeres al volante de un camión-grúa de limpieza de Barcelona, pone los puntos sobre las íes.

-Los niños sueñan con ser astronautas, médicos, 'youtubers'... ¿Basureros?

-Mi madre me decía: "Si no estudias vas a acabar de barrendera, como ese de ahí".

-Un clásico de algunas madres.

-Son los invisibles.

-Corrija al clasista. 

-Somos imprescindibles. En Barcelona pasan muchas cosas de las que el ciudadano no se entera porque antes hemos pasado nosotros. Un temporal, los 'sanjuanes', las manifestaciones... No solo retiramos residuos, también reciclamos. Estoy orgullosa de ser basurera, y mi madre, ahora, de que lo sea.

-¿Cómo se metió usted?

-Trabajé cinco años como peluquera, pero se me despertó una alergia a los tintes –me salían ronchas y pupas– y, aunque seguí un tratamiento con cortisona, tuve que dejar la profesión. Busqué un empleo que me permitiera estudiar diseño gráfico y publicidad. Eché currículums en todas partes y, como soy de la Trinitat, dejé uno en Urbaser, que gestiona los residuos sólidos de la zona este y Sant Martí, incluidas las playas.

-¿Ni un reparo a coger la escoba?

-No. Sí pensé que sería un trabajo provisional. Empecé el 3 de marzo del 2003 y sigo en la empresa, donde también conocí a mi marido.

-¿En serio?

-Nos cruzábamos con los camiones, pi, pi, pi, y llevamos 10 años casados. Tenemos tres hijos.

-Caray. ¿Recuerda el primer día de faena?

-Me dieron un plano, un carrito y una escoba, y me fui a barrer la calle de Formiga [Bon Pastor]. La deje reluciente no, lo siguiente.

-Formiga no es Pelai.

-Estaba sola, a las siete de la mañana, en invierno... Pensé: "¡Madre mía, esto es complicadísimo!". Tiene su técnica, hay que seguir un plano, hacer un recorrido de entre tres y cinco kilómetros. Es duro.

-Duro y... ¿pestilente?

-Recuerdo hacer en una jornada todos los pipicán de una zona. A las tres horas, se te impregna del olor. Pero te acostumbras. Yo no noto el olor a basura, me molesta el perfume.

-¿A qué diría que huele Barcelona?

-A tubo de escape y cocinas del mundo.

-Menudo entrenamiento olfativo. 

-Durante año y medio compaginé el carrito con la brigada. Pero, como soy inquieta, me saqué el carnet de camión. El mismo día, el 12 de julio del 2005 –tenía yo 24 años–, me enviaron al Carmel a recoger muebles.

-¡El Carmel tiene pendientes del 28%!

-El primer punto fue la calle de Conca de Tremp. Nunca sudo, pero aquel día sí, a mares.

-Luego fue pionera en manejar un camión-grúa, ese que ensarta contenedores.

-Tuve momentos de llantera. "¿Qué hago yo aquí?", "¿dónde están los contenedores?", me preguntaba, mientras daba vueltas de nuevo por el Carmel. Al principio pedía el plano el día anterior para poder estudiarlo de noche. Suerte que los compañeros me apoyaron, siempre. Y desde el 2008 soy ayudante de servicio: llevo la gestión de la formación.

-Una primera lección, gratis.

-"Nunca bajes al asfalto sin mirar". Parece una tontería, pero al cuarto día se te olvida. También coger bien las herramientas, usar la mascarilla, el chaleco y los guantes, porque la basura es basura y dentro puede haber cristales, jeringuillas...

-¿Todos son como usted?

-Somos 900 empleados, y hay todo tipo de perfiles. La crisis trajo a diplomados, licenciados, hasta gente de banca. Y están muy satisfechos. Hay tres turnos –lo que permite la conciliación familiar– y te motivan mucho. Yo soy un ejemplo de que, si tienes inquietudes, puedes crecer. Ahora pienso sacar el acceso a la universidad para entrar en Psicología.

-¿Para cambiar de aires?

-Para ayudar mejor a mis colegas.