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Anna Trilla: "La crisis precede al cambio, pues cuestiona y replantea"

Ha levantado su peculiar República dels estels. En pleno centro de Padua, vende moda no italiana

Anna Trilla, en una de sus visitas a su Barcelona natal.

Anna Trilla, en una de sus visitas a su Barcelona natal. / CARLOS MONTAÑÉS

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Carme Escales
Carme Escales

Periodista

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Era la primera vez que subía sola a un avión. Tenía 22 años, un montón de equipaje y nueve meses de clases de Psicología por delante en la ciudad vecina a Venecia. Estaba emocionada. La Università degli Studi di Padova le había abierto las puertas a su aventura Erasmus. Y a la semana de llegar, todavía reconociendo calles, plazas y aulas, el destino le presentó al que con el tiempo se convertiría en su pareja y padre de su hija. Él no era un estudiante de Erasmus, era un joven italiano, de ascendencia albanesa, matriculado en Ingeniería. A partir de entonces, los billetes de avión de Anna Trilla (Barcelona, 1974) serían siempre de ida y vuelta a Italia. Hace diez años abrió una tienda de moda para niñas y mujeres alternativa a las firmas italianas. La llamó la República dels estels.

-El 11 de octubre del 2008 la inauguraba, en el núm. 11 de la Via Soncin de Padua. ¿Qué inspiró su República dels estels?

-Ese nombre representa para mí un ideal etéreo de libertad, libertad en el modo de vestir y presentarse a los otros. Pienso en las estrellas que iluminan y son una referencia desde esa perspectiva elevada. Hoy, dada la situación política de Catalunya, se podría pensar que el nombre tiene connotaciones políticas, pero en su origen no las tuvo.

-¿Cómo ha vivido las noticias políticas de Catalunya desde Italia este último año?

-Personalmente, mal, con mucha preocupación. Con la distancia las emociones se amplifican. Luego viajé a Catalunya y vi que la situación en las calles no era de alarma como desde lejos en algún momento se pudo pensar, aunque tampoco se viva una normalidad. Son lamentables los abusos e injusticias cometidos, y las versiones tergiversadas para manipular a la opinión. Pero los cambios los preceden crisis que cuestionan y replantean, esa es la dinámica de la evolución. Abordar lo desconocido, por maravilloso que parezca, puede dar miedo.

-¿Sigue también la política italiana?

-No. A mí la política, en general, no me ha interesado nunca, pero la excepcionalidad de la situación catalana vinculada a mi amor por mi país me han hecho estar muy pendiente de la evolución de los hechos.

-¿Sus clientas se interesan por Barcelona?

-Sí, a veces me siento agencia de turismo. Barcelona despierta mucho interés. A la gente le sorprende que yo me haya trasladado de Barcelona a Padua, es mucho más frecuente encontrar casos a la inversa, italianos que deciden vivir en Barcelona.

-¿Cuántas veces viene a Barcelona al año?

-Tres o cuatro y me quedo bastantes días. Los dedico a la familia y amigos, y desde que soy madre aprovecho con mi hija la gran cantidad de propuestas infantiles, tradiciones como gigantes, 'pastorets' o la cabalgata, que le fascinan. También dedico tiempo a trabajar, que yo lo vivo más bien como una diversión. Visito a proveedores de ropa y accesorios que vendo en mi tienda. Son de Barcelona, Eivissa, Mallorca, València, Oviedo, Madrid, Cádiz. Busco siempre lo original y alternativo a la moda que ya está en Italia, solo algunas piezas únicas de un artista de Padua (Antonio de Canistris) son italianas.

-¿Cómo son sus clientas?

-Son niñas a partir de 2 años, y mujeres que buscan un estilo original, alternativo sin renunciar a la elegancia. Mi clienta más mayor es una señora de 83 años que elige siempre las prendas y accesorios más atrevidos y originales. Está llena de vitalidad, es psicoanalista aún en activo. Es un placer tener clientas que buscan un estilo que refleje su espíritu sin dejarse arrastrar por modas y tendencias impuestas externamente por los grandes colosos de la moda.

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-¿Hay algo que aún le choque en Italia?

-Aparentemente tenemos culturas muy parecidas, sobre todo el norte de Italia y Catalunya, pero me sigo fijando en formalidad y protocolos italianos. Aún se habla mucho de usted, y a un licenciado lo llaman 'dottore'.