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Kai Guerrero: «Todas tenemos belleza, pesemos 50 ó 100 kg»

Esta activista contra la gordofobia no se identifica como mujer ni como hombre, sino con un género no binario

Kai Guerrero, activista contra la gordofobia.

Kai Guerrero, activista contra la gordofobia. / ALBERT BERTRAN

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Manuel Arenas
Manuel Arenas

Redactor y coordinador del equipo de información del área metropolitana de Barcelona

Especialista en historias locales, audiencias e información del área metropolitana de Barcelona y reporterismo social

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"Género no binario, mis pronombres son 'elle' y 'ella', soy gorde y bisexual". Así se presenta en su blog Kai Guerrero (Barcelona, 1993), quien no se siente mujer ni hombre, sino de un género fuera del espectro binario. Además, es parte de la causa activista contra la discriminación a las personas gordas.

-¿Está su nombre vinculado al género?

-Sí. Tenía un nombre muy femenino y no me identificaba con él porque mi género es muy fluido, así que me lo cambié por este, que siempre me había gustado. 

-¿Cómo descubrió su bisexualidad?

-Me di cuenta a los 19 años. Era algo que inconscientemente sabía, pero me costó asimilarlo porque no había muchos referentes y no sabía que había esa opción. Cuando salí del armario recibí bifobia y no supe qué hacer hasta que conocí gente como yo.

-¿Su bisexualidad es lo que más le identifica?

-Dentro del mundo LGTBI, sí, porque sobre el género no binario no he hecho tanto activismo. Aunque, realmente, lo que más me identifica es ser gorda, porque tampoco hay un armario en el que meterse.

-Cuando habla de género no binario, ¿habla de tercer género

-Yo no lo tengo muy claro. Suelo usar la palabra transgénero porque agrupa a toda la gente cuyo género no es el que le asignaron al nacer. Va cambiando con el tiempo. Yo nunca he tenido el sentimiento de decir: "Ah, sí, sé que soy mujer". Tampoco he tenido ningún otro sentimiento de ser nada; a ratos sí, a ratos no. También hay gente que no tiene género, igual yo estoy más ahí.

-Lo que sí tiene claro es que no se identifica con el espectro binario.

-Eso lo tengo clarísimo desde los 21 años, cuando conocí al grupo Joves Trans de Barcelona. Desde parvulario sentía que tenía que escoger un bando, pero no sabía cuál. 

-¿Cómo reaccionó su entorno?

-Con desconocimiento, simplemente se lo tuve que explicar. Tengo un entorno muy bonito y abierto: le dije a mi madre que me gustaba una chica y me preguntó cómo se llamaba.

-He leído que defiende el uso del pronombre neutro y terminaciones en -e.

-Sí: como filólogue, sé que el lenguaje visibiliza realidades y creo que el neutro es más inclusivo. La lengua se adapta a los anglicismos, pero las cuestiones de género no interesan.

-¿En qué situaciones ha percibido gordofobia?

-Por ejemplo, cuando me siento en el metro y resoplan: "Uf, ya se me ha sentado la gorda al lado", o cuando me pongo pantalón corto en verano y me dicen: "¿Cómo vas así, gorda? ¡Qué asco!".

-Hábleme del activismo.

-Participé en el cabaré del Komando Gordix. Surgió porque una chica, Magda, escribió el libro 'Stop gordofobia' y lo hicimos nuestro. Empezamos en un centro social de Barcelona a hacer 'sketches', monólogos, bailábamos...era muy amateur, pero era importante porque nos sentíamos sexis en un escenario, algo revolucionario para gente gorda.

-¿De qué hablaban?

-Por ejemplo, de por qué nos llamamos gordas y no regorditas rellenitas: porque no es un insulto, sino una palabra descriptiva. No es ninguna vergüenza.

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-Reivindica que se puede ser gorda y feliz.

-¡Claro! No son cosas contradictorias. No considero que tenga ningún problema. Hay quien me dice que glorifico la obesidad; no es eso: yo no digo que todo el mundo debería ser gordo. Yo sé que es un factor de riesgo, pero mi salud no es asunto de nadie. Reivindico que no se nos tiene que tratar mal por ser gordes y que la felicidad no depende de la forma de mi cuerpo: todas las personas tenemos belleza, pesemos 50 o 100 kilos.