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José Jaén: «Me costó ser transformista porque no me siento mujer»

De día, limpia unos laboratorios; de noche, canta copla vestido de mujer en un bar farandulero del Raval

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zentauroepp45510987 barcelona 17 10 2018 jos ja n es transformista y cada fin d181021225733 / ÁLVARO MONGE

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Manuel Arenas
Manuel Arenas

Redactor y coordinador del equipo de información del área metropolitana de Barcelona

Especialista en historias locales, audiencias e información del área metropolitana de Barcelona y reporterismo social

Escribe desde área metropolitana de Barcelona

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En el cuerpo de José Jaén (Huesca, 1970) viven dos hombres. Uno es el pícaro que me vacila con retranca en el farandulero O'Barquiño del Raval un sábado noche, justo después de cantar transformado con aires pantojeros: "Durante el día trabajo como peón caminero / de noche doy el cambiazo: soy un putón verbenero [...] ¡Cómo me mola vestirme de princesa, de reina mora o de madre abadesa! / sacar el pecho, disimular la cola / ¡cómo me mooolaaa!". El otro es el desmaquillado, tímido y comedido que se sienta delante de mí en ese mismo bar para contestar a mis preguntas.

-¿Cómo empezó en el espectáculo?

-Empecé a cantar en el colegio con 8 años. A una monja le gustaba mucho la música: un día me escuchó y desde entonces me grababa mientras yo cantaba Joselito.

-¿Desde cuándo es transformista?

-Desde los 23. Hasta los 20 actué con traje y corbata, pero conocí a los propietarios de un pub de Igualada, el Chaplin, que me ofrecieron ser transformista. Ellos insistían pero estuve 3 años pensándomelo.

-¿Por qué?

-Porque no me veía vestido de mujer, con tacones...no, no lo sentía. Pero bueno, empecé...el gusanito, sabes...y hasta ahora (ríe).

-¿Cómo que "no lo sentía"?

-Hay gente que se viste de mujer y se siente mujer, pero yo eso no lo siento. Para mí esto es un teatro y punto: por eso me costó. Yo ni me siento mujer, ni soy mujer ni nada: sólo me maquillo y hago mi espectáculo.

-Entiendo que en su día a día no se traviste.

-No, no. Eso se queda en el bar, fuera de él soy José: me levanto a las 7:15 h, desayuno, saco al perro y trabajo limpiando unos laboratorios. 

-Qué contraste con el José del sábado noche.

-(Ríe) A mí me gusta mucho que la gente se lo pase bien conmigo; que se olvide de sus problemas cuando me ven actuar.

-¿Cómo valora su experiencia en el transformismo?

-Ha habido épocas mejores y peores, pero en general ha sido buena. Las malas experiencias han sido con compañeros: normalmente, el transformista hace playback, pero yo no. Eso genera envidias y me ha cerrado puertas.

-¿Y con el público?

-Alguna vez me he encontrado al típico machista, pero siempre tengo salidas para todo y les cambio el rollo. ¿Que me llaman "maricón"? Les digo: "Pues habrá sido un chivatazo", cosas así (ríe). Ahí lo ven todo distinto.

-¿Podría ganarse la vida de transformista?

-Ya me gustaría, pero no se puede. Antes sí pagaban muy bien. Yo, por ejemplo, pido 150 euros por hora de espectáculo, pero nos ha perjudicado que hayan salido transformistas que se ofrecen por 30-40 euros la hora.

-"¡Cómo me mola...!". ¿Se identifica con sus letras?

-Bueno...a ver, no soy peón caminero pero por las noches hago esto, así que hay cosas que sí. Aunque las letras no son mías: las sacó un compañero de un programa en el que cambiaban letras de canciones conocidas, como esa que citas, que es 'Como una ola', de Rocío Jurado.

-¿Cómo ha evolucionado el transformismo?

-Antes, el transformista imitaba a un artista concreto: se maquillaba y vestía igual. Hoy en día no: coges la canción de quien sea y te pones a hacer playback. Yo canto en directo y no imito a nadie, pero me inspiro en la Pantoja, mi referencia.

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-Una anécdota para acabar.

-A veces, cuando salía vestido de mujer de un local de Barcelona en el que actuaba, algunos hombres me ofrecían dinero por la Rambla. “Oye, guapa, ¿quieres…?”. Yo me divertía mucho con esas cosas.