Gente corriente

José A. Aldana: «Quien mira el reloj, no ama su oficio»

Carpintero de estirpe de carpinteros. En su taller de Cervelló tiene útiles de la época, dice, de San José, el patrón del oficio

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fcasals39483962 cervello baix llobregat contra jose antonio aldana u170802155709 / JOAN PUIG PASQUAL

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Carme Escales
Carme Escales

Periodista

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Después de nueve horas de viaje en autobús, el 1 de septiembre de 1974, una familia extremeña llegaba a Gavà. Tras ellos venía también el camión de la mudanza. José Antonio Aldana (Azuaga –Badajoz–, 1955), era el mayor de  los cuatro hermanos que, con su madre, iniciaban entonces una nueva vida en la costa catalana. El padre, carpintero, había migrado unos años antes a Alemania, con un buen contrato en una fábrica y, desde allí, enviaba marcos a su esposa, primero al pueblo y luego a Catalunya. Fue José Antonio el que quiso venir, pero vinieron todos.

–¿Por qué quería venir? Porque vecinos del pueblo de los que vinieron primero decían que aquí había mucho porvenir. Nosotros no teníamos necesidad, con los marcos que mi padre enviaba desde Alemania, ya vivíamos bien en el pueblo. Pero llegaba gente de Barcelona y me decían: con lo que tú sabes hacer, allí te ganarías muy bien la vida. Y yo le insistí a mi madre en venir. Como ella no quería que viniera solo, lo habló con mi padre, y vinimos todos.

–Con 19 años, ¿qué era lo que hacía bien? Vi a mi padre y a mi tío trabajar la madera, y me encantaba. Con 14 años entré en la carpintería del que fue mi maestro, Vicente.

–¿Su primer empleo y escuela a la vez? Sí, porque él me enseñó a manejar las herramientas. Y me enseñó otra cosa que me quedó grabada y, aunque parezca una tontería, es lo que más me ha ayudado a hacer bien mi oficio. Me enseñó a pensar primero bien cada solución que quería hacer con la madera. Luego ya la dibujaría o la trabajaría, pero primero era verla en mi mente.

–Después de 48 años de trabajar la madera, ¿Qué ve al mirar hacia atrás? Veo que mi oficio me ha dado de comer y todo lo que tengo y he hecho, como el hotel Casa Vilella de Sitges, lo más reciente. No paras de aprender. Eso es lo que me gustaría dejar también a quien continúe el oficio –entre ellos su hijo–, que me sabe mal que no sean tantos. Vas a una obra y, sí, tal vez el encargado, los jefes son de aquí, pero el resto, fontaneros, carpinteros, electricistas, pintores, todos son extranjeros. Y no hay nada de malo, yo tengo un buenísimo aprendiz magrebí que me recuerda a mí cuando tenía 14 años. Quiere aprender y no para de decirme que quiere hacer más.

–¿Qué lamenta, entonces? Me preocupa que entre los jóvenes de aquí el aprendizaje se haya ido perdiendo. Yo quiero coger aprendices y no los encuentro, solo chinos, sudamericanos, magrebís, ninguno de aquí. Si los jóvenes catalanes tuvieran trabajo, no me preocuparía, pero me sabe mal que en el mundo de los oficios la satisfacción que da oír ‘yo sé hacer esto’, pues ya no se da. Sí hay jóvenes dispuestos a trabajar, pero a aprender bien un oficio, no. En cinco años podrían ser oficiales, pero invirtiendo tiempo y trabajo.

–Que quieran trabajar ya es bueno... Yo tenía amigos allí en Extremadura que empezaron muy jóvenes de jornaleros en el campo porque pagaban 20 duros al día. Yo tenía 17 años, era un poco mayor que  ellos, y ganaba 250 pesetas a la semana, pero recuerdo que les decía: hoy gano menos, pero un día seré yo el que gane más que vosotros, y seré más porque tendré mi oficio. Y hay quien me reconoce que así ha sido finalmente. Cuando la Comunidad Europea empezó a dar prestaciones al campo, se perdió el afán por trabajar. Mi mayor fortuna no ha sido el dinero, sino mi oficio. Invertir en ser algo vale mucho la pena.

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–Hoy, quien más quien menos, estudia lo que siente que desea estudiar. Pero, ¿dónde trabajan? Quien mira el reloj es que no ama su oficio, no ama el trabajo que hace. Cuando lo amas, no miras las horas que pones en ello. Yo tengo la esperanza de que los chavales que ahora tienen 10 años, que ven a sus padres salir adelante a trancas y barrancas, querrán ser algo,  y que los oficios se recuperarán.

–Y la tecnología les ayudará... Claro, si se aprende el oficio, luego la tecnología te ayuda. Desde darte a conocer y mostrar lo que haces con una web (www.fustalia.es) hasta el trabajo más mecánico.