Gente corriente

Jan Millastre: "Es posible volver a ser tú mismo, a ser persona, a ser normal"

A los 19 años se quemó el 90% del cuerpo en un accidente laboral y tuvo que reconstruir su vida.

zentauroepp42865482 barcelona  10 de abril de 2018  jan millastre  una explosi n180424194227

zentauroepp42865482 barcelona 10 de abril de 2018 jan millastre una explosi n180424194227 / RICARD FADRIQUE

3
Se lee en minutos
Gemma Tramullas
Gemma Tramullas

Periodista

ver +

Cada día se levanta a las seis de la mañana para ver salir el sol con sus grandes y chispeantes ojos verdosos. Jan Millastre (Lladó, 1976) carga así las pilas para el resto del día, que esta vez le ha traído desde su pueblo del Alt Empordà hasta Barcelona. Aquí dará una charla en un instituto con sus compañeros de la asociación  Kreamics (www.kreamics.org), que reúne a afectados por quemaduras, familiares, amigos y personal médico. 

–¿Qué quería ser antes del accidente? Ahora se va a reír un poco...

–¿Por qué? Yo quería ser bombero. 

–Vaya... Trabajaba en la empresa donde me quemé, jugaba a fútbol en la Unió Esportiva Figueres y esperaba hacer las oposiciones de bomberos. Ahora estoy dando charlas sobre el mismo tema, pero desde el otro lado. Mi objetivo es darme a conocer para que la gente vea que es posible volver a ser tú mismo, a ser persona, a ser normal.

–¿Cómo empieza sus charlas con jóvenes? A veces entro en un espacio donde hay mucho guirigay y de pronto se hace el silencio; solo hay miradas y algún "¡ay!". Es comprensible, porque mi aspecto es una novedad, pero enseguida me presento para romper el hielo y ellos me integran en su normalidad.

–¿Le ha sorprendido alguna pregunta? No, pero los adolescentes son los únicos que preguntan por la sexualidad: "¿Tú puedes o no puedes?", dice alguno. Yo les explico que he tenido que pasar un proceso pero que sí puedo, como cualquiera. Con mi pareja, Anna, nos conocíamos de vista desde niños pero solo empecé a tratarla después de quemarme y llevamos 10 años juntos.

–Usted no era mucho mayor que estos jóvenes cuando sufrió el accidente. Tenía 19 años y trabajaba en una fábrica de envasados químicos y productos de limpieza. Entré en un almacén donde había una fuga de gas propano y se produjo una deflagración. Salí en llamas y un compañero me apagó con una manguera.

 

–En teoría, no debería estar vivo. No. Tenía quemaduras de segundo y tercer grado en el 90 por ciento de la superficie del cuerpo y me dieron 24 horas de vida. Pero los médicos de la Unidad de Quemados de la Vall d’Hebron apostaron por mí. 

–Y usted también, por lo visto. Sí, pero yo no salí del hospital con esta actitud, tuve que trabajármela. La primera vez que me vi la cara me quería morir; no me veía a mí, sino a la cosa más deforme sobre la faz de la Tierra.

–¿Como llegó a aceptarse? El entorno es muy importante y ser de un pueblo pequeño ayuda; el apoyo de los médicos; el acostumbrarte poco a poco; el haber luchado y sufrido... Había vuelto a vivir y tenía dos opciones: quedarme toda la puñetera vida lamentando lo desgraciado que soy o aprovechar lo que soy y cómo soy, afrontarlo y marcarme objetivos para ser cuanto más feliz mejor.

Noticias relacionadas

–Eligió lo segundo y por eso está aquí. Durante cuatro años me esforcé por conocer gente y abrirme a cosas nuevas. Por suerte, yo ya soy un poco así y ahora tengo la mente ocupada en mil cosas. Cuando voy en metro sé que me miran pero ya no me afecta. Todos tenemos buenos y malos momentos, es cuestión de afrontar los malos y a partir de ahí crear algo nuevo.

–En pocos días vuela a Guatemala. Voy a Aguacatán, que es mi segunda casa. Hace 15 años que estoy con la oenegé Gerd, que apoya a asociaciones locales de discapacitados y fabrica sillas de ruedas. He viajado a Cuba, Uruguay y Centroamérica y he conocido a personas increíbles que te lo dan todo a cambio de nada y que desarrolla sus virtudes a pesar de su discapacidad.