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«La intimidad que te aporta el sexo es única»

Laura Hernández trabaja de día como administrativa y de noche escribe novelas eróticas

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«La intimidad que te aporta el sexo es única»_MEDIA_1 / JULIO CARBÓ

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Carme Escales
Carme Escales

Periodista

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La imaginación es un cesto siempre lleno, un avión a todas partes y una llave que abre cualquier puerta. Por eso, para alguien como Laura Hernández (Barcelona, 1985), que desde los 9 años ha practicado la evasión con fantasía, inventando historias, es muy difícil topar con el aburrimiento y la monotonía. Y desde que cayó en sus manos 'Caperucita en Manhattan'de Carmen Martín Gaite, las puertas que abre su imaginación son las más íntimas e impenetrables. Escribe novelas eróticas. 'Me gustas de todos los colores' y 'A través de sus palabras' (Zafiro) son dos de ellas. Sus lectoras (son mayoría mujeres) la conocen como Iris T. Hernández.

-¿Se esconde tras un seudónimo? Sí. Al principio me daba vergüenza, algo de reparo, que se supiera que escribo novelas eróticas, sobre todo en el trabajo. Y quise así separar los dos mundos que vivo. Cuando mi madre estaba embarazada de mí, pensó en llamarme Iris, pero mi hermana, que entonces tenía 5 años, le dijo que me pusiera Laura, que si me llamaba Iris todo el mundo me llamaría arcoiris.Y yo recuperé Iris, seguido de la inicial de mi segundo apellido: Trapero, Iris T. Hernández. Así es como me conocen todas mis lectoras.

-¿Está en contacto con ellas? Sí, a través de las redes sociales, y de mi web www.iristhernandez.com, me contactan, de California, de México, de Miami... escriben de todas partes. Te das cuenta de que la erótica no es algo subliminal.

-¿Qué es la erótica para Laura? Algo fundamental en la vida, aunque lo llevemos de puertas hacia adentro. La erótica es pasión, cariño y contacto físico, una forma de relajarse y evadirse del mundo, sintiendo lo único que quieres sentir.

-¿Y qué diferencia a Laura de Iris en la vivencia del erotismo? Iris es más atrevida, no piensa tanto en las consecuencias. Yo he llegado a tener que parar de escribir por excitación o incluso para llorar. Es que si no lo siento, no puedo transmitirlo en la escritura. El sexo que escribo es explícito, aunque también dejo sitio para hacer volar la imaginación.

-¿Qué aporta el sexo a sus novelas? A veces condimenta y ayuda a expresarse a los personajes. Otras veces es autodestructivo. Sin darse cuenta, los personajes superan unos límites como persona, se pierden por dejarse llevar por los impulsos y ya no son la persona que eran, se sirven del sexo para tapar lo que son. Siempre hago que los personajes bajen a lo más profundo para que luego suban, y me gusta jugar con las diferentes personalidades y caracteres de las personas. Me lo paso pipa.

-¿Cuántas horas dedica a describir encuentros eróticos? Entre semana, de tres a cuatro horas diarias. El fin de semana más. Mi marido se ocupa de nuestro hijo y de la casa. Sabe que yo soy feliz así, que me gusta, lo practico como una afición, pero me encantaría vivir de esto. Sería muy feliz si me levantara, llevara a mi hijo al colegio y luego me pudiera poner a escribir. Seríá como un sueño.

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-¿Y el resto del día su cabeza no da vueltas a lo erótico? Sí, sí, mi cabeza no para. Anoto cosas en el móvil, cualquier detalle que pueda ver en una persona, caminando, hablando, una palabra, un sonido...

-Es como si el erotismo pintara de color su vida. Es que la intimidad que te aporta el sexo no la aportan otras cosas. Es única. Una caricia sexual te puede decir mucho más que un te quiero de palabra. El porno es sexo puro, sexo por sexo. La erótica tiene sentimientos, pero también hay tensión sexual y ansias de encontrarse entre los personajes que lo viven con complicidad. Por eso se la llama novela romántica erótica. Y en España somos una gran familia de autores de este tipo de literatura.