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Gerard Barsalà: "Aprendí que la vida son etapas, con inicio y final"

Pasó de abrir caminos en la empresa familiar de perforaciones a abrirse camino elaborando licor

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zentauroepp44376249 gerard barsala180720161437 / ADRIÁN ROPERO / DEFOTO

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Carme Escales
Carme Escales

Periodista

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Con 18 años, Gerard Barsalà (Almacelles, 1984) pasó su examen de artillero para trabajar en la empresa familiar de perforaciones y voladuras. Unirse a su padre y su tío en aquel desafío a montañas y rocas abriendo túneles y carreteras había sido siempre su sueño. Pero a los dos años, la explosión de una de las voladuras alcanzó su cuerpo, dinamitando su futuro en aquella dedicación. Dos meses en la UVI y dos años de recuperación, tiempo de reflexión y reconversión. De su afición a preparar licor de limón para los amigos, ha hecho su nueva profesión.

¿Cómo vivió el final de su trayecto?

Primero con incertidumbre, los médicos dicen que estoy aquí de milagro. En el accidente me quemé gran parte del cuerpo, tuve que estar aislado, y la onda expansiva me afectó también la vista, la audición y algo de capacidad pulmonar. Tengo un 42% de discapacidad, pero intento vivir como si no la tuviera. Sé que un día estás y al otro tal vez no.

Pero sí siente que hay un antes y un después de aquel percance.

Sí, claro, con el accidente aprendí que la vida son etapas, con inicio y final. Yo ya no pude regresar a la primera, porque me tuvieron que reconstruir los tímpanos y no puedo exponerme al ruido de las explosiones. Decidí estudiar Ingeniería de minas para seguir en contacto con movimientos de tierra, pero ya desde un despacho. Y he terminado en contacto con la tierra pero a través de la fruta, limones, naranjas y frutas con hueso.

Del despacho de ingeniero al obrador licorero.

Y todo empezó en la cocina de casa, con mi primo Eloi. Hacíamos licor de limón y yo vi que me gustaba mucho hacerlo y se nos daba bien. Me formé en destilería durante un año y monté el obrador. El año pasado nos dieron un premio internacional por el Llimonetti, nuestro licor de limones ecológicos y este año hemos recibido otro por el Tarongetti, hecho con naranjas también de agricultura ecológica.

Pero su marca, Elixirs de Ponent, es mucho más que un licor, usted da trabajo a personas de colectivos vulnerables, a los que llamamos ‘discapacitados’.

Ese es el término que yo experimenté cuando no me pude valer por mí mismo, y todavía hoy, sabiendo que convivo con algunas limitaciones físicas. Pero ¿es correcto usarlo cuando hay tantas cosas sí puedo hacer y estoy haciendo? Eso es lo que me hizo pensar, cuando redacté el plan de empresa, que uno de los valores que quería tener presente es la inversión en trabajo social.

¿Cómo lo lleva a cabo?

Todos los manipulados de etiquetaje, packaging y distribución los llevan a cabo los trabajadores del Centre Especial de Treball (CET) Servilogics de la Fundació Aspros de Lleida que da servicio integral a personas con alguna limitación psíquica, pero perfectamente capaces de realizar esa labor. También colaboramos con otras dos asociaciones, Alba de Tàrrega e Ilersis de Lleida, por ejemplo, con la preparación de lotes solidarios en la época de Navidad.

Un valor añadido, y una cadena solidaria.

Todas las alianzas que podamos hacer los que estamos cerca nos fortalecen. En Almacelles tenemos el Centre Assistencial Sant Joan de Déu, siempre hemos tenido presentes la realidad de ciertas limitaciones. Pero es verdad que yo hasta que no experimenté qué es sentirse limitado físicamente no he abierto los ojos hacia ella.

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También imagino que lo ha hecho ahora hacia la de agricultores y payeses.

En mi tienda, en la calle mayor de Almacelles (www.elixirsdeponent.com), vendo productos de artesanos cerveceros, queseros... y ellos tienen mi licor en sus obradores. Conocemos la historia que hay detrás de cada producto y asesoramos a los clientes explicándoles qué diferencia lo que hacemos. A mí me satisface sentir que hacemos piña.