Eugeni Roig: "El audiolibro puede ser un viaje catártico"

Como un tipo del renacimiento, ha vivido varias vidas profesionales que vincula a la belleza: como actor, compositor o jefe de cocina. Su arte le lleva ahora a dirigir audiolibros, para que la literatura sea cuestión de oído

Eugeni Roig, en el estudio de Miut.

Eugeni Roig, en el estudio de Miut. / ALBERT BERTRAN

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Patricia Castán
Patricia Castán

Periodista

Especialista en Economía local, comercio, turismo, vivienda, ocio, gastronomía y tendencias urbanas.

Escribe desde Barcelona

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Su rostro puede resultar tan familiar para un amante del teatro como para uno de la buena mesa. Y no es que tenga un gemelo. Eugeni Roig (1974) cree firmemente en vivir varias vidas vocacionales en una sola, siempre que estén relacionadas con el arte, la belleza o el hedonismo. Forjado entre escenarios y fogones, ahora brilla y vibra como director de audiolibros, un género "difícil" en plena propulsión en España.

-¿Qué quiso ser primero?

-Algunas cosas fueron casuales. Estudiaba Historia del Arte pero empecé en el mundo de la cocina cuando tuve que hacer la prestación social sustitutoria y luego profundicé en ello. También había trabajado como ayudante de producción, pero nunca sobre un escenario, hasta que un día decidí dejarlo todo por actuar y entrar en el Institut del Teatre.

-Donde lo dio todo...

-Sí, me preparé a fondo y fui primero en las pruebas de acceso. Me licencié como actor y con la suerte de cruzarme con Àlex Rigola y trabajar durante años en los proyectos y giras del Teatre Lliure, entre otras muchas experiencias profesionales.

-¿Allí seguiría si no se hubiera topado con la crisis?

-Los recortes fueron brutales en el teatro y no se puede vivir de las salas alternativas cuando tienes una familia. Los actores son ahora héroes y muchos hemos tenido que reinventarnos.

-Vuelta a la gastronomía.

-Durante un par de años fui jefe ejecutivo en una cadena de restaurantes y después jefe de sala en un conocido restaurante. Hasta que hace unos meses un amigo metido en doblaje me hizo una propuesta diferente para entrar en Miut -estudio de sonido para proyectos audiovisuales creado en el 2012 (en plena crisis) por Juliana Rueda- y como la cabra tira al monte...

-¿Optó por la reinvención definitiva?

-Estoy fascinado con el mundo del audiolibro, que coproducimos para diversas editoriales. Es un género raro, no es cine ni teatro ni un culebrón... No tiene efectos especiales ni adornos. Solo poner voz a la literatura. Yo había trabajado mucho en el Institut doblaje, oratoria, prosodia... 

-Muchos dirán que se pierde la magia de la lectura.

-Para nada. Todas las emociones y sensaciones que transmite un libro se potencian exponencialmente detrás de una buena voz. Trabajamos con grandes actores y expertos en doblaje como Jordi Boixaderas. ¡Imagina un "te quiero" de un buena historia con la voz en castellano de Russell Crowe! Una escena de una tortura te puede poner la piel de gallina.

-¿Cómo se dirige la creación de un audiolibro de 500 páginas sin aditivos?

-Nos leemos cuatro veces el libro, lo destripamos, seguimos el método registrado de Paul Alan Ruben -escritor y productor de audiolibros en EEUU, premiado con Grammy's- y le damos voz para trasmitir lo que quería decir el autor. Una obra de Ken Follet de ese volumen supone unas 20 sesiones de trabajo.

-¿Y cuánto se tarda en devorar por el oído?

-Entre 13 y 15 horas. Le aseguro que es un viaje catártico, tanto para los que lo producimos como para quienes lo escuchan. Un audiolibro se disfruta en solitario, es una experiencia íntima, como leer en la cama antes de dormir, pero a cualquier hora. Sea un 'best seller', un autoayuda o una biografía.

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-¿A qué 'lectores' lo receta?

-Cuando el tema empezó estaba pensado para gente que no podía leer, por discapacidad, falta de tiempo o que hacía trabajos muy mecánicos. Ahora es para cualquiera que quiera que le cuenten una buena historia. La gente se baja Storytel -aplicación con infinidad de audiolibros- como quien oye música con Spotify o series en Netflix. Y se engancha.