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Natalia Vicente : "Un día ves los límites que te ponen por ser mujer"

Desde su trabajo de estibadora en el puerto de València, se ha situado en primera línea de reivindicaciones feministas

La estibadora Natalia Vicente, en el puerto de València.

La estibadora Natalia Vicente, en el puerto de València. / MIGUEL LORENZO

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Nacho Herrero
Nacho Herrero

Periodista

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Natalia Vicente (València, 1984) iba para diseñadora gráfica y ha acabado moviendo con precisión contenedores de muchas toneladas en el puerto de València. Es, entre muchas otras cosas, estibadora y feminista. Una potente combinación con la que ha dado el paso de ponerse en primera línea de muchas reivindicaciones. Ni un paso atrás.

-¿Siente que es el momento de las mujeres?

-Por supuesto. Lo que empezó como una revolución ha llevado a cierto oportunismo en algunos sectores, no de las mujeres; se ha puesto de moda y hay que aprovecharlo. Tenemos que aprovechar que se nos está dando el espacio y cogerlo. Es nuestro momento. No vamos a tener tantas oportunidades de que se nos reclame para estar en ciertos momentos. Hay que empezar a acaparar ciertos lugares, con el tiempo quedará el poso.

-Habla de revolución. ¿La hay?

-Sí. Las mujeres se sienten incómodas en la sociedad y están tomando la iniciativa. El 8-M fue la prueba y se vive de una manera colectiva, ordenada, organizada, con una sororidad brutal.

-¿Cómo vivió ese 8-M

-Los días previos estuve muy nerviosa. Se abrieron los espacios feministas a gente que no habíamos participado del todo y nos acogieron. Fue un aprendizaje muy intenso. El 8-M fue brutal, porque fue empezar a vivir una revolución feminista y femenina y, al día siguiente, sentí una satisfacción tremenda. Muchos tuvieron que callar, viendo que sí sabíamos lo que hacíamos.

-¿Y el día en el que se conoció la sentencia de 'La manada'

-Con mucha decepción y frustración. Incluso con la ley, te sientes desamparada y desatendida. Enfado, enojo. Es terrible, porque es una cuestión de empatía. No pedimos nada descabellado, sino, simplificado, que la justicia reconozca quiénes son los malos y la falta de tranquilidad y comodidad con la que las mujeres salimos a la calle.

-¿Las mujeres tienen que luchar por que se les vea?

-Sí, hay que visibilizarlo. Es nuestro gran problema, que no se nos ve, en parte, porque no existimos en algunos espacios. Se nos tiene que ver para que nuestras niñas tengan refuerzos positivos y nuestros niños sepan que pueden trabajar a las órdenes de una mujer, que eso cuesta. La manera de hacerlo es que haya mujeres en puestos. Cuotas, sí, porque hay muchas mujeres que están en un nivel altísimo que no tienen acceso a esos puestos. El camino se demuestra andando, pero si de entrada te pegas con una valla es imposible.

-¿Cómo fue descubrir que la sociedad le imponía límites por ser mujer?

-A mí me crió mi madre, nos insufló mucha seguridad para comernos el mundo. Pero empiezas a ver pequeñas cosas, te informas y un día pasas de ver en blanco y negro al color, y lo ves todo. Tomas conciencia de un día para otro y ya no puedes volver atrás.

-¿Cómo es ser estibadora?

-Inicialmente pasas muchos nervios y sientes mucha responsabilidad, porque trabajas con muchas toneladas y hay mucha gente debajo a la que puedes hacer daño.

-¿Cuántas veces le han dicho que son unas privilegiadas?

-Debería llevar un contador, pero nadie da duros a cuatro pesetas. Tienes la compensación económica, pero la pierdes en la conciliación y en salud. Son jornadas que no se acaban nunca y es un 'destarifo' de horarios . Tu reloj interno va loco y a nivel social puede ser bastante frustrante.

-¿Cómo es estar cada día en guardia para defender sus derechos?

-Es agotador porque siempre tienes algo que quiere desestabilizar el sector, pero la fortaleza que tenemos es lo que compartimos. Cuando pasa algo, somos como los galos, hacemos piña y esa es nuestra potencia.

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-Hablábamos de que hay cierta moda con las mujeres, todo lo contrario que con la lucha laboral…

-Los grandes sindicatos estatales no han sabido defender las particularidades de cada trabajo, pero ahora a pequeña escala la gente se organiza. La clave es que estemos todos en comunicación y secundarlos. Conciencia, empatía y apoyo mutuo. Es lo que está funcionando. No es solo el espacio de trabajo el que tienes que defender, sino también la sociedad. Para mí es importante pedir una pizza sabiendo que quien me la trae está como debe. Todos tenemos que construir esta sociedad.