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Ana Brenes: "Ese día terminé de servir cafés, fui y me subí al escenario"

Ha trabajado duro -y no solo en la música- para estudiar y sacar adelante su carrera de cantaora

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zentauroepp44267519 ana brenes180718161853 / JOAN CORTADELLAS

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Mauricio Bernal
Mauricio Bernal

Periodista

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Nació flamenca, Ana Brenes, hija de un padre asiduo a las peñas y de una madre que abandonó la carrera musical para dedicarse a los hijos. Le corría música por la sangre y empezó a cantar desde pequeña. "Mi madre tiene audios míos cantando bulerías con tres años", dice. Conquistó una consciencia temprana de que era el cante a lo que quería dedicarse, pero para dedicarse tenía que estudiar, y los estudios eran costosos. ¿Qué hacer? Trabajar y ahorrar. Ahora se la ve en escenarios, en teatros y en festivales, pero durante mucho tiempo hizo de todo. Por ejemplo, atender la caja de un McDonald’s.

-McDonald’s. Duro.

-Duro pero formativo. Me ayudó a madurar. Luego trabajé en un Starbucks. Pagaban mejor. De hecho, la primera vez que canté en un teatro de Barcelona trabajaba allí.

-¿Servía cafés de día y de noche se enfrentaba al público?

-Pues sí. Trabajaba en el local de la Rambla y cantaba en el Principal, un poco más abajo. Ese día terminé de servir cafés, cogí la mochila donde llevaba la ropa para el concierto, fui y me subí al escenario.

-Es decir que ya tenía una carrera. No es que hubiera aparcado el cante.

-No, yo desde que empecé, desde niña, nunca dejé de cantar. Pero no era profesional. Me llamaban de algún sitio, salía algún bolo de vez en cuando, me hacía algún grupito… Pero no estaba volcada al 100%. No me daban suficientes actuaciones. No podía hacerlo.

-Sería frustrante, me imagino.

-Sí, era una frustración. Pero tenía que trabajar. Y a ver, el trabajo no me llenaba, pero tampoco se me caían los anillos, ¿eh? Yo llevo trabajando desde los 15 años, en vacaciones, en rebajas, a media jornada… Entré al McDonald’s porque estaba mejor pagado que el trabajo de dependienta.

-Cuando dice que en aquella época le salía algún bolo…

-Me salían sobre todo actuaciones con un grupo con el que hacíamos versiones flamencas. Son de Alma, se llamaba. Nos llamaban mucho de teatros y fiestas mayores del Vallès. Teníamos nuestro público. Y para mí era un desahogo.

-¿Y el estudio?

-Pues mire, mientras trabajaba en el McDonald’s intenté estudiar pero no pude, y entre estudiar y trabajar tuve que quedarme con trabajar.

-Y qué hizo.

-Cambiar de trabajo. En el Starbucks sí podía combinarlo, entonces dije: vale, puedo estudiar. ¿Qué voy a estudiar?

-¿Qué iba a estudiar? Música, ¿no?

-No siempre lo tuve claro. Yo quería estudiar y tener una carrera, y no ser operaria toda la vida, pero no estaba segura de hacer música. Solo que en ese momento, cuando se dieron las condiciones, pensé que nada me llenaba tanto como la música. Pensé que debía tirarme a la piscina. Además, justo en esa época empezaba a tener más actuaciones.

-Y más confianza en sí misma, sospecho.

-Claro.

-¿Dónde estudia?

-No crea que hay mucho para escoger. Para ser cantaora, en España solo puedes estudiar en el conservatorio de Córdoba o en dos sitios de Barcelona: la Escola Superior de Música, la Esmuc, y el Taller de Músics. Entré en la Esmuc.

-Barato no debe ser.

-No lo es. De hecho, cuando vi que los ahorros que tenía para estudiar se estaban agotando volví a instalarme en casa de mis padres.

-¿Sigue en el Starbucks?

-No. En la escuela hay profesores que me han apoyado mucho, Chiqui de la Línea, Jorge Mesa, 'El Pirata', Miriam Vallejo. Ellos apostaron por mí. Gracias a ellos cada vez tenía más actuaciones. Y un día, un mes, el mes que tenía más cosas, coincidió con los exámenes en la escuela.

-Exámenes, trabajo y actuaciones.

-Precisamente. "Algo me sobra aquí", me dije. Y pensé: "Estoy estudiando lo que me gusta, me sale trabajo de lo que me gusta… me voy a arriesgar". Y lo hice. Y eso que en el trabajo ya era encargada, ganaba más.

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- Qué satisfacción, ¿no?

-Mucho. Te sientes orgullosa de habértelo trabajado todo.