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Josep Mestres: "En los 60 teníamos que ir fuera a buscar turistas"

La hostelería le atrapó y la ha vivido toda la vida en primera línea, desde su hotel del Raval.

Josep Mestres Blanch, en la terraza de su hotel, en el Raval.

Josep Mestres Blanch, en la terraza de su hotel, en el Raval. / CARLOS MONTAÑÉS

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Patricia Castán
Patricia Castán

Periodista

Especialista en Economía local, comercio, turismo, vivienda, ocio, gastronomía y tendencias urbanas.

Escribe desde Barcelona

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Los 600 rugían por las calles, el Barça de Rifé, Cayetano Re y Benítez estaba en plena sequía liguera y el turismo de costa se atisbaba solo a través del NoDo, porque Barcelona aún no figuraba en el circuito. Tan distintas eran las cosas, que Nou de la Rambla (antes Conde del Asalto y escenario de esta historia) sería incluso unos años la avenida de la Moda, llena de castos vestidos de novia. Y en esas que el padre de Josep Mestres Blanch se olió que la capital catalana podría acabar siendo un gran destino y eligió ese eje histórico del Raval. Nacía así (1964) el Hotel Gaudí (tres estrellas), que 54 años más tarde sigue colgando el ‘lleno’ muchos días del año. A él le valió una Medalla del Turisme de Catalunya 2012 y muchas safisfacciones.

-Su padre fue un doble visionario…

-¡Sí! Acertó al creer en el turismo y apostar por el centro de Barcelona pero también con el nombre, porque entonces Gaudí no decía nada a un viajero y ahora es un reclamo.

-Había unos 80 hoteles en la ciudad, pero aún no había turistas.

-Estaban totalmente enfocados al viajero de negocios. Cuando acabé la carrera y en 1968 asumí la dirección del hotel pensando que sería algo temporal, empezábamos a trabajar con grupos de vacaciones.

-¿Había que ir a buscarlos?

-Sí, en verano trabajábamos directamente con autocaristas del resto de España, Francia e Italia. Íbamos a verlos, nos hacíamos amigos y hasta dormíamos en sus casas… Ellos organizaban los viajes y mucha gente quedaba tan contenta que volvía cada año.

- Y usted se enganchó a la hostelería.

-Me atrapó cuando yo pensaba hacer oposiciones a abogacía del Estado. Entonces en el sector todos nos conocíamos y éramos amigos. Nunca imaginé que seguiría llevando el hotel hasta el 2011, cuando me jubilé y la gestión pasó a mis dos hijas. Es un mundo apasionante y ¡había tanto por hacer!

-En qué momento siente que la ciudad se sube a la ola turística.

-Un primer punto y aparte fue el Mundial de 1982, hizo casi que la hostelería local descubriese al viajero italiano. Muy pocos trabajábamos hasta entonces con ellos. Fue un ‘boom’. Pero los Juegos de 1992 lo cambiaron todo al poner a Barcelona en el mapa mundial. La ciudad despegó.

-A trompicones ¿por qué fueron tan duros los siguientes años?

-Las hemos visto de todos los colores. En los años 70 ya hubo una etapa muy mala para el sector. En 1993 facturamos la mitad que en el 92 porque había muchas plazas por llenar. Pero todos bajamos precios y con una buena oferta de infraestructuras nuevas, gastronomía y cultura, y haciendo las cosas bien como se sabían hacer aquí, el éxito solo tardó unos años en llegar.

-¿Morir de éxito también era cuestión de tiempo?

-Es una pena lograrlo y no seguir haciéndolo bien. En mi opinión la masificación llegó con el fenómeno de los pisos turísticos, todavía hay miles ilegales y su encaje en fincas de vecinos es imposible. En muchos casos han traído un turismo de poca calidad, de fiesta, de despedidas de soltero y que no se puede controlar. Han de ser legales y concentrarlos en bloques enteros. Nosotros pasamos por muchas normativas de seguridad y ellos ninguno. ¿Qué pasará el día que haya un incendio en alguno de ellos?

-¿Qué opina de la gestión de Colau en el turismo?

-No toca bien este tema, no lo ha entendido, y se ha hecho eco de la turismofobia. Es cierto que ha llegado a haber demasiados hoteles, pero esta limitación ahora no es buena. El propio mercado se autorregula y si sobran plaza los que peor lo hacen se reconvertirían en otros negocios.

-¿Qué le diría a un turismofóbico para hacerlo cambiar de opinión?

-Con una buena gestión el turismo es positivo y genera riqueza. No solo a hoteles, mire el comercio, servicios, proveedores, taxis… Y los sueldos están por encima de convenio de hostelería en muchos hoteles. No hay que aplicar otros convenios, como ha pasando con la limpieza externalizada. Ninguna de nuestras camareras de piso cobra menos de 1.200 euros.  

-Fue vicepresidente ocho años de Amics de la Rambla ¿cómo diagnostica a la zona?

-Ahora estamos sufriendo los narcopisos y los pisos turísticos ilegales. Pero esto es gloria comparado con lo que vivimos en los años 80, con las drogas, prostitución y robos… Se tocó fondo y costó mucho reflotarlo.

-¿Tiene cura la gentrificación? 

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 -Es un barrio complejo. Hemos vivido varias oleadas de marcha y traslado de vecinos por distintas motivos. A veces por los graves problemas de inseguridad, luego por las oleadas migratorias y su implantación por nacionalidades en distintas calles, más tarde por los pisos turísticos… Hay que seguir trabajando por el barrio.