Emilia Bernal: "Otros países sí compensan a quien trabaja de noche"

Quien ha pasado alguna noche en un hospital conoce el ambiente que se respira en esas horas más lentas y sueño incómodo. Habitaciones a media luz, pasillos vacíos y un silencio que solo perturba el sonido de ese timbre que, desde la cama, es cordón umbilical entre paciente y enfermeras. Esas profesionales –cada vez con más compañeros entre ellas–, como tantos otros empleados, tienen sus turnos nocturnos, los que hacen posible que mientras la mayoría de mortales dormimos, todo siga funcionando. Emilia Bernal (Barcelona, 1961) lleva 31 años de enfermera de noche en la Clínica Sagrada Família de Barcelona. Empezó reemplazando a compañeras, hasta que salió una plaza. Ahora ya no cambiaría su horario por nada. La noche y ella se han acostumbrado a convivir.

Es como si viviera al otro lado del planeta, con las agujas del reloj siempre cambiadas.

Sí. Me acuerdo que fuimos en familia de vacaciones a Nueva York y al regresar, todos comentaban que sentían el jetlag y fue entonces cuando yo me dí cuenta de que cada tarde sufro mi jetlag particular. Entro a trabajar a las 21.30 h y salgo a las 7.30 h. Cuando me levanto, hacia las 15.30 h o las 16.00 h hasta que entro, estoy un poco atontada. Pero todas las malas noches de mi hijo cuando era pequeño fueron para mi marido.

¿Cómo se duerme siempre de día?

Es muy flexible. Depende del día, cualquier ruido me despierta. En casa tenemos las ventanas reforzadas con climalit, pero dejo el móvil sin silenciar, por si acaso. Un día no lo hice, hubo un escape de agua en el baño y estaba tan cansada que no oí tampoco el timbre. Cuando me desperté, abrí la puerta de la habitación y me encontré a los bomberos y a la policía en el pasillo. Mi marido y la vecina del piso de abajo, a la que le caía agua en casa, los habían alertado porque no abría la puerta ni respondía al teléfono y el baño y parte de la casa se habían inundado. Qué vergüenza sentí. Y qué susto. Claro que ellos también, porque pensaban que me había pasado algo, porque saben que a mí cualquier ruido me despierta.

Aquel día desconectó bien. Eso debe ayudar con algunas historias de hospital.

Sí. Y más aún de noche. Muchos piensan que de noche en un hospital todo el mundo duerme, y no es así. Muchas operaciones se hacen por la tarde y sobre todo la primera noche hay que estar muy alerta de la evolución de los pacientes. Además, que haya menos actividad, menos gente en los pasillos y menos profesionales, hace que las enfermeras que trabajamos de noche tengamos que tomar más decisiones, como cuándo avisar al médicoo a la familia de los pacientes cuando su estado se complica, porque no siempre tienen acompañantes los enfermos.

¿Tienden más a solicitar conversación cuando ellos o ellas se sienten solos?

Bueno, nosotras siempre tenemos tareas a hacer, preparar carros con material, poner orden... Yo empecé a hacer prácticas como estudiante de Puericultura a los 18 años en la misma clínica de la Sagrada Família donde trabajo aún hoy. Todavía había monjas entonces y de ellas aprendí bien la disciplina del orden, a repasarlo todo, a reponer material. Y todo eso lo haces cuando ningún paciente te requiere. Si lo hacen, puedes pasar un rato escuchando a algún enfermo inquieto o asustado, pero siempre pendiente de los otros 14 a los que tienes que atender. Hay tantas tareas de enfermería que no se ven. Y más de noche. El trabajo de noche no se ve.

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¿Y cree que dormir de día puede pasarle factura a su salud?

Yo lo llevo bien. Me he acostumbrado, y me gusta ese ambiente más íntimo de la noche en el hospital, pero hay estudios que dicen que trabajar siempre de noche recorta la esperanza de vida. Mi padre trabajó siempre de noche como vigilante en un garaje. Se jubiló a los 65 años y a los 66 falleció. Pero eso en España no se contempla. Otros países en Europa sí compensan por trabajar de noche, creo que por cada cinco años trabajados te adelantan uno la jubilación.