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David del Campo: "No busco imágenes duras, sino reflejar la vida cotidiana"

Un ingeniero aeronáutico expone las fotos de sus vivencias en los campos de refugiados yazidís

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zentauroepp40324976 28 09 2017 barcelona david del campo profe de ingenieria a170929195319 / Mireia Reynal

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Gemma Tramullas
Gemma Tramullas

Periodista

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David del Campo (Madrid, 1979) es profesor de mécanica del vuelo en la escuela de ingeniería aeroespacial de la Universitat Politècnica de Catalunya (UPC). En verano del 2016 convivió con los refugiados yazidís en los campos de Diyarbakir y Batman, en el kurdistán turco. Gracias al Centre de Cooperació al Desenvolupament de la UPC, sus imágenes de la vida cotidiana de uno de los pueblos más perseguidos y olvidados se exponen hasta el 6 de octubre en el Campus Nord de esta universidad en Barcelona.

–¿Equivocó usted la vocación?

–No diría que me equivoqué, porque la ciencia y la docencia me gustan, pero tras sacar el bachillerato con buenas notas me sentí presionado para estudiar algo supuestamente prestigioso como ingeniería aeronáutica.

–¿Supuestamente?

–Llevo bastante mal el aura de prestigio que rodea estos estudios. 

–¿Por qué?

–Si digo que soy ingeniero aeronáutico la gente elogia lo bueno y lo difícil que es. Pero yo me siento fotógrafo, o más bien documentalista, y en cambio esto no provoca la misma reacción, cuando en este mundo se hacen cosas maravillosas y superdifíciles.

–¿Cómo descubrió la fotografía?

–Mientras hacía la carrera fui a una exposición de Cartier-Bresson y me interesó mucho la fotografía documental de calle. El marido de mi madre me regaló una cámara analógica y empecé a hacer fotos en las calles de Madrid y a formarme en lenguaje visual.

–En el 2008 dejó Madrid y un buen trabajo para dar clases en Barcelona.

–Diseñaba aviones en Airbus, donde se gana bastante más que en la universidad, pero no me veía pasando la vida frente al ordenador en una empresa privada. La docencia me llamaba mucho por el trato directo con las personas, que es lo que me mueve.

–¿Cómo llega al tema de los yazidís?

–Confieso que no sabía casi nada de ellos. Tenía un congreso de mecánica de fluidos en Estambul y quería aprovechar el viaje para meterme en algún tema. Una amiga turca me consiguió el permiso para entrar en el campo de Diyarbakir, donde había 4.000 mujeres y hombres yazidís.  

–Allí no vio periodistas.

–No, porque entrar en los campos de refugiados turcos es difícil. Yo iba por libre y solo quería pasar tiempo con ellos. Me interesan los proyectos pausados, a largo plazo, no ya por la foto sino por curiosidad.

–¿Cómo es el pueblo yazidí?

–Los yazidís son kurdos y conservan una  religión preislámica sencilla y pacífica, muy conectada con la naturaleza y el sol. Solo tienen tres mandamientos: piensa bien, habla bien y obra bien.

–Y sin embargo han sido masacrados.

–Han sufrido 74 genocidios, el último el 3 de agosto del 2014. El Estado Islámico invadió Sinjar y otras ciudades yazidís del norte de Irak. Tras un asedio de una semana, solo acudió en su auxilio la guerrilla del PKK (Partido de los Trabajadores de Kurdistán) y se dispersaron en campos de refugiados gestionados por kurdos. Han visto decapitaciones, han secuestrado a sus mujeres para venderlas como esclavas sexuales...

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–Sus fotos no reflejan esa violencia.

–No busco imágenes duras, sino reflejar la vida cotidiana de esta gente, compartir sus alegrías y tristezas y la incertidumbre de no saber qué sera de ti mañana. La parte dura la llevan por dentro, conviven con el recuerdo del genocidio y lo plasman en dibujos y en sus facebooks, por eso los he incluido en la exposición. Quería profundizar en temas psicológicos a los que un periodista que pasa por allí dos días no llega. No sé si he sido capaz de transmitirlo, pero la experiencia no me la quita nadie.