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Andreu Casadellà: «Dudé entre dedicarme a las mates o al circo»

A raíz de un trabajo de bachillerato inició un camino de búsqueda del equilibrio a través de las artes del circo.

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zentauroepp41387910 girona giron s 21 12 2017 contraportada andreu casadell 171222183322 / Gloria Sanchez Bartolome

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Gemma Tramullas
Gemma Tramullas

Periodista

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Y contra las expectativas sociales, Andreu Casadellà (Anglès, 1994) escogió el circo. Su elección empieza a dar frutos: el pasado miércoles ganó el premio que concede la revista Zirkòlika al mejor artista emergente de circo y por primera vez pasará la Navidad lejos de casa porque actúa en Madrid. 

–¿Cuándo supo que lo suyo era el circo?

–Cuando era muy pequeño salí en la tele diciendo que de mayor quería ser payaso sin fronteras y tener una moto. Pero lo determinante para empezar en el circo fue un trabajo de investigación de bachillerato. 

–¿Sobre qué era el trabajo?

–Sobre el día a día de un circo itinerante. Estudiaba bachillerato tecnológico y siempre me han gustado mucho las matemáticas. No sabía si investigar sobre la didáctica de las ecuaciones o el circo, pero al final lo hice sobre la vida cotidiana en el Circ Raluy. 

–¿Qué opinaron sus profesores del tema?

–Pensaron que era muy interesante, incluso me dieron una beca y me asignaron un profesor de la Universitat de Girona para tutorizar el trabajo. Yo hacía teatro desde niño y veía el circo como una especie de teatro extremo. Quería saber qué era realmente.

–¿Qué tal su inmersión bajo la carpa?

–Estuve dos meses viviendo en el Raluy. El primer día ya me gané una bronca por no limpiar bien la grada [ríe]. Aprendí disciplina de shock, pero tengo muy buen recuerdo.

–¿En casa aceptaron que un candidato a matemático se decantara por el circo?

–No les sorprendió tanto, porque ya hacía teatro. Cuando me vieron dudar entre dedicarme a las matemáticas o al circo intentaron, como es natural, que por lo menos hiciera las dos cosas. Pero cuando decidí meterme de lleno en el circo me apoyaron emocional y económicamente, y eso fue clave. Les estoy muy agradecido.

–Estudió en la escuela de circo Carampa de Madrid y se graduó en la Escuela Superior de las Artes del Circo de Bruselas. ¿Aún ve el circo como un teatro extremo?

–El circo expresa lo que vives cada día; el circo eres tú y tú eres el circo. Todo lo que puedas hacer, lo puedes hacer en el circo, y en este sentido es infinito. Mi formación me ha abierto muchas puertas y tengo muchas ganas de trabajar con compañías de danza, teatro, performance

–Su especialidad es el trapecio washington, que tiene una base para hacer equilibrios sobre la cabeza. ¿Cómo se ve el mundo cabeza abajo?

–Tal como están las cosas, me parece que veo más cosas del revés cuando voy andando que cuando estoy cabeza abajo. Lo que más me atrapa de esta especialidad es que, para mantener el equilibrio en esta posición, tengo que alcanzar un determinado estado, como si algo se parara por dentro y la mente dejara de pensar. Todo lo que no sea eficiente y necesario se para.

–Parece una meditación, en el sentido de que todo se para menos la respiración.

–Si me concentro en mi respiración y me aíslo de lo que pasa a mi alrededor, consigo un equilibrio diferente, ya no tengo que estar luchando por no caerme, sino que alcanzo un nivel de tranquilidad y de paz, que es lo que más me atrae. Se me ocurre que en el fondo todos somos unos desequilibrados a nivel de la vida porque siempre vamos buscando el equilibrio.

¿Qué situación cotidiana podría compararse al estado que describe?

–Por ejemplo, cuando estoy junto al fuego del hogar en una casa sin electricidad. Cuando menos cosas necesito, más valor adquiere lo poco que tengo. 

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–¿Cree que con las matemáticas hubiera alcanzado esta sensación de plenitud?

–Sí, creo que se puede encontrar en todas partes: en el circo, haciendo hamburguesas, dibujando o siendo periodista.