acto final de la federación nacionalista

Pujol y Duran se inclinan ante un Mas que ya se ve 'president'

El democristiano aventa la derrota sufrida hace 10 años: «Yo quería ser presidente»

Artur Mas besa a su mujer, Helena Rakosnik, a la que dedicó parte de su mitin, ayer en el Palau Sant Jordi.

Artur Mas besa a su mujer, Helena Rakosnik, a la que dedicó parte de su mitin, ayer en el Palau Sant Jordi.

TONI SUST / Barcelona

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Artur Mas está en capilla, después de dos semanas de estudiada campaña, en un último esfuerzo, en su tercer asalto a la presidencia de la Generalitat. El candidato de CiU recibió en el Palau Sant Jordi lo que la historia le había regateado. Su mentor, Jordi Pujol, y el que fue su rival, Josep Antoni Duran Lleida, le rindieron pleitesía como nunca antes se había visto. Le reconocieron como líder y hablaron como si ya compartieran mitin con el presidente de la Generalitat.

Nunca antes se vio un mitin de Pujol en el que este no le robara al titular o el protagonismo a Mas. Ayer, el expresident leyó su intervención, pidió que no le aplaudieran y se mantuvo en el perfil más bajo que se le haya conocido. «El liderazgo de Mas se ha forjado en la adversidad y las decepciones, que es como se forman los liderazgos», declaró el fundador de Convergència.

Pero más impactante, mucho más, resultó el hecho de que Duran aludiera abiertamente a cómo fue derrotado por Mas en la carrera por la sucesión de Pujol. De cómo le dolió y de cómo acepta lo sucedido y rinde pleitesía al líder. «He visto como Mas se fortalecía. Hoy no debe nada a nadie. Se ha ganado el prestigio. Y yo me siento orgulloso de ello», empezó el democristiano, que entonces lanzó su confesión dirigiéndose a Mas: «Yo, que quería ser presidente de Catalunya, si el domingo se dan las circunstancias que quiero, tú serás muy feliz, pero que sepas que quien quedará también muy contento y feliz seré yo. El país estará en muy buenas manos».

Con estas intervenciones, con llenar el Palau Sant Jordi, con el recuerdo de su travesía del desierto, Mas exorcizó fantamas del pasado. Dio gracias a casi todos. A Pujol: «Gracias, no solo por confiar en mí, por tu maestría. Siempre digo que me gustaría que al final de mi trayectoria la gente me valorase la mitad que a Pujol». A Duran: «Ciertamente fuimos competidores y rivales, incluso adversarios, nunca enemigos. Trabajamos y trabajaremos juntos. Es un orgullo que en nuestras filas figure el político más valorado de nuestro país». También tuvo palabras para Xavier Trias, del que dijo que confió en él cuando muchos no lo hacían. Y a su mano derecha, David Madí, de quien recordó que se ha llevado todas las críticas.

«QUE NADIE SE ASUSTE» / También se dirigió a los catalanes, a los que le voten y a los que no, para comprometerse a gobernar para todos. «Tenemos sed, pero no de venganza. Está impregnada de espíritu positivo, de la voluntad de levantar Catalunya y hacer una Catalunya mejor. Que nadie se asuste, CiU no llega para vengarse de nadie. Para servir honestamente y eficazmente a Catalunya», proclamó. En consonancia con elló prometió que si CiU gana él administrará su victoria «con generosidd y humildad».

Mas dedicó gran parte de su discurso a repasar los años que ha vivido en la oposición: «En el 2003 quedamos en el medio del mar a merced de las olas. Habíamos navegado siempre cerca de la costa. Con un timonel de primera línea, Jordi Pujol. Siempre podíamos atracar en algun puerto. Pero en últimos siete años las olas eran fuertes y no había puerto en el que atracar». Y no olvidó a sus rivales: «Estamos como el viejo navegante a punto de fondear. hemos encontrado vientos fuertes, calmas, algunos tiburones. Y algunos grandes, de color blanco, que se nos querían comer vivos».

LÁGRIMAS / Mas, a quien ya se le escaparon las lágrimas cuando cerró la campaña del 2006, no pudo evitarlas al dedicar un emocionado agradecimiento al apoyo que su esposa, Helena Rakosnik, le ha brindado en estos años. «En la adversidad necesitas compañía. He tenido la vuestra,un gran activo, no lo olvidaré. No olvidaré el viaje que hemos hecho. Pero siempre hay un núcleo más pequeño». Y la citó como «coprotagonista» de su vida.

Cuando intentaba leerle una dedicatoria, se emocionó. Ella subió al estrado, se abrazaron y se besaron.

«Nunca como ahora he sentido el peso de la responsabilidad propia», dijo recordando que ya lo afirmó al ser proclamado candidato, en enero. Y aseguró que Catalunya «podrá volver a sentirse orgullosa de su catalanidad, sabiendo que sus instituciones vuelven a ser respetadas».