A la sombra de Montilla

No esperes nunca dejar recuerdo

GABRIEL PERNAU

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En José Montilla, nada es casual. Tenía la intención de agotar el mandato, y las elecciones se celebrarán exactamente cuatro años después -ni un día más ni un día menos- de que se convirtiese en el 128º president. Montilla, que es catalán por voluntad propia y no por vía genética, pasará a la historia por haber sido el primer presidente de la Generalitat contemporánea nacido fuera de Catalunya.

Montilla tomó posesión del cargo el 28 de noviembre del 2006, emocionado y asumiendo el compromiso de construir «una Catalunya que, además de sentirse orgullosa de su pasado, emprendiese esperanzada el horizonte de futuro de sus hombres y mujeres». Con la voz rota, recitó unos versos de La pell de brau de Salvador Espriu que, según confesó, expresaban «de forma inigualable» sus sentimientos más íntimos y que, leídos hoy, resultan proféticos: Si et criden a guiar/ un breu moment/ del mil.lenari pas/ de les generacions,/ aparta l'or,/ la son i el nom./ També la inflor/ buida dels mots,/ la vergonya del ventre/ i els honors./ Imposaràs/ la veritat/ fins a la mort./ Sense l'ajut/ de cap consol./ No esperis mai/ deixar record,/ car ets tan sols/ el més humil dels servidors./ El desvalgut/ i el que sofreix/ per sempre són/ els teus únics senyors./ Excepte Déu,/ que t'ha posat/ dessota els peus/ de tots./

No. Esas palabras tampoco habían sido escogidas al azar. El más humilde de los servidores había sido llamado a guiar Catalunya el breve momento de una legislatura. Durante cuatro años, ha apartado el oro, el sueño, el nombre y la vacía hinchazón de las palabras. Ha intentado imponer la verdad y, como hombre de gobierno que es, nunca ha esperado encontrar consuelo ni dejar recuerdo. Estas han sido sus premisas mientras ha sido president. Luego, no esperes nunca dejar recuerdo, previene el poeta.