NUEVO DECRETO SOBRE LA ESTRUCTURA DE LOS ESTUDIOS UNIVERSITARIOS

Los rectores aplazan los grados de 3 años impulsados por Wert

Aula de la facultad de Matemáticas de la Universitat de Barcelona, en enero.

Aula de la facultad de Matemáticas de la Universitat de Barcelona, en enero.

MARÍA JESÚS IBÁÑEZ / BARCELONA

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Ha sido un acto realizado en pleno ejercicio de la autonomía universitaria y un evidente gesto de descontento hacia los dictados del Ministerio de Educación. Los rectores de 63 universidades españolas -públicas y privadas- han decidido este lunes aplazar, al menos durante los próximos dos años, la entrada en vigor del nuevo (y también polémico) decreto del ministro José Ignacio Wert, por el que se permite ofrecer grados de tres cursos y másteres de dos (ahora son de cuatro y uno). Apenas tres días después de su aprobación por el Consejo de Ministros, la propuesta gubernamental analizada a continuación acumula bastantes más detractores que partidarios.

MEDIDA INOPORTUNA

Del desconcierto a la falta de criterio

Si en algo coinciden todas las críticas vertidas sobre la propuesta del titular de Educación es en «su improvisación, su falta de claridad y en el caos absoluto que sembrará en la universidad y, en particular, entre los estudiantes», señala Josep Ferrer, exrector de la Universitat Politècnica de Catalunya (UPC) y uno de los participantes en la ponencia impulsada hace dos años por el Parlament de Catalunya para diseñar la reforma de la gobernanza universitaria. «Si no se organiza bien, esto puede ser un caos, ya que puede darse el caso de que lleguen a convivir hasta tres planes de estudios diferentes: el de las licenciaturas, que aún está vigente, el de los grados de cuatro años y el de tres», señala Ferrer.

«No se trata, quizás, del fondo de la propuesta que hace Wert, con la que muchos podemos coincidir, sino del procedimiento que está utilizando», agrega Joaquim Prats, exsecretario general de Universitats durante el tripartito y encargado de negociar la implantación del plan Bolonia. «Es una medida inoportuna porque, primero, se implanta sin haber hecho siquiera una evaluación del modelo actual... ¿Sabemos, por ejemplo, cómo ha funcionado el plan de estudios de Bolonia, del que apenas ha habido dos promociones de graduados? ¿Cuál ha sido la inserción laboral de sus alumnos?», pregunta. En segundo lugar, agrega el catedrático de Didáctica de las Ciencias Sociales de la Universitat de Barcelona (UB), «el ministro justamente ha decidido cambiar el modelo cuando hay universidades europeas que amplían sus grados de tres años hasta cuatro, porque se han dado cuenta de que en determinadas carreras, los estudiantes necesitan un curso más de formación».

FINANCIACIÓN UNIVERSITARIA

Severo recorte en los fondos públicos

Además de tomarse un tiempo para solventar las más que probables disfunciones organizativas que acarreará el decreto, las universidades más quejosas con el nuevo modelo de Wert han hecho también números. Calculan que si se mantiene el actual sistema de financiación de la universidad pública, en que cada campus percibe una subvención en función del número de créditos de grado matriculados por sus estudiantes, «está claro que las facultades que pasen a impartir carreras de tres años perderán los ingresos correspondientes al cuarto curso», apunta Juanjo Bravo, responsable de Comunicación en la secretaría de Universidades de CCOO. Eso significa, por ejemplo, que una universidad de pequeño tamaño como la tarraconense Rovira i Virgili «podría perder en torno a un millón y medio al año», indica Prats. Para las universidades más grandes, la pérdida de fondos públicos podría rondar entre los 6 y los 7 millones. En todo caso, fuentes de la secretaría de Universitats indicaron ayer que cualquier cambio en el sistema de financiación debe ser debatido antes en el Consell Interuniversitari.

LAS TASAS DE MATRÍCULA

Equiparar el precio de grados y másteres

Mientras tanto, los más directamente damnificados van a ser los estudiantes, aseguran tanto el Consell de l'Estudiantat de la Universitat Catalana (Ceucat) como la Coordinadora de Representantes de Estudiantes de las Universidades Públicas (Creup). Para ellos, cualquier modificación en la estructura de los grados y los másteres debería pasar, necesariamente, por una revisión simultánea de las tasas universitarias. «Si los precios del crédito de un máster no se equiparan a los de grado, los efectos sobre los estudiantes pueden ser devastadores, por mucho que el ministro diga que a las familias les va a suponer un ahorro», clama Ferrer. Dice el exrector que «si se aceptó que los másteres tuvieran los elevados precios actuales fue porque solo iban a durar un año, no dos».

¿UNIVERSIDAD MÁS CLASISTA?

El acceso de los hijos de los trabajadores

Menos de acuerdo están los afectados sobre los efectos que el cambio del modelo 4+1 por el 3+2 puede suponer en el acceso de estudiantes. Mientras hay investigaciones que aseguran que con unas carreras más cortas se favorece el ingreso de alumnos hijos de familias con menos recursos, otros temen que los nuevos grados se conviertan en titulaciones devaluadas, «porque ahora tener solo un grado será como no tener nada, poco más que un título de cultura general», espeta Juanjo Bravo, de CCOO. Con la nueva estructura, el mercado laboral «exigirá, sí o sí, tener al menos un máster y eso solo lo conseguirán quienes lo puedan pagar», advierte.

LA PLANTILLA DOCENTE

Supresión de más plazas de profesores

Otro de los temores de las universidades es que la implantación del nuevo modelo puede comportar la supresión de plazas docentes. «Sobrarán, muy seguramente, profesores asociados», vaticina Joaquim Prats. Con todo, agrega el exnúmero dos de Universitats, «este problema es independiente de la reforma de Wert: llevamos ya unos años en que las plantillas de profesores se están desmantelando», critica.