Colegios que rompen moldes

Innovadora La escuela Els Encants, de Barcelona, que usa nuevas metodologías docentes.

Innovadora La escuela Els Encants, de Barcelona, que usa nuevas metodologías docentes.

MARÍA JESÚS IBÁÑEZ / BARCELONA

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“Cuando entras en el colegio público El Martinet, en Ripollet (Vallès Occidental), no parece que entres en una escuela. Porque aquí no hay aulas y los alumnos, distribuidos en tres grupos (pequeños, medianos y mayores), ocupan amplios espacios donde trabajan en grupo o individualmente”, cuenta Jaume Carbonell, que durante años dirigió la revista ‘Cuadernos de Pedagogía’. Cuando se construyó la escuela, relata Carbonell, el equipo de maestros y representantes del ampa de la escuela colaboraron con los arquitectos “para definir los espacios en función del proyecto pedagógico”.

Algo parecido ocurrió, unos años después, en la escuela pública Els Encants, en el distrito del Eixample de Barcelona, que ha estrenado nuevas instalaciones este 2015-2016 después de varios cursos dando clases en barracones. El colegio ocupa ahora un edificio muy funcional, con paredes acristaladas y mobiliario de mimbre y madera. “Mantuvimos varias reuniones con la Administración y, al final, conseguimos una escuela en la que podemos educar de una manera diferente”, explicaba recientemente a este diario Agnès Barba, directora de este pequeño centro educativo. “No podemos decir que sea un colegio hecho a medida nuestra, pero sí se ajusta bastante a nuestras necesidades”, admitía la docente.

LUZ NATURAL Y VENTILACIÓN

La normativa sobre construcciones escolares, un decreto del 2010 del Ministerio de Educación que establece cuáles son los espacios mínimos que ha de tener una escuela, prevé, entre otros requisitos, que se destine un espacio de dos metros cuadrados por alumno en las aulas de infantil y de un metro y medio por estudiante en las clases de primaria, secundaria y bachillerato. Los gimnasios, laboratorios, salas de dibujo y talleres han de permitir que cada persona disponga de cinco metros cuadrados para su uso.

“Estos mínimos son los que aplica la Generalitat”, asegura la Conselleria d’Ensenyament, que ha publicado, además, un “libro de criterios para la construcción de nuevos edificios docentes”, con indicaciones eminentemente técnicas. En él, se concretan cuestiones como que “la superficie destinada a iluminación natural será de entre el 20% y el 25% de la superficie útil de cada aula” y que “ningún espacio escolar podrá ventilarse únicamente a través de la puerta”.

HACER DE MÁS Y DE MENOS

Y aunque hay quien opina que “la legislación es todavía decimonónica, demasiado rígida y poco ajustada a las nuevas tendencias pedagógicas”, como critica el pedagogo Jaume Carbonell, también hay quien defiende que, con el marco normativo actual, se pueden hacer de más y de menos. “En los últimos tiempos, hemos mantenido muchos encuentros y muchas sesiones de trabajo con los inspectores de Ensenyament, para ver cómo adaptar, entre todos, los requisitos previstos por la ley”, indica Xavier Aragay, director general de la Fundación Jesuitas Educación. “Y, al final, siempre hemos llegado a acuerdos”, destaca.

Miembros de la institución (que ha realizado transformaciones profundas en varios de sus colegios, algunos de ellos, edificios centenarios) han sido invitados en los próximos meses a un congreso de inspectores de toda España para explicar la experiencia. “Les contaremos cómo estamos modificando las escuelas para dar cabida a la innovación educativa”, precisa Aragay.

En esto de la renovación escolar, “la iniciativa privada está yendo por delante de la pública”, asegura el arquitecto Carles Francesch. “Estamos aplicando el manual constructivo de la Generalitat, que es el que utiliza la empresa pública Infraestructures de Catalunya, la antigua GISA, cuando recibe el encargo de Ensenyament de construir un colegio, pero lo hacemos aplicando cierta cintura”, confiesa Francesch. Por ejemplo, las ágoras o espacios de encuentro entre aulas “han surgido de la suma de las aulas de refuerzo previstas en la ley. “Lo que hemos hecho nosotros ha sido agrupar los entre 22 y 25 metros cuadrados que dice la normativa para convertirlos en un espacio polivalente”, concreta el arquitecto.