LOS RETOS DE LA MOVILIDAD DEL FUTURO

Uber confía en desembarcar en Barcelona antes de que acabe el año

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CARLOS MÁRQUEZ DANIEL / ANTONI FUENTES / BARCELONA

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Los cambios pueden ser a mejor o a peor, pacíficos o traumáticos, inevitables o esquivables. En materia de movilidad hay algo que nadie discute: la nueva era ya está aquí. Cómo se adaptan los que se dedican al transporte es lo que convierte esta transformación en una <strong>batalla campal</strong>. Entre los que estaban y los que quieren entrar. Uber, la aplicación de sello estadounidense que ya opera en 600 ciudades de todo el mundo, sigue sin poder desplegarse en Barcelona y buena parte de España, su Galia particular en Europa. El taxi mantiene el fuerte. ¿Hasta cuándo?

En conversación con este diario, Carles Lloret, director general de Uber en el sur de Europa, avanza que las cosas podrían cambiar pronto en la capital catalana. El Tribunal Superior de Justícia de Catalunya (TJSC) tiene sobre la mesa cerca de 3.000 licencias de alquiler de vehículos con conductor (VTC), la credencial que necesitan empresas como Uber y Cabify para operar de manera legal en España. Si el juez permite su explotación -la sentencia se espera para este mes de junio- Uber empezará a funcionar en Barcelona en cuanto cierre los acuerdos con los propietarios de dichos permisos, con los que lleva tiempo negociando, según admite Lloret. Eso podría suceder después del verano. A finales de año, a lo sumo. 

INICIOS DEMASIADO AGRESIVOS

Uber se instaló en Catalunya en el 2014, pero en noviembre del 2015 tuvo que trasladarse a Madrid (la única ciudad en la que está operativo) tras el fiasco de Barcelona. Lloret admite que el desembarco se basó demasiado "en el modelo que se aplica en Estados Unidos", donde el marcado está liberalizado. En resumen, cualquiera puede convertir su coche en un taxi. Y no, la ley aquí no lo contempla en ningún caso aunque un vacío legal de dos años disparó la petición de licencias, las que ahora están en los juzgados. Entre el 2009 y el 2013, las VTC obtuvieron 3.700 licencias en los tribunales. Al depender de estos permisos, la empresa hizo números y vio que la cosa no daba. Pero sí en la capital del Estado, donde cuentan -el CEO prefiere no concretar la cifra "por cuestiones de competencia"- con "centenares de conductores". 

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Lloret es un hombre prudente que hace de la empatía su mejor arma, consciente de que tiene en frente a un gremio, el del taxi, que se siente amenazado como nunca hasta la fecha y que hará lo que sea menester para defender su jornal. En lo que va de año ya se han producido cuatro grandes manifestaciones contra Uber y Cabify. "El taxi no es el culpable de esta situación. Ellos quieren defender lo suyo porque muchos se han hipotecado para conseguir una licencia. El problema es el sistema que ha permitido que lleguemos a esta situación".

Pero ahí termina su comprensión, porque a la vez reclama con vehemencia "liberalizar las licencias de manera ordenada" para que el precio del transporte urbano de personas "pueda bajar un 35%". "A día de hoy, el taxi está cobrando 4,9 euros de más por viaje", se queja, apelando a un estudio realizado por la consultora AFI para Uber. Según ese informe, Barcelona tiene capacidad, con esa tarifa reducida, para dar cabida a 5.000 licencias VTC (7.000 en Madrid). Todo ello, según Lloret, generaría para el erario público un montante en impuestos cercano a los 128 millones de euros

"CUELLO DE BOTELLA"

Por ello Uber está trabajando "para alcanzar acuerdos con 'partners' locales" con el objetivo de entrar en Barcelona, "el único cuello de botella" que le queda a esta compañía en Europa. La capital catalana era de hecho la prioridad de la empresa en España, al ser considerada una ciudad "innovadora, vanguardista e integradora". "Pero la respuesta no fue la esperada -tampoco el Govern hizo un esfuerzo extra para que se quedaran- y por eso estamos en Madrid y no aquí". 

Como cualquier otro negocio, A Uber en el fondo le mueve la rentabilidad. Lloret asegura que, a diferencia de EEUU, aquí no se puede hablar de "economía colaborativa en el momento en el que está todo tan regulado". Por eso, al margen de solicitar la liberalización, pide "un liderazgo evidente por parte de la Administración" para hacer frente a una "reconversión que ya no se puede evitar". Su predicción se apoya, entre otras reflexiones, en este dato: "En el 2016, más de un millón de personas abrieron la aplicación de Uber en Barcelona para solicitar el servicio". Lo que se encontraban en su pantalla era un mensaje en el que se informaba de que aquí, por ahora, no funciona.