SAQUEO A UNA ENTIDAD DE AHORRO

Soberbios y desinformados

Las declaraciones de 27 usuarios de las tarjetas 'black' en Caja Madrid son un paradigma de la codicia y descontrol Los imputados no han mostrado arrepentimiento ante el juez

MARGARITA BATALLAS / MADRID

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

«Por nuestra codicia, lo mucho es poco», decía Francisco de Quevedo. Y esta máxima la han hecho suya los 27 usuarios de las tarjetas black de Caja Madrid que han desfilado esta semana en la Audiencia Nacional para explicar el uso de este dinero de plástico. La mayoría ha repetido el mismo discurso. Es decir: las visa eran para gastos de representación y usos personales, no tenían que tributar por ellas a Hacienda y que eran secretas porque no se hablaba de ellas ni en los consejos de administración.

Los imputados sabían que tenían pocas salidas después de que saltaran su gustos por la buena vida el pasado mes de octubre al hacerse pública la auditoría interna a Bankia. Pero quizá para lo que no estaban entrenados era para mantener la calma ante los duros interrogatorios a los que les sometieron el juez Fernando Andreu y el fiscal Alejandro Luzón.

El representante de IU, José Antonio Moral Santín, se quedó literalmente sin palabras cuando se le preguntó en qué había gastado el dinero en efectivo que retiró en cajeros autómaticos a los que acudía 6,5 veces al mes para retirar 300 o 600 euros de los 456.522 euros que gastó con la business. «Para arreglar el coche», acertó a decir.

Explicaciones curiosas

Otros recurrieron a explicaciones más curiosas. Juan José Azcona José María de la Riva coincidieron en apuntar que necesitaban este plástico para comprarse trajes y corbatas porque se les exigían este vestuario para asistir a las sesiones de Consejo. Azcona gastó 97.293 euros y es verdad que acudía con mucha frecuencia a tiendas de confección e incluso llegó a dejarse el 7 de enero del 2006 1,258 euros en la exclusiva casa de moda Delito y Castigo. Sin embargo, los gastos de De la Riva en textil son casi insignificantes porque prefería las jugueterías, heladerías y espectáculos. En la Fundación Teatro se dejó 2.340 euros.

Otros exconsejeros entraron al despacho del juez con la soberbia del que ha ocupado altos cargos. Fue el caso de Estanislao Rodríguez-Ponga, exsecretario de Hacienda (2001-2004) que pretendió dar lecciones antes que hablar de los 255.372 euros que gastó entre julio del 2006 y diciembre del 2011. El juez le hizo toparse con la realidad y le preguntó si los casi 8.000 euros que había consumido en unos grandes almacenes eran para gastos de representación. La respuesta fue de nota: «Como era consejero era importante hacer regalos» y el tiempo, que como suele decirse, pone las cosas en su sitio, a él solo le ha servido para olvidar el nombre de las personas a las que agasajó.

Otros imputados buscaron la empatía del juez y del fiscal que no cayeron en la trampa. María del Carmen Cafranga lamentó «el perjuicio que ha sufrido su imagen» por este caso. Y quizá olvidó los 6.000 euros que se dejó en una exclusiva boutique, su pasión por los viajes a todo trapo y su gusto por los hoteles de cinco estrellas.

Enedina Álvarez tampoco fue muy coherente con sus explicaciones. Aseguró que ella pagaba los gastos de su casa con su tarjeta personal y que tiraba de la opaca para el resto. Pero en su listado aparecen compras de electrónica, visitas a peluquerías y un apunte de 1.015 euros en una conocida tienda de deportes. Ante el juez no recordó este gasto.

Otros como el sindicalista José Ricardo Martínez aseguró que se esforzó todo lo que pudo por ser austero, pero contó que en el 2010 no hizo bien las cuentas por lo que fue llamado al orden por Caja Madrid. Y es que en diciembre de este año consumió casi 7.000 euros en un centro comercial.

La jugada tampoco le salió nada bien a Pedro Badía que declaró que Caja Madrid le llamó porque no tiraba mucho de tarjetas. Gastó 77.082 euros en recargas de teléfono, tabaco, perfumerías, etc.