¿Qué les ha pasado a estos británicos?

JORDI ALBERICH

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Los ciudadanos de Gran Bretaña han decidido abandonar la Unión Europea. Nadie sabe con certeza las consecuencias para ellos y para los europeos, aunque todo apunta a un deterioro de la economía, especialmente la británica, a una menor presencia del Reino Unido en la escena global, y a una seria amenaza para la supervivencia del proyecto europeo tal como lo conocemos. Entonces, ¿qué les ha pasado a estos británicos, supuestamente la sociedad más democrática y abierta del mundo? ¿Les ha podido su tradicional euroescepticismo? ¿Han perdido la razón?.

Sin duda, jamás sintieron como suyo el proyecto europeo, y no es descartable un cierto desvarío colectivo empezando por la frivolidad de su aún primer ministro, David Cameron. Pero algo más profundo hay tras esa decisión tan trascendental. Unas consideraciones al respecto.

Sorprende que el 'brexit' haya encontrado especial apoyo entre los mayores cuando, habitualmente, son los jóvenes quienes optan por la ruptura. Y resulta significativo que ese apoyo se haya dado en zonas alejadas, en todos los sentidos, de la City. Y es que, seguramente, la cuestión radica en el enojo y desorientación de unas clases medias que recuerdan otra Gran Bretaña, la que conformó un estado del bienestar avanzado a partir de una economía de base industrial.

Y, a diferencia de lo que sucedió en el referéndum escocés, los británicos no se han dejado llevar en el último minuto por el miedo a lo desconocido, no tanto por una mayor valentía sino porqué lo suyo no es iniciar un camino nuevo y desconocido. Sencillamente, quieren retornar al mundo que conocieron hace tan solo unas décadas.

Curiosamente, el derrumbe de ese mundo que añoran recuperar lo lideró su primera ministra, Margaret Thatcher, que dio carpetazo simbólico al laborismo con su famosa frase La sociedad no existe, hay individuos, hombres y mujeres. Y, para concluir ese tránsito, fue otro primer ministro británico, Tony Blair, quién se inventó aquello de la Tercera Vía. Ahora, renegando de esos postulados que, en su momento, apoyaron, deciden abandonar Europa. Curioso.

Creo que se equivocan, pues su rechazo no se orienta tanto hacia Europa como hacia su City, ese mundo financiero opulento y globalizado de jóvenes que no tienen reparos en lucir su condición de grandes beneficiados del nuevo paradigma del capitalismo. Pero la solución no pasa por la salida sino por reconducir, desde la Unión Europea, determinados excesos del modelo. En cualquier caso, su decisión debería servir de aviso de que o somos conscientes del arraigado malestar en las sociedades europeas o los 'brexits' se irán sucediendo. No sea que, si Europa no reacciona, un día acabemos dando la razón a quienes han decidido ser los primeros en largarse.