Análisis

Que no lo estropeen como hicieron en el 2010

ANTÓN COSTAS

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Como si se tratase de un enfermo que lleva año y medio en coma profundo, el cuadro clínico de la economía europea comienza a dar señales de vida. Lo más interesante de este nuevo cuadro clínico es que los componentes que están detrás del repunte del PIB en Alemania y Francia están relacionados con la demanda interna, en particular con el consumo privado interno y la inversión. Y lo mismo, pero más lentamente, parece estar ocurriendo en Italia, España y Portugal.

Otro elemento esperanzador es que el repunte del PIB es mayor del esperado. Acostumbra a ocurrir en las salidas de las recesiones. Es como si, en esas situaciones, la economía quisiese recuperar el tiempo perdido durante el coma dando un brinco. Posiblemente, en este caso ese brinco se quede en un pequeño salto. Partes importantes del cuerpo económico europeo, como es el caso de España, siguen lastradas por el elevado endeudamiento del sector privado y la sequía del crédito a empresas y familias. Pero incluso en este terreno hay señales esperanzadoras. La evolución de la prima de la deuda española desde el último trimestre del año pasado muestra una mayor confianza de los inversores en la capacidad de pago de España. Y eso acabará beneficiando al conjunto de la financiación del sector privado.

¿Qué es lo que ha cambiado en la eurozona desde finales del año pasado para que se haya producido esta mejora económica inesperada? No ha sido un nuevo clima político ni una mayor cooperación entre países. Esta mejora obedece, fundamentalmente, a dos cosas. La primera, y más importante, es el cambio queMario Draghi ha dado a la política monetaria del Banco Central Europeo desde mediados del año pasado. El BCE ha comenzado a comportarse como un banco central como Dios manda, con capacidad técnica y financiera y la voluntad de salir al rescate de las economías europeas si fuese necesario. Como consecuencia, hoy ya nadie duda de la continuidad del euro. Ni de que, en caso necesario, el BCE saldrá al rescate de cualquier país que lo necesite. Esta certeza ha despejado incertidumbres y ha contribuido al cambio de coyuntura.

La segunda causa ha sido el cambio de actitud de la UE respecto de la austeridad y el crecimiento. La reducción del déficit y la deuda ya no se ve como una carrera de cien metros, sino como un maratón. Y además, se ha comenzado a hablar de cómo favorecer el crecimiento.

¿Y ahora qué? Lo más importante es que los gobiernos y la Comisión Europea no lo vuelvan a estropear como hicieron con la primera recuperación de mediados del 2010. Ahora se trata de cebar la bomba del motor económico europeo. Para ello, el BCE debería dar un paso más poniendo la política monetaria al servicio de la reducción del paro, como acaba de anunciar que hará el nuevo gobernador del Banco de Inglaterra. Por su parte, la UE debería poner en marcha programas que favorezcan la inversión y el empleo.

De lo que ahora deberíamos hacer nosotros para que la economía española se enganche a esta incipiente recuperación europea hablaremos otro día. De momento, démonos una pequeña alegría con estos nuevos datos.