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¿Un nuevo ajuste impositivo?

Josep Oliver Alonso / CATEDRÁTICO DE ECONOMÍA APLICADA DE LA UAB

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Como era de prever, los presupuestos del Estado contemplarán cambios en la fiscalidad. Al alza, lógicamente. He defendido que un país como el nuestro, con un Estado del bienestar no muy generoso y un volumen de recaudación entre los más bajos de Europa, necesitaba aumentar los ingresos. Y, por ello, me opuse tanto a la reducción del IRPF deRatocomo a la posterior deSolbes, igual que consideré un error la supresión del impuesto sobre el patrimonio. Ahora se ha sumado la perentoria necesidad de cerrar el diferencial entre ingresos y gastos públicos, dado que el ajuste en las finanzas de las administraciones públicas que, entre todos, debemos acometer es, ciertamente, muy importante: reducir el déficit desde los 110.000 millones de euros del 2009 hasta los escasamente 35.000 millones en el 2013. Las medidas instrumentadas hasta hoy inciden en aquellas partidas que son conocidas, las del gasto, mientras que en el ámbito de los ingresos únicamente ha sido el IVA el que se ha elevado. Por tanto, se trata de un ajuste que, hasta la fecha, se ha efectuado con un marcado sesgo hacia determinados grupos sociales y que, en aras de obtener el consenso necesario para los esfuerzos actuales y futuros, es necesario reequilibrar.

El ministroBlancono ha precisado qué tipo de figuras impositivas se estaban considerando. Espero que, al menos no de forma inmediata para los presupuestos del 2011, el IVA no figure en sus preferencias, aunque es más que probable que haya que volverlo a elevar más adelante. Ahora me parece que el debate está en el ámbito de la fiscalidad sobre las personas físicas, dado que sobre sociedades existe un amplio consenso en mantener su tributación actual.

Reequilibrio

¿Qué medidas pueden tomarse? Estas deberían abordar tanto los aspectos patrimoniales como los de renta. Para los primeros, quizá una reincorporación del extinto impuesto sobre el patrimonio, o una figura similar como la que se aplica en Francia sobre las grandes fortunas, suministraría una señal inequívoca de reequilibrio en el ajuste en curso. Aunque sus efectos recaudatorios serán siempre muy limitados. En cambio, modificaciones en el tipo marginal sobre las rentas del trabajo, en los topes de las rentas del capital (plusvalías comprendidas) y un tratamiento más aceptable socialmente de las rentas de las Sicav (quizá como se ha hecho en el País Vasco) podrían tener impactos recaudatorios más relevantes, al tiempo que reequilibrarían los costes del ajuste ampliando la base social sobre la que debe asentarse.