Entrevista con el premio Nobel de Economía

Paul Krugman: "La situación es muy grave: hay un 40% de opciones de que el euro se rompa"

El economista cree que el principal problema de España es la falta de competitividad

Paul Krugman, ayer en Madrid tras la entrevista con EL PERIÓDICO.

Paul Krugman, ayer en Madrid tras la entrevista con EL PERIÓDICO.

PABLO ALLENDESALAZAR / JOAN TAPIA / Madrid

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Paul Krugman (Albany, 1953) no pretende ser un economista neutral. «La macroeconomía es principalmente política, y la mayoría de los problemas vienen de la derecha», ha afirmado en su blog. El afamado premio Nobel del 2008 lleva tiempo advirtiendo de que el fracaso del euro podría provocar la vuelta de la peseta y un corralito bancario. Pero, al tiempo, ofrece recetas para evitar este escenario.

-Propone soluciones, pero ¿cómo aceptarlas cuando usted se ha declarado en más de una ocasión euroescéptico?-Si pudiéramos dar marcha atrás en una máquina del tiempo, hasta la creación del euro en el Tratado de Maastricht, les diría: «No lo hagáis, es un error». Pero cometieron el error y un fracaso del euro sería ahora una cosa terrible. No podemos dejar que suceda.

-¿Pero, tiene futuro la eurozona?

-El euro puede romperse. La situación es muy grave: hay un 40% de opciones de que suceda. La semana pasada hubiera dicho un 50%, pero la cumbre fue mejor de lo que me esperaba. Si el euro fracasa, entonces la UE también podría fracasar. No tendría por qué ser así, pero claramente sería una institución más débil. Y ello podría acabar con un buen número de cosas buenas que ha traído la UE, como el libre comercio, la libre circulación de ciudadanos o los fondos de cohesión, que son muy importantes para las zonas más pobres de Europa.

-Ha señalado que se están repitiendo lo mismos errores que en los años 30, que llevaron a la segunda guerra mundial.

-Cualquiera sabe, pero no veo a Europa adentrándose en el sendero de la guerra, eso sería extrapolar demasiado. Eso sí, no es bueno para la democracia que los regímenes democráticos no apliquen políticas acertadas. Así se desacredita a los partidos democráticos, lo que puede tener malas consecuencias.

-¿En qué está pensando?

-Tomemos el caso griego, donde una coalición de centro derecha y centro izquierda apoya una política europea fracasada. ¿Qué más queda? Syriza (un partido de izquierdas) que no sabemos lo que es, puede que no sea tan malo. Pero también tenemos a Amanecer Dorado (extrema derecha). ¿Quién querría ver una Europa en la que Le Pen gobierne Francia, Amanecer Dorado gobierne Grecia y Jobbik (partido de extrema derecha) gobierne Hungría? Parece improbable, pero no es imposible.

-¿La austeridad es la receta adecuada para evitarlo?

-Todo lo contrario. España, por ejemplo, tiene un problema para financiarse, los intereses son todavía demasiado altos. Pero el problema principal del país no es el déficit, eso es un síntoma. El verdadero problema es la falta de competitividad tras el estallido de la burbuja inmobiliaria.

-¿Cómo lograr que el país vuelva a ser competitivo, es decir, que las exportaciones lo saquen de la crisis?

-La industria debe ser más competitiva para poder ocupar el vacío dejado por la burbuja inmobiliaria. Los precios y los sueldos españoles deben reducirse en relación a los alemanes. Sería mucho mejor lograrlo mediante un incremento de los alemanes que bajando los españoles.

-Apuesta, pues, por la deflación o devaluación interna.

-No, no es una opción real. Llevamos dos años y medio de experiencias de devaluaciones internas y básicamente no han tenido éxito en ningún sitio. Ni siquiera en Irlanda, que se suponía que era una economía altamente flexible.

-¿Entonces?

-El BCE tendría que comprar bonos españoles e italianos en cantidades sustanciales, y al mismo tiempo se debería producir un incremento de las expectativas de inflación, al menos implícito. Una inflación media europea mayor supondría una inflación mayor en Alemania, pero no en España. Así se podría mejorar la competitividad española sin tener que bajar los salarios en absoluto. Esa sería la solución, si es que hay una. El BCE y Alemania tienen que aceptar una inflación mayor o ver caer el euro. Son las alternativas.

-¿Qué beneficios tendrían para España esas actuaciones?

-Daría al país unas perspectivas potencialmente tolerables. Lograría una expectativa razonable de que su sector industrial pueda ser competitivo en cinco años, con un incremento lento de los salarios en lugar de una caída. Y permitiría que la deuda pública no explotase, porque sus intereses estarían entre el 4% y el 5%, en lugar del 7% actual.

-¿España, entonces, no puede hacer nada por sí misma?

-Se pueden hacer cosas en impuestos y reformas estructurales para mejorar la competitividad. Serían marginales, pero todo lo que se pueda hacer se debe intentar. Pero no es cuestión de esperar al BCE o a Alemania, es cuestión de exigir cambios.

-¿Puede exigir algo España desde su actual situación de debilidad?

-El destino de España y el del euro son ahora la misma cosa, lo que en cierto modo da a España cierto poder. Si este país no logra solucionar sus problemas, entonces el proyecto del euro fracasará. Los alemanes y el BCE deberían pensar en ello.

-¿La alianza de Francia, Italia y España frente a Alemania en la última cumbre es un paso positivo?

-Exactamente. Es una pequeña muestra de lo que tendría que ocurrir de forma más amplia. La cumbre fue mejor de lo que me temía. Escuchando a Merkel antes del encuentro, parecía que iba a ser un desastre. Fue positiva, pero estuvo muy lejos de ser suficiente.

-¿Cree que el Gobierno conservador de Rajoy lo está haciendo mejor que el socialista de Zapatero?

-No veo ninguna diferencia en absoluto. Seguro que si estuviera más cerca vería alguna, aunque no sé cuáles. Pero lo cierto es que las políticas de austeridad han continuado, con lo que no lo está haciendo ni mejor ni peor. El mercado de deuda estuvo algo mejor durante unas pocas semanas, pero luego volvió a la normalidad. No parece que le dé importancia a que haya un Gobierno u otro en estos momentos. De hecho, si solo miras las cifras de la economía, ¿llegarías a sospechar que ha habido un cambio de Gobierno? No lo creo.

-En cualquier caso, parece complicado que Alemania ceda a lo que usted plantea.

-Puede ser. Los alemanes piensan que la deuda es siempre malvada y que los deudores son los responsables de corregir ese mal. También que la inflación es una cosa terrible e injustificada. Esas dos actitudes combinadas, convertidas en la base de la política del euro, nos ha llevado a esta situación insostenible.

-¿Qué sucederá, entonces?

-Es difícil de saber. La ausencia de alternativas puede ser persuasiva y arreglar los problemas. Pero la historia está llena de ejemplos de países que no querían algo, pero que no estuvieron dispuestos a hacer concesiones para evitarlo. Sucedió en la primera guerra mundial. El fracaso del euro sería un desastre, pero eso no significa que los líderes europeos lo vayan a evitar.

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