CAMBIOS EN EL SECTOR BANCARIO

La gran banca ultima su sociedad para reflotar empresas en apuros

Los seis grandes agruparán en Fénix la deuda que cambien por acciones de cinco compañías

PABLO ALLENDESALAZAR / MADRID

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Tras cerca de un año de complejas negociaciones, los seis grandes bancos están a punto de constituir la sociedad a la que traspasarán sus participaciones en empresas viables pero con un endeudamiento excesivo que van a refinanciar para evitar su cierre. Aunque su plan era haber anunciado ya su creación, SantanderBBVACaixaBankBankiaPopular y Sabadell todavía cierran estos días los últimos flecos con la intención de presentarla antes de que acabe el año o, como muy tarde, a principios del próximo.

Fénix -nombre elegido con intención por el ave mitológica que renace de sus cenizas- echará a andar en un primer momento con cinco compañías de tamaño medio: GAM, Bodegas Chivite, Comdesa, Ros Casares y Válvulas Arco. La participación de esta última, con todo, no está del todo clara, ya que su dueño negocia con el fondo de capital riesgo Abac para que compre deuda a la banca acreedora o incluso tome una participación en el capital.

Se trata de compañías a la que los seis bancos concedieron créditos y que juzgan con futuro si se cambian las condiciones de esa deuda. La idea es ponerse primero de acuerdo entre las entidades y con los dueños de las compañías en un plan de refinanciación, que incluya el canje de parte de esa deuda por acciones. Esos títulos de propiedad son los que se traspasarán a Fénix, que contará con la estructura necesaria para participar en la gestión de las empresas y facilitará así la labor a los bancos.

COMISIONES / Esta labor la desarrollarán el banco de inversión N+1 y la consultora McKinsey. Una de las principales dificultades, precisamente, ha sido pactar sus honorarios, ya que los bancos juzgaban excesivas sus pretensiones iniciales. Finalmente van a cobrar por tres conceptos: una comisión mensual por seguir las empresas; otra por analizarlas en un primer momento, estudiar su viabilidad y diseñar el plan de reestructuración; y una tercera de éxito, según el grado de cumplimiento de dicho plan.

Los bancos aportarán sus equipos de reestructuración, creados normalmente al inicio de la crisis, en el 2008. Su presencia, con todo, no será permanente sino que se articulará en función de las necesidades que vayan surgiendo. Además, cada empresa ha sido aportada al proyecto por un banco distinto, que es el responsable de relacionarse con la misma en nombre de todos.

Lo normal es que las empresas estén un mínimo de cinco años en Fénix, hasta que estabilicen su situación financiera, y no se esperan compradores al menos en los tres primeros cursos. Los bancos preven ir añadiendo más compañías y ya trabajan en entre cinco y siete adicionales para incorporarlas, alguna de ellas en no mucho tiempo. Normalmente son firmas de menos de 150 millones de deuda, pero fuentes cercanas no descartan ir a firmas más grandes más adelante.

Fénix será una sociedad limitada y se estudia que la presidencia sea no ejecutiva, no remunerada y rotatoria, ocupada por los interventores generales o responsables de gestión de riesgo de los seis bancos. También se ha analizado elegir a un exalto cargo del sector.

La participación de los bancos en su accionariado dependerá de cuántas acciones canjeadas por deuda de las empresas participadas posean, con lo que el reparto del capital de Fénix ira variando a medida que se vayan incorporando firmas. Con todo, se ha establecido que ninguna de las seis entidades tenga más del 20% de los títulos de la firma de forma sostenida en el tiempo, ya que ello le obligaría contablemente a incorporar toda la sociedad en sus cuentas.

IMPULSO POLÍTICO / El origen de Fénix está en Bankia, que encargó un informe a N+1 y McKinsey y lo presentó al Ministerio de Economía y a los otros cinco bancos. Aunque se negó a aportar fondos públicos, el departamento de Luis de Guindos apoyó la idea desde el principio, ya que estaba en línea con su reforma de la ley concursal para facilitar la refinanciación de empresas.

Esta «presión política», según alguno de los participantes menos entusiastas, es la que ha hecho que el proyecto salga adelante finalmente. A su juicio, los bancos podrían haber gestionado sus participaciones en las empresas, tras haber reestructurado su deuda, sin necesidad de reunirlas en Fénix. De hecho, va a nacer con menos ambición de la prevista: al principio se habló de 30 empresas.